Hace un tiempo, una emprendedora con mucho humor trajo esta analogía a una charla. Me dijo: “Caro, tengo todas las ideas revueltas, y me faltan cosas en todas ellas, ¡soy como un queso gruyer!”. Además de hacerme reír mucho fue tan gráfica que me puso a pensar sobre cómo nos vemos. 

La importancia del enfoque

En las primeras entrevistas acompañando a emprendedores me encuentro con personas o equipos que pareciera que nada los detendrá, y otros cuyo gran desafío es que no encuentran cómo comenzar. Los que van por la autopista a 200 km/h (aunque muchas veces sea esto algo peligroso), y los que están con el auto en punto muerto y el freno de mano puesto esperando a tenerlo todo. 

Y no es un problema del vehículo, no es que unos tengan ideas fabulosas y otros terribles, o grandes habilidades y otros nada, sino que la diferencia principal está en el enfoque que tiene cada conductor.

Hoy quisiera que pensemos juntas porque en ocasiones nos resulta muy difícil comenzar a emprender, quiero que desenmascaremos algunas mentiras que producen la molesta y frustrante inacción. Creo que el único fracaso que condiciona negativamente nuestro futuro es el de no haberlo intentado. 

De ahí viene la semejanza de la situación con el queso gruyer, el que identificamos como “el que está lleno de agujeros” y nuestra mirada se queda en los huecos en vez de lo bueno que sí tenemos. 

¿Te resultan conocidas estas frases?: “Quiero desarrollar este negocio pero no sé administrar, vender, organizarme; no conozco a suficientes personas, no entiendo las nuevas tecnologías, no tengo dinero, el tiempo no me alcanza, no creo que sea este mejor momento, etc.”. Estas son algunas de una lista interminable de limitaciones comunes, detectar ese mecanismo de enfoque erróneo y sus orígenes muchas veces nos da la clave para comenzar. 

¿Por qué considero más lo que me falta que lo que tengo?

1- La herencia. “En esta casa nunca hicimos esa labor, no entendemos nada al respecto, nunca terminamos los estudios, no sabemos vender”. En mi familia por ejemplo se decía que no éramos comerciantes, porque a mis abuelos les había ido mal sobre el final de su vida con el negocio, por lo que vivir del comercio o emprender se entendía como una actividad de alto riesgo. Aprendamos a detectar esos legados familiares negativos que nos condicionan.

2- Lo que otros creen que podemos o no hacer. “Para esto no sirves, no eres tan buena, te falta tal o cual cosa, no podrás hacerlo ahora”. O por el contrario, “Eres una experta en lo tuyo, no te conviene meter manos en una actividad sin tener completo dominio”. Incluso muchas veces solo hemos sido valoradas por nuestros logros no teniendo en cuenta que el proceso tiene tanto valor.

Cuando damos a esas voces demasiada importancia, nos desenfocan de quienes realmente somos.

3-El perfeccionismo, esa mentira que nos dice que debemos analizar todos los posibles escenarios y tenerlo todo previsto, que podremos anticiparnos y buscar que todo sea impecable. ¡Trabajar para que no haya ningún “imprevisto que no pueda prevenirse” es una acción paralizante! Prepararemos el camino inteligentemente y que nuestras meta principal sea comenzar, siempre habrá tiempo de corregir.

4-La estabilidad, cuando ponemos nuestra seguridad en lo que sabemos ejecutar (lo hacemos “de taquito”). Si nuestra identidad está fundamentada en lo que hacemos y no en quienes somos, cambiar el rumbo de la rutina nos genera mucha inestabilidad emocional.

Sepan que camino de emprender también es muy útil para conocernos y cambiar. 

5-Las distracciones. “Justo cuando me había decidido, aparecen otras prioridades”. ¡Nos hacemos una zancadilla a nosotras mismas! ¡Para que nuestro futuro sea prioritario, pongamos esas acciones en nuestra agenda de esta manera!

6-El pensar que habrá un período mejor en el futuro, considerando insuficiente las herramientas de hoy. El tiempo pasará igual, de nosotras dependerá si avanzaremos en nuestros proyectos o nos quedaremos en el mismo lugar de ayer. Cuántas veces solo necesitamos reorganizarnos, y quizás pedir ayuda en casa o a amigos para comenzar. 

7-No buscar ayuda por no querer mostrar las idea a otros por razones como que me van a copiar, no me entenderán e intentarán cambiarla, no es lo suficientemente innovadora o es demasiado innovadora para ser comprendida. En Proverbios 27:17 aprendemos que el “hierro se afila con el hierro”;

compartir, interactuar, estar cerca de personas que quieren ayudarnos mejorará nuestra visión y puesta en marcha.

Cuando detectamos estas falsas creencias que operan en nosotras y las exponemos, podemos sacarle fuerza y amigarnos con comenzar a desarrollar esa primera versión de nuestro emprendimiento. Descubramos esas mentiras que nos roban los proyectos.

Elijamos correr riesgos, equivoquémonos en vez de quedarnos quietas. Se pierde mucho más no accionando que en el camino de la prueba, error y corrección. Muchas veces el desarrollo de la idea nos fortalece el carácter que necesitamos, se aprenden nuevas habilidades, se obtienen relaciones que no estaban al inicio, se descubren nuevos problemas que solucionar, se conoce el mercado.

¿Crees que Dios cuando nos mira se enfoca en lo que nos falta? Si pudiéramos vernos como Él nos mira, dejaríamos de percibirnos agujereadas. Y por último, algunas de estas situaciones pueden ser las que estás atravesando, o quizás sea el caso de alguna amiga, alguien de la familia o una vecina. Ayúdala alentándola, acompañándola a verse completa y llena de buen futuro. Seamos hacedoras y empujadoras de grandes sueños.

Contadora Pública Nacional. Esposa de Alex Contreras, fundaron Grupo Founders donde es Directora de la Incubadora de negocios. Desde hace más de 12 años acompaña a personas a desarrollar sus emprendimientos. Es mamá de Montserrat, Juan Bautista y Tadeo. Se congrega en la Iglesia del Centro, en la Ciudad de Buenos Aires.