En medio de la crisis por el COVID-19 las rutinas se han alterado, los hábitos han cambiado y las familia se han transformado. Todo esto afecta no solo a los adultos, sino también a los niños, quienes pueden sufrir episodios de estrés.

Hoy, junto a la licenciada en Psicopedagogía Paula Bugnot, exploramos esta afección que a veces es tomada a la ligera pero representa un alto riesgo para los menores de edad. 

El estrés infantil puede producirse principalmente frente a situaciones y experiencias nuevas. En general son momentos en los que se requiere que este se adapte y los cambios pueden ser muy bruscos para él (por eso la famosa “adaptación” en el colegio).

En todo ser humano, sentir estrés es mecanismo de defensa, nos explica Paula. Es normal sentir esta ansiedad frente a situaciones o factores que llevan al límite nuestra capacidad de transformación, pero en la mayoría de los casos, podemos sobrellevarlo.

El problema aparece cuando estos cambios o situaciones límite se sostienen en el tiempo y llevan a lo que hoy se conoce como trastornos de ansiedad. 

Psicopedagoga Paula Bugnot

Hay que tener muy presente que el estrés lo causa, principalmente, nuestro cerebro y lo que nosotros pensamos de una situación. En un niño suele ser muy “traumatizante” vivir situaciones como estar lejos de los padres, presenciar discusiones fuertes, vivir situaciones violentas, mudarse de casa, cambiarse de colegio, entre muchas otras. 

Las consecuencias de estas patologías pueden derivar en comportamientos emocionales fuertes por parte del niño: sentimientos muy extremos como ira, tristeza profunda, hiperactividad, aislamiento, etc. Es importante prestar atención a cualquier cambio de actitud por parte del menor y tratar de conversar sobre qué está sintiendo. Nunca debemos minimizar sus sentimientos ni invalidarlos, sino darle el espacio a que se exprese. 

Antes situaciones de estrés en niños, es importante darles herramientas para que puedan aprender a autorregular las emociones que se generan frente a estas situaciones. 

Psicopedagoga Paula Bugnot

En la medida de lo posible, como adultos, anticipar estas situaciones y hablar con ellos antes, y cuando llega el momento estresante hacer que se sientan acompañados, explica la psicopedagoga. Es importante no minimizar lo que están sintiendo , sino ayudarlos a transcurrir esos momentos de la mejor manera.

El ejemplo más claro es el comienzo del jardín: separarse de los padres es algo realmente angustiante porque es desconocido y nuevo. Es por esto por lo que año a año se intenta perfeccionar el proceso de adaptación, justamente para que puedan tener registros emocionales buenos del jardín. Por ejemplo, los juguetes, las canciones, los colores, entrar por primera vez a la sala acompañados, etc., son recursos que ayudan a generar herramientas para los niños. 

 ¿Cómo la pandemia pudo afectar a los niños en lo emocional?  

Paula nos dice que esta fue sin duda una gran causa de estrés infantil, que apenas estamos pudiendo ver sus consecuencias, y que incluso podrían durar años. Pensemos que la rutina para cualquier persona es salud y orden, y esto es crucial para los niños ya que ellos no tienen la valía para planificar su propia vida y establecer objetivos sanos. 

Haber salido de esa rutina, junto con todo lo que conllevó la cuarentena —compartir espacio físico, buscar dispositivos tecnológicos, dejar de ver familiares y amigos sumado al “peligro” que representaba salir al mundo exterior—, fue sin duda shockeante tanto para los adultos como para los niños. En lo emocional, los mayores efectos han sido la hiperconectividad que generó la pandemia y la baja socialización de calidad.

Para ayudar a nuestros niños, como adultos debemos saber que en términos de pandemia, siempre puede surgir algo nuevo, que aun las rutinas no volvieron a su orden y que las emociones pueden aflorar en todo momento. 

Psicopedagoga Paula Bugnot

Es imprescindible conversar con los menores y transmitirles que es importante respetar las medidas de prevención pero que no hay que tener miedo a salir o fobia al virus, lo que menos queremos transferirles es un miedo excesivo que los prive de disfrutar un paseo en la plaza, la eventual vuelta a clases o salir a caminar para tomar aire.

Respecto a las rutinas, Paula nos recomienda armar una agenda provisoria con horarios de las nuevas actividades y darle visibilidad a nuestros niños sobre esto. Además se pueden generar actividades repetitivas en casa para que ellos mismos vayan registrando un nuevo orden, por ejemplo: todos los jueves pintamos con acuarelas. 

El conversar es fundamental, los menores deben saber qué van a hacer o a dónde van, Psicopedagoga Paula Bugnot. Crédito: Freepik

Es importante, además, el seguir teniendo contacto con amigos y familiares que formaban parte de la rutina prepandemia, ya sea por videollamada o en encuentros que respeten las medidas de seguridad y prevención. En caso de que la rutina cambie nuevamente, comunicarlo. 

Lo sustancial de toda esta situación es que el niño sienta que cuenta con una red de apoyo emocional en donde podrá ser escuchado y apoyado. Es recomendable contar con la asistencia de un profesional si vemos que el menor no está pudiendo regular sus emociones para que pueda trabajar en conjunto con la familia y generar ese espacio de expresión. Es válido también recordar que cada proceso tendrá su tiempo y que en el mientras tanto, como adultos, debemos acompañar. 

Camila Luis
Lic. en Comunicación Social. Actualmente trabajo en Google dirigiendo el equipo de atención al cliente de Latinoamérica. Escribo desde que tengo memoria y actualmente me interesa mucho el área de salud, bienestar y belleza. Espero que mis notas sean útiles para que nos sintamos mejor y mejoremos nuestro estilo de vida.