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El avance orgánico de la Iglesia

¿Será una utopía pensar en esto? Por más de setenta años y con unas sesenta congregaciones plantadas, me he hecho la misma pregunta.

Hay una fuerza natural en el avance orgánico de la Iglesia que se ha tratado de controlar peligrosa y sistemáticamente. Y la dificultad radica en no darle al Espíritu Santo el lugar correspondiente de guía en la expansión del Cuerpo, una tarea que se nos comisionó hace más de dos mil años, y aún hoy está pendiente.

Gritamos Maranata, y asistimos a eventos con estos lemas, pero los obreros siguen siendo pocos y las naciones sin alcanzar son muchas.

«Decimos Maranata, pero seguimos viviendo como si Él no fuera a volver en un futuro inmediato. Maranata implica la urgencia de llevar a las naciones el mensaje de Cristo».

Germán Palermo

Claro que debemos tener intimidad con el Padre, pero nuestros tiempos de intimidad no deben anular la manifestación de la vida de Cristo (que nos habita) en las calles, en las escuelas, en las fábricas, en cada lugar en donde nos encontremos.

Nuestros miedos doctrinales, por causa de las normas de nuestras organizaciones, nuestros conceptos de cristianización civilizada, retrasan la Gran Comisión y generan ambientes que bloquean y esconden lo que se nos dio; apagan el fuego del Espíritu Santo y terminan frenando el avance del Reino en la Tierra.

Y aunque estos miedos sean reales y naturales, son equivocados, porque las normas de nuestras organizaciones religiosas no son el Evangelio, y el control que ellas intentan ejercer terminan por matar y anular todo avivamiento real.

Para enviar 1200 misioneros sostenidos, hacen falta 600.000 personas que aporten económicamente. Esto NO es espontáneo; falta el denuedo y la motivación correcta. Lamentablemente, muchos están más apasionados por la misión que por Aquel a quien sirven en dicha misión; tendemos a desviamos fácilmente y a adueñarnos de lo que no es nuestro, y queremos manejarlo como mejor nos parece.

Cuando somos encendidos en la fe, esta hace que cambie nuestra vida, la forma de ver todo a nuestro alrededor. La fe produce hombres y mujeres competentes y libres para propagarla orgánicamente, en una acción espontánea y natural que genera el Espíritu Santo dentro de nosotros, no en respuesta a la estimulación externa, sino de manera interna. Lo hacemos en respuesta al amor con el que hemos sido restaurados.

No podemos ni queremos ser testigos falsos, sino que anhelamos llevar a las naciones lo que hemos recibido. Y lo que recibimos fue a Cristo, y a este resucitado; y el mismo poder que lo levantó de los muertos es el que ahora actúa poderosamente en nosotros, y nos hace valientes para responder al llamado del avance orgánico de su Iglesia.

Tiene que haber una generación bisagra, alguien tiene que estar dispuesto a pagar el precio, porque si no, podemos cometer dos grandes errores: primero, quedarnos con el conjunto de exposiciones como buenas revelaciones y seguir haciendo lo que veníamos haciendo, y segundo, no ser hallados fieles en la manera de llevarlo adelante.

Hemos modificado tan radicalmente nuestro entorno mediante las palabras que hemos soltado y que nos han sido reveladas, que ahora debemos modificarnos urgentemente a nosotros mismos para poder habitar en esa realidad espiritual, y así demostrarles a las próximas generaciones que sí es posible.

La sobrecarga de revelación nos ha colocado en un alto nivel de exigencia; urgentemente debemos dejar de preocuparnos por aquello que NO se nos reveló, y comenzar a OCUPARNOS en aquello que sí se nos reveló. Cielo y Tierra están esperando que lo manifestemos.

En este tiempo, nuestro mayor interés no debe estar puesto en la revelación del Reino y su manifestación, si no quedaremos como una generación que abortó el propósito por causa de la mucha palabrería y por no haber provocado un avance orgánico y sostenido en el tiempo. Cometeremos el grave error de ser “la generación de la revelación del Espíritu”, y dejaremos a las próximas generaciones solo en la actividad de lo que nosotros hablamos, y todo por querer comer nuevamente del árbol del conocimiento del bien y del mal, más que vivir en el Edén.

Si no tenemos avance orgánico y sostenido en el tiempo, crearemos generaciones de pensadores del espíritu y los separaremos de la acción. Pero serán solo eso, PALABRAS, y dejaremos a la próxima generación con la carga de manifestar y accionar en el activismo de lo que únicamente hablaron los “pensadores del espíritu”.

Debemos entender el propósito nos focaliza, nos centra y nos activa.

Te animo a que seas parte de esa generación que manifiesta, que siente esa urgencia, que encuentra las oportunidades para llevar el mensaje que sigue transformando vidas y que saca de la oscuridad a su Luz admirable.

Germán Palermo
Germán Palermo
Fundador de la “Red Global Vida Plena”. Ha fundado más de 50 congregaciones distribuidas en Argentina y en el mundo. Actualmente pastorea en la ciudad de Córdoba. Creador y director de CEF Training - Una plataforma virtual de entrenamiento y formación ministerial totalmente gratuita. Está casado con Sabrina Arriete y juntos tienen dos hijos.

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