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¿Es posible lograr un vínculo sano con un hijo adolescente?

Una de las frases que más oímos en los padres de hijos adolescentes suelen ser “mi hijo no escucha nada de lo que le digo” o “mi hija solo escucha a sus amigas o cualquier otra persona menos a nosotros”. Comprendemos que la adolescencia es una de las etapas más difíciles de atravesar. Numerosos colegas afirman que los hijos adolescentes son, en muchos casos, difíciles de llevar, y el vínculo que tantos padres desearían lograr no llega a ser lo que se imaginaban, lo cual genera frustración y enojo. 

La adolescencia es una etapa de grandes cambios que se comienzan a producir de forma acelerada. Es una etapa de descubrimiento y redefinición, en la que las relaciones sociales toman un rol protagónico.

Los cambios en nuestros hijos se producen en todas las áreas y aceptar estos cambios muchas veces no es fácil, más que nada para los progenitores que tienen que atravesar el duelo de ver a su niño en el proceso de convertirse en adulto. 

Los problemas que surgen en esta etapa tienen que ver con los cambios que genera el crecimiento propio de la edad; el adolescente comienza a distanciarse de estos padres que meses atrás idealizaba, dejando de lado este vínculo para volcarse de lleno a su grupo de pares y amigos. Comienzan a tomar protagonismo los límites y las normas, que deben ser impuestos para que todo funcione, y esto puede generar más grietas en el vínculo que uno trata de resguardar. 

Aunque parezca un contexto desmotivador y pueda generar miedos en los futuros padres de adolescentes, ¡hay esperanza! Se puede convivir con hijos adolescentes y no desmayar en el intento. Es posible elaborar vínculos saludables con ellos desde el respeto, la aceptación e incluso desde el poco diálogo que logremos conquistar, así como formar una generación de hijos adultos y sanos, que sean responsables de sí mismos, que hayan crecido en un ambiente facilitador con padres abiertos al diálogo que comprenden que, aunque esta etapa es difícil, pueden contar con recursos para superarla. 

Quiero ofrecerles algunas herramientas básicas para que logren generar un vínculo saludable con sus hijos adolescentes y asimismo sobrellevar esta etapa de la mejor manera. 

  • En primer lugar, es fundamental que recuperen su confianza; no importa en qué etapa están del ciclo vital adolescente o qué tan estropeada está la relación, nunca es tarde. Vuelve a ganarte su confianza, comienza por hacer los silencios correctos y por guardar al máximo lo que te cuenten. 
  • En segundo lugar, respeta sus espacios; muchas veces ellos eligen hablar con nosotros en el momento menos oportuno, cuando estás en los quehaceres de la casa o terminando el informe mensual de tu trabajo. Si así fuera, deja todo e invierte en esa charla; si la rechazas, quizás no haya una segunda oportunidad, y, por el contrario, si ellos sienten que son prioridad, correrán a ti cada vez que lo necesiten y, cuando realmente no puedas atenderlos, ellos sabrán esperar. Nunca intentes ingresar en su habitación de forma abrupta o revisar sus pertenencias sin su permiso. Esto les causa enojo; más bien, acércate de forma amigable y cuando ellos vengan a ti, escúchalos. 
  • En tercer lugar, no los etiquetes. No hables mal de ellos delante de otros. No los compares ni creas que es inferior a otro “adolescente perfecto” (expresado de esta forma porque claramente no existe el individuo perfecto). Tus hijos son únicos y son tu descendencia preciada. Dales nombres valiosos, habla bien de ellos siempre; esto les dará la confianza para creer en sí mismos y los acercará más. Eso sí, no seas exagerado o negador; sé justo y medido. El amor que les expreses puede llegar a sanar y suplirlo todo. 
  • Por último, resalta sus fortalezas, enfócate en las soluciones y utiliza un lenguaje positivo. Cuando trae un problema a la casa, en vez de la reprimenda, pregúntale cómo lo resolvió, de qué manera lo enfrentará y que solución pensó para esa situación. Esto lo convertirá en un adulto seguro y responsable que puede afrontar por sí mismo las consecuencias de sus acciones. 

Tener hijos es un privilegio y un regalo de Dios. Y, como dice en Salmos 127:4, si logramos encontrar la sabiduría para criarlos, desarrollarán alas y serán como flechas en manos del guerrero. No solo llegarán a su propósito sino que volarán alto. 

Débora Pedace
Débora Pedace
Fundadora y directora del Centro Terapéutico Integral. Psicóloga Clínica (UCA). Trabaja con adultos, parejas y familias. Posgrado en Centro Privado de Psicoterapias. Diplomatura en Terapia Cognitiva Conductual (Centro de Terapia Cognitiva).

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