Ante el sinsentido imperante, la fe, como la describe Hebreos 11:1 sigue siendo la alternativa para esta generación.

A lo largo de la historia, el concepto, la práctica y la experiencia de la fe han sido cuestionados. El hombre como sujeto social corrió el centro, sacó a Dios del trono y se puso a sí mismo en él. Esto ha tenido un costo; y en algunos ámbitos la pregunta sigue en pie, ¿la fe en Dios es pertinente en la actualidad? ¿Sigue teniendo relevancia el mensaje bíblico para el hombre de hoy? 

Los niveles de ansiedad, sinsentido, desconcierto y vacío existencial son cada vez más altos. ¿Tenemos algo para decir al sujeto del presente? Sí. La Palabra de Dios sigue siendo fuente de vida para este tiempo, en el cual la incertidumbre ha dejado a hombres y mujeres en un estado tal, que las sombras son el camino cotidiano.

Un poco de historia

Galbraith, uno de los científicos más conocidos de su época, analizaba la inestabilidad a niveles sociales, escribió un libro al respecto, también fue parte de un programa televisivo llamado “La edad de la incertidumbre” (1973-1977) en el cual se intentaba reflejar cómo las certezas del siglo XIX eran abandonadas en el tiempo contemporáneo. De allí que hablar de incertidumbre a nivel social fue vinculado a esta realidad del abandono de las certezas que un día el hombre encontraba en la fe. En general hablar de incertidumbre es tener en cuenta la falta de control sobre los hechos por venir y lo que eso produce a nivel interior.

En la actualidad, la sociedad vive inmersa en el sinsentido y esto hace mella en la subjetividad de forma tal que la vida es asfixiante.

Adriana Ocampo de Llano

Más allá de los ejemplos expuestos, hay una realidad innegable, cuando el hombre dejó fuera a Dios como generador de sentido, cayó en la incertidumbre. Es bien sabida una expresión de Nietzsche “Dios ha muerto”. En realidad, él como ateo no decía que una vez existió y luego murió; sino que Dios como razón de la vida y de la existencia dejó de tener peso para un hombre que se ponía en el centro por medio del llamado período de la Ilustración.

A partir de allí, la incertidumbre, el vacío, la futilidad, la vida como una pasión inútil (pensamiento existencialista sartreano), sofocaron la fe que un día daba razón, esperanza y sentido a la vida. Estos procesos se reeditan ante las crisis, cuando en vez de apelar a la espiritualidad, el hombre ancla su vida en la “liquidez”, lo efímero, inestable, precario, inseguro, diría Zygmunt Bauman.

Ante esta realidad Hebreos 11:1 se levanta como estandarte firme de batalla contra la incertidumbre. Actualmente, existen manuales y pedagogías de la incertidumbre para tratar de “soportarla” y “transitarla”.  Necesitamos compartir la fe en medio del vacío espiritual y existencial imperante.

¡La fe es certeza y convicción! 

Más allá de cada una de las acepciones del término, sea en hebreo, arameo o griego; teniendo en cuenta los diversos contextos y pasajes, hablando de fe para salvación, como don o para disfrutar de hechos portentosos; Hebreos 11 define la fe; aquella que se erige ante la incertidumbre, que da las herramientas para afrontar la realidad, poniéndole sentido a la futilidad de la vida. 

El término fe utilizado en este pasaje, del griego Pistis (πιστις)  hace referencia a una firme persuasión, una convicción vinculada a lo que se ha oído (vine); “la fe es el título de propiedad de las cosas que se esperan”, (Moulton y Milligan); «la fe es prueba convincente de lo que no se ve», (A.T. Robertson). 

Qué diferente es afrontar la realidad teniendo como punto de partida la fe; una fe que opera como certeza profunda, porque está fundamentada en Dios, quien sustenta el mundo por él creado (He.1:3), quien da sentido a los procesos de la vida, sigue en control y reina desde los cielos. 

La fe, como creencia, no es exclusiva de los hijos de Dios; los ateos tienen fe, ya que aseguran que Dios no existe sin que haya pruebas sustentables para esta conjetura.

Adriana Ocampo de Llano

Es que fuimos creados para la fe… Esta generación está profundamente necesitada de sentido; compartamos la fe que proviene del cielo.

Aquellos que podemos movernos como viendo al invisible y llamar las cosas que no son como si fuesen, hemos recibido ese don que Dios nos regaló. Recordemos a esos que deben confrontar la vida sin Dios y sin fe que tenemos la respuesta más importante para esta generación: El mensaje de salvación. 

En la era de la incertidumbre, el desasosiego, y la desesperanza, qué maravilloso es recorrer la ruta de la fe, la certeza y la convicción; movilicémonos para que otros encuentren esa ruta conociendo “al invisible», por medio de la fe.

Adriana Ocampo de Llano
Ministro Licenciado de la UAD. Lleva adelante una labor docente en el Instituto Bíblico Río de la Plata; Institutos externos e IETE. Forma parte del Equipo Nacional de Escuela Bíblica Sub departamento del DEC, UAD. Es parte del cuerpo docente de la ONG Mujeres por la Nación.