¿Cuál es el fundamento de un buen matrimonio?
¡Cristo! Si queremos que el matrimonio sea un oasis de paz y bienestar y supere la prueba del tiempo debemos edificarlo conforme al plano establecido por su Creador. Tendrás “…éxito al seguir sus instrucciones en la edificación…”, 1º Crónicas 22:11 (NTV). Recuerda que “…la casa resiste… porque está fundada… sobre la roca”, Lucas 6:48 (NT-BAD). Y “la roca es Cristo”, 1ª Corintios 10:4 (NTV)
Para que un matrimonio tenga éxito hace falta más que amor, ¡hace falta Dios! Si el chico/a que te gusta no puede mantener una relación con Dios, tampoco podrá mantener una relación contigo. Si no comparte tu fe, mejor no compartas con él o ella tu vida. Pero cuidado, no te cases con cualquier ‘cristiano’ sino con alguien que ame a Dios y se distinga por la obediencia a su Palabra.
Para tener un matrimonio feliz no alcanza con que tú ames y temas a Dios. Es necesario que tu pareja también lo haga. Para que la relación sea fuerte, el amor por Dios debe ser la pasión común de ambos. En definitiva ¡si tienes mariposas por alguien que no teme a Dios, toma tres días de ayuno para que se mueran de hambre!
¿Y qué pasa con los matrimonios mixtos?
¡No son la voluntad de Dios! “No se unan… en un mismo yugo con los que no creen… ¿Cómo puede la luz ser compañera de la oscuridad? No puede haber armonía entre… un creyente y un incrédulo”, 2ª Corintios 6:14-15 (DHH). En conclusión: ¡los príncipes y las princesas sí existen, solo que tienes que buscarlos cerca de Dios porque es allí donde son formados!
¿Qué debes saber antes de casarte?
La poderosa influencia que representa una persona sin fe en la vida de su cónyuge creyente. Es muy común que quien no teme a Dios arrastre a su pareja hacia el desastre espiritual y no al revés. Acuérdate de Jezabel: “Nunca nadie se entregó tanto a hacer lo que es malo a los ojos del SEÑOR como Acab, bajo la influencia de su esposa Jezabel”, 1ª Reyes 21:25 (NTV). ¡Tienes que decidir a qué clase de persona amarás! El carácter y la vida espiritual de esa persona deben ser más deseables que su apariencia física porque, de lo contrario, echarás a perder tu matrimonio, tu vida, tu llamado y tu destino final.
¿Qué hacer si tu cónyuge te persuade para que peques contra Dios?
No lo hagas. Hasta las personas más espirituales pueden socavar la vida espiritual del cónyuge. Abraham, el “padre de la fe” presionó a su esposa para que mintiera, Génesis 12:13. ¿Y qué hizo Sara? Mintió. No te dejes persuadir para hacer algo que sabes que está mal a los ojos de Dios. Muchas mujeres bajo el pretexto de que deben sujetarse a sus esposos (Colosenses 3:18) hacen cosas que ofenden a Dios. No pongas el séptimo mandamiento antes que el primero. Obedece a Dios antes que a tu marido. Ve hasta donde puedas con tu cónyuge, pero no más allá de lo correcto porque arruinarás tu relación con Dios.
¿Qué pueden hacer quienes se casaron en yugo desigual?
Ganar a sus cónyuges para Cristo. La misma recomendación sirve para aquellos que se convirtieron estando casados. No será fácil. ¡Pero con Dios todo es posible! Algunas recomendaciones:
A) Apela al buen testimonio: “… El comportamiento de ustedes podrá convencerlos, pues verán que ustedes… honran a Dios”, 1 Pedro 3:1-2 (TLA). No malinterpretes el pasaje. No se trata de hacer ‘concesiones’ en la fe para mantener ‘la paz en el matrimonio’. Moisés no quiso tener problemas con su esposa, pero los tuvo con Dios, Éxodo 4:24-26. Sucede lo mismo hoy en día. Para evitar problemas se toleran comportamientos deshonrosos. Pero cuando existen conflictos entre la voluntad del cónyuge y la de Dios hay que obedecer a Dios. Hechos 5:29.
B) Ora por la salvación de tu familia y espera con fe. El amor es paciente. Siempre confía y nunca pierde la esperanza.
¿Puede Dios elegir a nuestra pareja?
¿Y por qué no? Es cierto que somos libres para escoger pero, ¿no sería mejor incluir a Dios en una decisión tan importante? La Biblia dice: “… Una buena esposa es un regalo del Señor» .Proverbios 19:14 (PDT). Si quieres tener un matrimonio feliz deja que Dios sea parte de él. La persona que Dios tiene para ti es mil veces mejor que la que tú imaginas en tus sueños. ¡Pregúntale a Dios! Inclínate y ora. Son mejores las marcas en las rodillas que las marcas en el corazón.
Tres recomendaciones finales:
- Encuentra a tu pareja y cásate con ella. Juntados no; casados sí. “Honorable es… el matrimonio…”, Hebreos 13:4 (RV). El pacto matrimonial brinda cobertura espiritual. ¡Blinda a la familia de los ataques satánicos!
- No convivas antes de casarte. Génesis 2:24. Podrá sonarte anticuado, pero Dios no ha cambiado. ¡No celebres debajo de las sábanas hasta que estés casado!
- No aceptes la idea del divorcio. “¡Yo odio el divorcio!…”, Malaquías 2:16 (NTV). El divorcio crea más problemas de los que resuelve. Dios no quiere que tu matrimonio sufra y termine antes de tiempo. Al contrario, espera que vivan felices. Por lo tanto, comienza con el final en mente. Nunca aceptes el pensamiento de que es posible una salida rápida si la relación se complica. En lugar de pensar en el divorcio dedícate a conquistar a tu cónyuge todos los días. ¡No eches por la borda los votos matrimoniales! Tampoco coquetees con la posibilidad de la infidelidad. ¡Recuerda que la verdadera felicidad se logra respetando los mandamientos de Dios y no evadiéndolos!