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El Jesús secuestrado por la doctrina

Hemos conocido a Jesús, y por querer amarlo y conocerlo, hemos levantado murallas alrededor de Él a través de la doctrina.

Hemos proclamado ser dueños de la verdad, dado que hemos secuestrado a Jesús y lo hemos colocado en nuestro propio e inventado lugar santísimo. “La gente deberá respetar mi doctrina para llegar a Jesús, y tendrá un protocolo para servir y ser dignos de llevar mi estructura y doctrina más allá de mi templo”.

Esto me llevará a ser celoso del proceso de cómo la gente quiere y debe llegar a Jesús. Mediré la fidelidad de las personas en base a su asistencia y tiempo invertido en la casa que yo mismo he levantado, donde tengo secuestrado a Jesús. Me haré una oficina al lado donde está Él y pondré una estructura para llegar a Su presencia, ascenderé supervisores y les daré títulos; por los que se matarán espiritualmente entre sí para conseguirlos.

Mientras tanto, el Jesús secuestrado por la doctrina sigue siendo el mismo. Él no cambia su esencia ni deidad, y su luz no puede ser contenida por las cuatro paredes de la doctrina y de las denominaciones. Es por eso que, al estar expuestos a Su palabra, entendemos que no hay acertijos ni secretos para descubrir cosas super espirituales.

Las Escrituras lo señalan a Él. Es entonces que comenzamos a ver las grietas de las murallas de la doctrina y vemos los agujeros a este lugar santísimo, que inventamos por miedo y egoísmo. Porque cuando llega la revelación de Cristo en nosotros, de que no es necesario que conozcan mi doctrina o mi iglesia, sino a Cristo, que el Evangelio es conectar al ser humano a Jesús para que habiten en Él y sean reconciliados con el propósito original de habitar en Cristo con el Padre y ser uno con ellos.

Que sean llenos del Espíritu Santo, el testigo fiel, que nos da el don de la fe para que podamos ver a Jesús en las escrituras y entender que nuestra carne es nuestra mayor enemiga, y que debemos ponerla bajo el Señorío de Cristo y crucificarla hasta la muerte para darle lugar al hombre espiritual, el creado a la imagen y semejanza de lo perfecto, Dios mismo.

Es hora de que nos despertemos. No son las formas, las tradiciones, los países o Jerusalén misma donde debemos adorar, porque honrar de sobremanera una estructura, persona o lugar más que a Dios es idolatría.

El evangelio habita en Cristo, con Cristo, por Cristo, para Cristo, para la honra de Dios Padre en estos tiempos del Espíritu Santo, el testigo fiel, consolador y dador de dones. Estemos en sintonía con lo que realmente perdurará para siempre, desechando todo lo temporal. Porque aunque este hombre natural envejece con el tiempo, el espiritual, el real, está lleno de eternidad.

Santiago Gorosito
Santiago Gorosito
Consultor de recursos humanos y talento internacional. Pastor de Lugar de Adoración, y representante de Proton Ministeries Global Network en Argentina. Esposo de Romina Cantale y papá de Valentino, Juan Cruz, Abigail y Renata.

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