En un tiempo donde las redes sociales tienen tanta influencia en nuestro día a día, es necesario que traigamos a tierra no solamente lo positivo de estos medios, sino también la potencialidad que tienen de dañarnos en gran manera, a veces sin que nos demos cuenta.
Porque sí, es verdad que pueden ser un buen medio para comunicar, para socializar, para informarnos sobre distintos temas y hasta para hacer crecer nuestra relación con Dios. Pero hay otra parte que la estrictamente superficial. La parte donde nos mostramos a nosotros, nuestros cuerpos, nuestras caras, pero no tal como son.
Lo que tienen las redes sociales, como ya sabemos, es que solo muestran una pequeña parte de la vida de una persona, y casi siempre es la “mejor” parte de su historia. Ocultamos muchas de las cosas que nos suceden en el día a día. Simplemente no las compartimos porque no creemos que sean “adecuadas” para las redes. Pero cuando tenemos momentos lindos, metas cumplidas, fotos excelentes, entonces sí decidimos compartir.
“Si no logramos ver todo el proceso que hay detrás de cada posteo, nos creemos una falsa realidad”.
Celeste Iannelli, creadora de contenido
En las redes sociales no es usual ver personas tristes, ni en sus momentos más difíciles, y mucho menos sus luchas y sus problemas. Lo que sí nos muestran son lindas sonrisas, cuerpos atléticos y las mejores fotos de sus viajes, dejando por fuera una gran parte de lo que los hace humanos.
En las redes sociales se miente, a veces intencionalmente y otras casi sin querer. Esta es una realidad que pudiera ser inofensiva si no fuera porque lo que se ve en pantalla puede ser para algunos un parámetro de lo que “debería” ser una “vida perfecta”.
Entre todo el entramado de mentiras que se puede exponer en las redes sociales en la búsqueda de interacciones, un tema a resaltar es la falsedad que se maneja respecto a los cuerpos.
Se ha hecho tan común usar filtros que “arreglen” todas las «imperfecciones», que borren las marcas, los granos en la piel y hasta filtros que nos cambian completamente las facciones, que al dejar entrar esas imágenes en nuestras mentes salimos perjudicados creyendo que eso es lo normal.
“Nos comparamos con una ficción y ese es el punto de partida de los problemas de baja estima generados por las redes”.
Celeste Iannelli, creadora de contenido
Juzgarnos por la mirada del otro, por lo que otras personas publican en sus redes, y compararnos con la ficción que otros quieren crear en sus pantallas atenta con derribar la verdad que Dios ya dice de nosotros.
Tu identidad no está en lo que una pantalla pueda decirte. Tu identidad está en que, como dice Filipenses 2, Dios no tomó el ser Dios como algo a lo que aferrarse, sino que vino a este mundo, llegó hasta lo más bajo y todo lo hizo para que hoy puedas tener el nombre de “Hijo de Dios”.
¡Sos una persona amada, perdonada y recibida con los brazos abiertos por el mismísimo Creador del Universo! Quien te hizo, te ama. Y esa es la verdadera identidad que define quién sos.
Celeste Iannelli, creadora de contenido
Que tu identidad no dependa de lo que otras personas tan humanas como vos puedan hacerte creer. Sino que dependa de verte reflejado en su Palabra. Y para lograr eso, yo te recomiendo que te hagas estas preguntas:
- – ¿En dónde paso más tiempo, en redes sociales o en su Palabra?
- – ¿A quién le estoy creyendo, a las personas o a Dios?
- – ¿Qué opinión tiene más peso en mi vida, la del sistema o la de mi Creador?
Estoy segura de que, pasando tus criterios por ese filtro, vas a ser capaz de empezar a tomar las decisiones correctas, las que te harán sentir y saber quién realmente sos.