El concepto de “perfeccionista” se utiliza para definir a las personas que se fijan metas muy altas y poco realistas. Los perfeccionistas tienden a ser muy críticos con su propio trabajo, incluso cuando lo han hecho muy bien.

El perfeccionista siempre, pero siempre, se queda con una sensación insatisfactoria de que podría haberlo hecho mejor, que algo no estuvo del todo bien, o busca la forma de encontrar una falla en la tarea

Tener una pequeña dosis de “perfeccionismo” está bien y es saludable. Puede ser útil y funcional. Las personas que tienen una medida moderada de perfeccionismo trabajan siempre en pos de mejorar su desempeño, aprender, obtener placer al trabajar y mejorar sus habilidades. Ellos saben cuándo han llegado al objetivo satisfactoriamente y pueden finalizar contentos con la tarea o trabajo encomendado. 

Existe una forma nociva de perfeccionismo a la que denominamos perfeccionismo desadaptativo. La gente que padece de este tipo de perfeccionismo nunca está completamente satisfecha con su trabajo o con lo que ha conseguido.

Débora Pedace, psicóloga

Suelen estar infelices o ansiosos con sus tareas. Se obsesionan con hacer un trabajo “perfecto” y les lleva mucho más tiempo del esperado para poder finalizar algo. El problema con esta conducta es que tipo de personas se empieza a percibir mejor cuando repercute sobre el trabajo de sus compañeros o grupo.

Una de las peores consecuencias del perfeccionista desacatado es el impacto que esta obsesión ocasiona en su bienestar. Muchos estudios han demostrado que este tipo de perfeccionistas tienen altas tasas de correlación con procrastinación, depresión, trastornos alimentarios, conductas obsesivas compulsivas, ansiedad generalizada y baja autoestima. 

Todos estos factores afectan directamente a la moral del equipo de trabajo.

Los perfeccionistas no consiguen delegar tareas o aceptar críticas constructivas, lo que termina significando retrasos en las fechas de entrega o hasta incumplimiento del trabajo. En definitiva, terminan siendo menos productivos que otras personas y así impactan negativamente en el ámbito laboral.

¿Hay formas de empezar a manejar el perfeccionismo?

Sí, las hay. Si bien siempre es importante trabajar de la mano de un terapeuta, te dejamos pequeños consejos para que puedas reconocer y abordar este problema.

El primer paso es reconocer que el perfeccionismo excesivo no te está ayudando. No dejes que tus niveles de excelencia entorpezcan tu trabajo cotidiano o tu vida. 

Débora Pedace, psicóloga

Tené un pensamiento realista. Dado que los perfeccionistas siempre critican sus trabajos, cuerpos, formas de pensar y son negativos respecto de sí mismos, es necesario empezar a cuestionar los propios pensamientos y ser capaz de felicitarse o de estar más a gusto con el trabajo que vamos realizando. Eventualmente estos pensamientos se convertirán en un hábito que se incorporará: “Nadie es perfecto”, “Haré lo mejor que pueda”.

Preocupate menos por los detalles, así podrás ver “la foto” completa. Esto quiere decir, pensar en el objetivo principal y enfocarse en lograrlo sin detenerse en detalles pequeños. 

Desarrolla un compromiso con vos mismo para poder empezar a implementar estos cambios. 

Y, por último, cada vez que logres mejorar un poco, reconocelo y felicitate. Te hará bien para poder continuar por ese camino de autoconocimiento y cambio.

Fundadora y directora del Centro Terapéutico Integral. Psicóloga Clínica (UCA). Trabaja con adultos, parejas y familias. Posgrado en Centro Privado de Psicoterapias. Diplomatura en Terapia Cognitiva Conductual (Centro de Terapia Cognitiva).