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El exfutbolista Kaká compartió su testimonio con un mensaje sobre la identidad en Cristo

El exfutbolista Kaká, reconocido mundialmente por su trayectoria en clubes como el AC Milan, el Real Madrid y la Selección Brasileña, protagonizó un encuentro especial en la Iglesia Família de Sorocaba (SP). Esta vez, dejó atrás el césped y los estadios para subir al púlpito y compartir un mensaje profundamente espiritual con más de 1500 asistentes.

Un Kaká sencillo y accesible: Biblia en mano, no balones de oro

Lejos de los flashes, la prensa y la indumentaria deportiva habitual, Kaká llegó con discreción: camiseta simple, pantalón casual y zapatillas sin marcas reconocidas. En sus manos no llevaba un balón, sino una Biblia, símbolo de la etapa que atraviesa desde que decidió usar su voz para compartir su fe cristiana.

El evento reunió a familias enteras: hombres, mujeres, niños e incluso gente sentada en los pasillos ante la falta de espacio. Aunque no había cámaras de televisión, la expectativa por escuchar al exjugador —elegido Mejor del Mundo en 2007— era palpable. En vez de gritos de hinchada, el público respondió con aplausos, respeto y emoción.

Un encuentro lleno desde temprano

Horas antes del inicio, la iglesia ya estaba completamente llena. A diferencia de otros eventos donde predominan las actividades recreativas, este encuentro tuvo un tono completamente espiritual: culto, predicación y un ambiente de adoración. La colecta de diezmos y ofrendas —no obligatoria— se hizo pasando cajas entre las filas.

Kaká sube al púlpito: fútbol, fe y propósito

Pasados unos 30 minutos del inicio, el pastor invitó a Kaká a compartir su mensaje. Antes de comenzar, realizó un guiño a los fanáticos: tomó dos balones oficiales del Mundial 2026, hizo malabares y los lanzó al público.
Incluso sorteó una camiseta autografiada que ganó un joven que había viajado más de 530 kilómetros desde Río de Janeiro solo para estar allí.

«El poder de la presencia de Dios»: un mensaje en cinco capítulos

El exfutbolista tituló su sermón “El poder de la presencia de Dios”, estructurado en cinco partes donde vinculó momentos clave de su carrera con enseñanzas bíblicas.

Entre los episodios compartidos mencionó:

1. El accidente en la piscina (2000)

Estuvo a centímetros de poner fin a su carrera.
“No sabía si volvería a jugar… pero encontré la paz”, confesó. El silencio del público reflejaba la tensión del recuerdo.

2. La inesperada convocatoria al Mundial 2002

Aún joven jugador del São Paulo, se sumó a un equipo repleto de estrellas: Ronaldo, Ronaldinho, Rivaldo, Cafú, Roberto Carlos.
“Jamás imaginé estar ahí”, dijo, generando sonrisas cuando los asistentes reaccionaron al escuchar la lista de leyendas.

3. Las derrotas más dolorosas

Recordó la final de la Champions 2005 perdida ante el Liverpool y la eliminación de Brasil en el Mundial 2006.
“Fueron las peores derrotas de mi vida”, compartió con humildad.

4. Su salida del São Paulo

Tras orar por su futuro, pidió al presidente Marcelo Portugal Gouvêa que lo vendiera. La advertencia fue clara:
“¿Sabés quién juega en tu posición? Vas a ser suplente de Rivaldo y Rui Costa”.
Aun así, Kaká decidió ir a Milán, donde años después recibiría el premio al Mejor del Mundo, superando a Messi y Cristiano Ronaldo. Con humor, comentó la expresión del portugués en la foto del podio:
“La cara de Cris al ver el tercer puesto es graciosa”.

5. El duro periodo en el Real Madrid

Lesiones, críticas y presión mediática marcaron su paso por el club español.
“¿Quién soy? ¿El mejor del mundo? ¿O uno de los peores fichajes de la historia del Real Madrid?”, recordó.

Fue entonces cuando comprendió algo que cambió su vida.

«Descubrí que la identidad es nuestro mayor tesoro»

La conclusión de Kaká resonó con fuerza:
“No fui el mejor jugador del mundo ni el peor fichaje. Fui hijo de Dios.”
La iglesia respondió con un contundente “amén” y “gloria a Dios”.

Además, mencionó que cursó estudios de teología de manera privada y aclaró que no se considera pastor. Tras su salida de la Iglesia Renascer em Cristo, mantiene en reserva la iglesia a la que asiste actualmente, aunque continúa aceptando invitaciones para compartir su testimonio.

Un tiempo de oración, fotos y cercanía

Al finalizar, el altar se convirtió en un punto de encuentro. Decenas se acercaron con camisetas, Biblias y celulares en mano. El tramo hacia la salida duró cerca de 11 minutos por la cantidad de personas que deseaban saludarlo.

Al dejar el recinto, Ricardo Izecson —su nombre de nacimiento— volvió a su vida cotidiana. Ya no compite por trofeos ni títulos individuales: hoy se reconoce, ante todo, como un hijo de Dios llamado a compartir su fe.

Redacción
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