Josué “Josu” Sosa es un productor de 22 años que vive en un pequeño pueblo llamado Verónica, en el partido de Punta Indio, provincia de Buenos Aires. Allí tiene su home studio (Selah). Ya ha trabajado con varios artistas y músicos tanto a nivel nacional como internacional. Está finalizando su carrera de ingeniería en sistemas en la UTN (Universidad Tecnológica Nacional). Es líder de la banda Selah Worship, que ha realizado covers con invitados de todo el mundo. Actualmente ha sido convocado por iglesias de California (Estados Unidos), para ir a producir, dar talleres y recibir capacitaciones especiales en Bethel Church y Hillsong California.
LC: Hoy en día te encuentras produciendo no solo a nivel nacional, sino también a nivel internacional pero ¿cómo fue que comenzaste?
J: A nivel nacional podría decirse que muy poco. Parece que la gente en Argentina le tiene miedo a este mundo, no sé por qué. Ni siquiera pregunta o después la gente que se anima lo hace con personas cercanas y con eso le alcanza. Pero “los gringos” tienen los fierros, ellos saben el valor de lo que es hacer ese tipo de cosas y no se quieren meter a hacerlo, por lo que prefieren pagar por eso.
Está bueno salir un poco de la frontera y hacerse más conocido, también por el ingreso económico. Pero en cuanto a artistas de allá uno nunca sabe, me han llegado contactos que me pregunto: “¿De dónde salió?”.
Es chiquito el mundo de la producción. Si te quedas en tu lugar, produciendo a tu amigo de barrio siempre, mueres como productor. No te queda otra que hacer contactos. Por eso salí afuera, ofreciendo mi trabajo gratis. Mi técnica fue poner hashtag en Instagram y ponerme a buscar covers. Ponía a los cantantes que más me gustaban, los iba guardando e iba armando mi portfolio.
Busqué músicos que nadie conocía y que tuvieran menos de 7000 followers. Eso es importante, porque si no, no te dan bolilla. Ver que son competentes, que son personas que a veces tampoco tienen los elementos para grabarse. Pero si tienen a alguien que lo haga y el sonido que expresan es uno que uno diga “Apa, acá hay potencial”, hay una posible producción que puede salir hermosa.
Una vez una amiga, la cantante Paula Prieto, me dijo: “¿Por qué no te animas a decirle a algún productor o alguien que admires, le mandas un mensaje a ver si quiere hacer algo contigo? Bueno, lo hice, le escribí a un músico, Dimiter Yordanov, y me presenté como productor argentino.
LC: O sea, estabas convencido de que eras un productor, aunque todavía no tenías mucha carrera.
J: Exactamente, fui totalmente confiado, te tienes que poner en el papel, ya lo eres. Yo ya había realizado producciones acá y empecé a trabajar con él y le encantó. Hicimos un cover, produjimos un par de cosas más y nos hicimos amigos. De esta manera fui creando contactos, redes y no me quedó otra que empezar a hablar en inglés.
Si bien ya sabía un poco, aprendí la manera de comunicarme y me puse más canchero. Y con la gente de otros países también tienes que hablar en inglés, por más que sean italianos o de otros países. Ya no necesito traductor para entender lo que dicen, pero para hablar ahí a veces es un poco complicada la cosa, pero nada que no puedas hacer para comunicarte. De ahí hice contactos con Italia y me topé con personas que nunca pensé que iba a toparme.
Así que en resumen fue eso, buscar hashtags, canciones que me gustaban, mandarles a 100 personas y de esas 100 que 20 contestaran y, de estas, 5 que concretaran algo, y así aprender a relacionarme con el exterior.
LC: Hay muchos mitos acerca de este oficio, por ejemplo que “En este país es imposible vivir de esto” o “Es casi imposible dedicarse 100% a la producción musical”. ¿Crees que hoy en día es realmente complicado dedicarse a la producción musical?
J: Sí o sí necesitas armarte un flujo de trabajo bastante corrido, gente que te conozca. Es como cuando pones un negocio por primera vez, entre los seis meses y el año no tienes nada de ganancia. Pero si te estás armando tu clientela, entonces sí o sí no te queda otra que empezar.
Porque tú te puedes recibir en la universidad, pero si no produces, como productor tienes lo mismo que un ingeniero que se acaba de recibir y nunca trabajó. Entonces ese es el tema importante: armar tu clientela, armar contactos, muchos contactos, muchos amigos. Ellos te van a ir recomendando a otra gente que a la vez te va a ir recomendando con gente que nunca hablaste nada pero te conocen, sobre todo en Instagram.
Yo utilizo mucho las redes, porque al estar en un Narnia (dice Josu en tono irónico refiriéndose a su pueblo en Verónica), prácticamente un pueblo alejado de la vida, la única manera de que me conozcan es por las redes.
LC: ¿Dirías entonces que el hecho de vivir lejos de la ciudad fue algo que en vez de perjudicarte te benefició?
J: Yo vivo en La Plata (capital de la provincia de Buenos Aires) durante el año, porque estudio ahí y me pongo a pensar y creo que para los que viven en la ciudad no hay tiempo para nada. La gente que vive en la ciudad vive a un ritmo súper acelerado y, a veces, le terminan dedicando a la producción un tiempo mínimo.
Esto te hace crecer, pero creces poquito y no te queda otra que respaldarlo con otros trabajos. Yo gracias a Dios, en mi pueblo, estoy en la casa de mis padres y en la pandemia tuve que pagar el alquiler de mi departamento en La Plata pero el resto de las ganancias lo usé como inversión para la producción.
Yo creo que en Argentina, el primer paso es entender que esto de la producción tiene un costo bastante elevado y ahí está la clave: invertir siempre y no malgastar. Pero tienes que meterte a investigar y dedicarle horas de tu día a conocer y aprender. Yo no es que arranqué a producir hace diez años y creo que con lo que yo viví en estos poquitos años produciendo me quedó demostrado que más allá del mérito propio, muchas veces no es el mérito sino los contactos.
LC: ¿Qué influencia tiene el productor musical dentro del artista y del material musical?
J: La idea que yo tengo es que el productor es un artista también, es decir, es un pintor, prácticamente, tiene que crear y poner de su imaginación. Muchas veces los productores tienen su estilo, y su incidencia es muy grande, no sé si me atrevo a decir que es más grande que el artista, porque el productor recrea utilizando recursos que ya conoce y las va combinando.
LC: Este suele ser tema de debate pero ¿el productor necesariamente debe ser también músico o crees que se puede ser productor sin tener conocimientos sobre música o instrumentos?
J: Yo creo que poder se puede, el tema es que el camino es super difícil. Hay productores que arrancaron sin saber nada de música, hay por ejemplo DJ conocidos que no saben de lenguaje musical, no saben de teoría, pero si tienen el conocimiento que tendría cualquier persona cuando escucha ritmo. En el comienzo los DJ no eran músicos sino gente que le gusta mezclar música, que le gusta mezclar una canción con la otra, escucharla y hacer su propia versión.
El tema es que sí o sí, en algún momento no muy lejano, se ven obligados a aprender, porque después cuando un músico te encarga algo creado, tienes que saber traducir lo que está diciendo, tratar de plasmar los sentimientos del artista.
La definición de música es el arte de combinar sonidos de forma sucesiva y simultánea de tal manera de transmitir y educar sentimientos. Por lo tanto, es necesario para un productor ser músico o conocer cómo funciona, pero no es requisito primordial, es meterte y darte cuenta de que si sos productor y sos músico, el salto que vas a pegar va a ser muy grande porque estás ahorrando tiempo.
LC: Hablaste acerca de que el trabajo de un productor es potenciar el material musical, pero ¿tú qué piensas?, ¿el productor influye en la identidad del artista?
J: A veces, no siempre. Hay artistas que tienen en claro lo que quieren, entonces si su identidad se ve comprometida con cierto productor, prefieren ir por otro lado. Pero también están los que no saben lo que quieren, entonces, si son muy nuevos, le dicen al productor “Haz lo que quieras” . Ahí ya está impartiendo y fusionando la identidad de productor con la identidad del músico.
Otras veces el productor dice: “Bueno, me tengo que parar en el lugar del artista”, para dar lugar a las referencias, los estilos que él escucha, qué es lo que le gusta. Entonces, trata de hacer lo que él artista quiere y trata de representar su imagen en eso. Podríamos decir que en la mayoría de los casos en donde se deja fluir al productor su identidad se termina metiendo en la identidad del artista.
LC: Te llamaron para ir a trabajar a los Estados Unidos. ¿Cómo se dio esa oportunidad?
J: Siempre me gustó la idea de viajar, quería hacerlo. De chico oraba por eso, y no vengo de una familia pudiente, nunca nos fuimos de vacaciones ni nada de eso. Así que en la secundaria, como tenía mucho tiempo libre, me dediqué a invertir en cosas que me pudieran servir en algún futuro, inclusive papeles. Es por eso por lo que con los ahorros e ingresos pequeños que iba teniendo saqué el pasaporte, y con el tiempo saqué la visa. Recuerdo que todos me preguntaban si iba a viajar y yo respondía que no, no iba a viajar a ningún lado, pero tenía todo para poder hacerlo en algún futuro y guardé todo en un cajón.
Vivimos en un país muy volátil, el dinero no te dura nada, así que no me quedaba otra que invertir en algo que mantuviera valor y que pudiera usar en el futuro. De esa manera mantuve mi mirada, compré pedaleras aunque nunca toqué en vivo, nunca en una banda, pero en algún momento las iba a tener que utilizar. Me armé mi home studio y de a poco me fui equipando más y años después hablé con un chico de Hillsong Buenos Aires, que me invitó a hacer un viaje misionero. Yo lo veía como algo super lejano, y no creía que pudiera ocurrir, pero este amigo me hizo ver que era en serio y me invitó a sumarme, porque habían visto mi trabajo y me necesitaban para hacer sonido y participar en el área musical.
Finalmente no se terminó dando. Un año después, me llamó gente de una iglesia de California, que habían tenido contacto con ese grupo de misioneros que me había invitado anteriormente. Estuvieron viendo mi trabajo, buscaban alguien que pudiera dar todo su tiempo allá y me dijeron que me invitaban a trabajar con ellos en varias iglesias de California, produciendo en estudios, dando talleres y estudiando en Bethel Church y Hillsong . Lo más loco es que me dijeron: “El dinero para vos está”, no me tenía que pagar nada, ni estadía, ni comida e incluidos mis estudios en Bethel Church y Hillsong California.
Cuando el coordinador vino para Argentina tuvimos reuniones y me dijeron: “Lo único que necesitamos es que tengas la visa tramitada”. A lo que respondí: “La tengo hace años”. Ya tenía todo lo necesario para salir del país, porque había invertido en eso antes, lo cual me ahorró tiempo y dinero. Por el tema de la pandemia no pude hacer el viaje, por eso en el mes de marzo ya viajo para allá.
Con todo esto empecé a unirme cada vez más con grupos de trabajo de California, gente que me empezó a conocer y me empezó a llamar para producir con ellos, lo cual hizo crecer el abanico de contactos. Así que voy a estar trabajando como productor en estudios allá y en iglesias.
LC: Eso demuestra lo importante que es prever y prepararse a futuro.
Mencionaste que habías invertido en equipamiento para tu home studio y ya que estamos hablando de la inversión: ¿crees que un equipamiento caro y de calidad garantiza una buena producción?
J: No, para nada. Pero si un buen productor trabaja con un equipamiento caro, eso sí te lo garantiza, es un conjunto de ambas cosas. Yo arranqué produciendo con la “Cristinetbook” (dice Josu refiriéndose a la netbook del gobierno), no hay excusa hoy en día.
LC: La mayoría de tus producciones estuvieron relacionadas con el worship y el góspel. ¿Por qué crees que se dio por ese lado? ¿Y qué otros estilos te gustaría producir que no hayas trabajado hasta el momento?
J: Yo iba a una iglesia chiquita, pero con los mejores músicos del pueblo, y cuando ellos se casaron se fueron. El nivel musical bajó, y yo quería que siguiera sonando como sonaba antes. Entonces me empecé a meter, conocí lo que era el Mainstage, me compré una Mac viejita pero que me soportó los programas que yo quería usar.
Empecé a investigar lo que era el worship, que en ese momento no era un estilo, no era una categoría. Pero después, como todos los productores encuentran una fórmula y la repiten, entonces empecé a hacerlo hasta que logré tratar de reproducir lo que escuchaba. Llevó mucho trabajo.
El vivir en un pueblo me potenció a tratar de aprender a hacer sonar y reproducir lo que yo escuchaba. Pero mi estilo principal no es el worship, el estilo que más me encanta es el punk, el post hardcore, escuchas eso y dices: “¿Josu, escuchas esa música?”, o sea nada que ver a lo que hago. pero me encanta. Yo soy más de Deny, Paramore, Avenged Sevenfold, Switchfoot que es mi banda principal, y no puedo evitar encontrarme con muchos sentimientos cada vez que escucho una canción de ellos. Y creo que el worship está totalmente influenciado por estos estilos, por eso creo que conectaron bien.
Y si hablamos de qué otros estilos me gustaría producir, serían estilos de bandas como Sullivan, Fila 9, Valor interior, Deny, y para hacer eso tendría que meterme más en el ambiente y góspel también. Ahora, por ejemplo, me metí en el góspel, y cuando te metes en esos rubros creces un montón y empiezas a disfrutar más. El worship es mi zona de confort y creo que ya es tiempo de salir y seguir creciendo con más estilos, no solo el que ya vengo trabajando.
LC: ¿Qué opinas de la producción dentro del ambiente cristiano? ¿Crees que se está logrando innovar y aportar a la cultura en general?
J: Sí, hay muchos cambios, el worship de ahora no es el de antes. Ahora hay cosas como vocoders y elementos que usaba Justin Bieber en el 2015. Empezaron a traer las producciones de afuera a la iglesia, antes Young and Free no era música para alabar, no era tan aceptado en algunas iglesias, y hoy en día se tocan hasta en las conservadoras. Hoy en día la producción dentro del ambiente cristiano está totalmente influida por música secular.
La influencia musical cambió hasta el público protagonista, es la era de los jóvenes, ellos tienen el control, ponen sus estructuras, y en eso la música tiene un gran peso. Todo eso hizo que las iglesias evangélicas hasta cambien su estética y la modernicen a una estética más juvenil.
LC: Muchas veces se habla de la música cristiana como un ambiente que no logra salir de ese círculo. ¿Crees que es así? ¿De qué forma crees que se podría llegar a un público más general y más amplio sin perder la identidad cristiana en la música?
J: Hoy en día hay música cristiana que ha salido mucho de su círculo, por ejemplo Oceans de Hillsong es conocida en todo el mundo. Creo que la manera de salir del círculo es animarse a hablar de todo, hay muchos temas para hablar, muchas razones para cantar, no solamente temáticas de adoración, y muchos motivos por los cuales puedes generar un mensaje, y salir del círculo. Por ejemplo Corto Plazo tiene canciones que las pueden escuchar cristianos y las disfrutan, pero también las pueden escuchar no cristianos y también las disfrutan por su contenido, genera sentimientos.
El cristiano no debe ponerse tibio, pero tiene que entender que estamos en una época en donde uno necesita transmitir amor. Obviamente que Dios es amor, pero Él es justo también, y Dios dice “Ámense unos a otros”. Lo dice como la ley más importante. No te sirve ser el mejor músico, el mejor adorador o predicador si no tienes amor.
Santiago Benavidez es un músico que logra transmitir eso, y él puede hablar de cualquier cosa. Switchfoot es otra banda que ha logrado salir del círculo. El cristiano no está llamado a encerrarse en cuatro paredes, de hecho el significado de “iglesia” es Ekklesia, estamos llamados a afuera. Es vivir reflejando el Evangelio antes que cantarlo.
LC: ¿Qué sigue de ahora en adelante?, ¿tienes algún otro proyecto en mente?
J: Me gustaría tener un estudio propio y empezar a producirme a mí. Tengo el proyecto de mi banda, pero empezar a hacer una carrera propia, con canciones que yo cree y que me gusten, y el proyecto de tener redes sociales que me permitan tener una influencia, poder enseñar, tener patrocinio, como lo que se me está dando ahora con Daddario.
LC: ¿Qué consejos crees que podrías darles a personas que sueñan y aspiran con ser productores?
J: Lo primero es que empiecen, que empiecen algo y lo terminen. La mayoría o no empieza o deja las cosas por la mitad, empezar algo y llegar hasta el final. Lo segundo es aprender a recibir las críticas de todos lados, recibir críticas hirientes, buenas, pero hay que recibirlas igual porque todo sirve. Y algo importante, si alguien que no es productor o músico te dice que algo anda mal, escúchalo, porque si alguien que no conoce, ve que algo está mal, entonces es muy probable que eso te mate. Toda opinión vale.
Siempre conviene tener alguien que te acompañe, que sepa, y que te aconseje cuando lo necesitas y poder tener la libertad de pasarle cosas para que escuchen y te den una devolución. Produce con lo que tengas, si tienes la “Cristinetbook” produce igual, lo importante es dar el primer paso.