En la vida, y especialmente en el trabajo, hay una ley que no podemos evitar: la de las prioridades. Donde ponemos nuestro tiempo, es lo que consideramos importante. La confusión que podemos llegar a tener es que por pensar de que estamos ocupados, estamos produciendo. Y no necesariamente es así.
Así como estar ocupados no quiere decir estar produciendo, tener actividades no significa estar logrando algo. Llegamos al final de un año, o comenzamos uno nuevo, y la sensación de haber tenido de todo y no haber logrado nada, aparece más seguido en la vida laboral. ¿Por qué será?
Probablemente por no establecer prioridades. Siempre que crezcamos, vamos a chocar con la necesidad de establecer orden. El diccionario define la palabra prioridad como una “cosa que se considera más importante que otra”. ¿Consideramos entre todo lo que hacemos qué cosas son las importantes?
Hay algo que hoy podemos aprender de nuestro Dios: Él siempre se enfoca en nosotros. Nos valoró, nos dio importancia. Y ahora nosotros nos enfocamos en él. Nos amó tanto (y lo hizo primero) que hoy lo amamos también. La Biblia dice:
Efesios 1:4-5 (RVR1960)
«según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad«
Ese es el poder del enfoque. Lo importante, lo ponemos primero. Porque poner prioridades requiere pensar con anticipación. Revisar para ver si lo que estamos haciendo merece nuestra atención. Porque si no es así, perdemos tiempo. Y el tiempo vale mucho, es nuestro bien más preciado. Cuando no valoramos el tiempo, buscamos descanso, pero no lo encontramos. Hacemos, pero no lo que realmente amamos, con el sentimiento de que ya no estamos apasionados.
Hoy podemos revisar nuestras actividades, ocupaciones, y establecer prioridades. Entonces tendremos la posibilidad de descansar en Dios, como Jesús lo dijo:
Mateo 11:28 (RVR1960)
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.«
Si trabajamos en conjunto con él, el Señor se lleva nuestras cargas. Porque somos equipo. Entonces nos enfocamos en lo prioritario. Y encontramos descanso. Debemos entender que cuando pongamos prioridades, muchas veces tendremos que hacer algo que será incómodo, e incluso doloroso.
Te comparto preguntas prácticas que podrías hacerte:
¿Qué es lo que sólo yo y nadie más puede hacer?
¿Qué es lo que me ha dado más resultados este año?
¿Hago lo que amo?
Te invito a que pienses en tus prioridades. Que analices tu lugar, tu posición en el equipo. Que juegues de aquello que sabes jugar. Que, como un buen director técnico, pongas a las personas a jugar donde cada uno mejor sabe jugar. Que te concentres en lo importante. Que pongas lo primero en primer lugar. Y así encontrarás descanso.