Un musulmán formado para expandir el islam en Europa encontró en Jesucristo la verdad que transformó su vida y hoy se define como un “testigo del amor de Dios”. Ayaz creció en una madraza en Irán, donde memorizó el Corán y fue preparado desde niño para dedicar su vida a “ganar personas” para su antigua fe.
Sus padres le enseñaron que la mejor manera de servir a Dios era entregarse por completo a ese camino. Tras completar su formación religiosa, fue enviado a Alemania como misionero islámico, donde predicaba en mezquitas, participaba en debates en cafés y visitaba librerías, viviendo con disciplina y convicción su llamado.
Un encuentro inesperado con el mensaje cristiano
Un día, mientras repartía literatura islámica en un parque, Ayaz se cruzó con un hombre que leía una revista de una organización cristiana del Medio Oriente. Intrigado, le preguntó de qué se trataba. “Habla sobre el amor y la verdad de Jesucristo”, respondió el hombre, entregándole un ejemplar.
Al comenzar a hojearla, algo se movió en su interior. “Era diferente de cualquier publicación religiosa que había visto. No tenía prejuicio ni hostilidad, sino un lenguaje sincero, historias reales y Escrituras que hablaban del amor de Dios”, recordó. Aun así, una voz interior le advertía: “Este es el camino equivocado”.
Un versículo que cambió su corazón
Esa noche leyó la revista completa y un pasaje bíblico lo impactó profundamente:
“Vengan a mí todos ustedes que están cansados y cargados, y yo les daré descanso” (Mateo 11:28).
Cansado y agotado por años de búsqueda religiosa, Ayaz comenzó a anhelar la paz que Jesús prometía. Consiguió más publicaciones cristianas y, con cada lectura, los pasajes bíblicos parecían hablar directamente a su corazón.
“Poco a poco empecé a comprender la salvación que Jesucristo me ofrecía. Su amor no es solo una idea o una enseñanza: es real, vivo y suficientemente poderoso como para transformar una vida”, confesó.
Una decisión radical: rendir su vida a Cristo
Después de meses de lectura bíblica, oración y acompañamiento cristiano, Ayaz tomó una decisión que marcaría un antes y un después. Solo en su habitación, se arrodilló y oró:
“Señor Jesús, mi vida te pertenece. Dame un nuevo corazón”.
Desde ese momento, asegura que todo cambió. “Ya no soy un predicador de mi antigua fe. Soy un testigo del amor de Dios, y quiero compartir ese testimonio cada vez que tenga oportunidad”, afirma hoy, mientras sirve como misionero cristiano.
Jesús sigue llamando a quienes lo buscan con sinceridad
Historias como la de Ayaz revelan que Jesucristo sigue atrayendo a hombres y mujeres de distintos contextos religiosos por medio de Su Palabra y Su amor. Donde antes había celo por una doctrina sin descanso, hoy hay paz en Aquel que prometió descanso verdadero.
El testimonio de Ayaz recuerda que el Evangelio sigue transformando vidas, incluso en los lugares y corazones donde menos se lo espera.



