Las mujeres se han convertido en el gran objetivo dentro de las campañas publicitarias ya que diversos estudios de mercado han revelado que ellas conforman el segmento de consumidores más importante de los últimos tiempos.

Las estadísticas muestran que estamos posicionadas como el principal perfil entre los consumidores ya que tomamos más del 80% de las decisiones de compra y, además, que éstas son impulsadas por reflexiones más emocionales que racionales o planificadas. El marketing y las campañas publicitarias tienen la responsabilidad de mantener la rueda del consumismo en funcionamiento, haciendo que los que giran en ella se encuentren permanentemente estimulados para no parar de gastar y desear constantemente tener algo nuevo.

Si buscamos la definición de “consumismo” veremos que es la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes no siempre necesarios.

El consumista no basa su felicidad en la satisfacción de cubrir una necesidad con la posesión de un bien, sino en el simple acto de adquirirlo, en la búsqueda continua de comprar cualquier cosa, incluso algo que, como dijimos recién, no sea necesario.

Insatisfacción

La mayoría de las veces, este tipo de comportamientos son una consecuencia de lo que ocurre en el interior, y por lo tanto refleja un estado de insatisfacción personal, oculto detrás del acto de consumo y las salidas de shopping, tratando de buscar en la compra el alivio a la sensación de vacío que no pueden llenar con nada nuevo.

Lamentablemente, terminamos viendo que, en muchos casos, a medida que se desatan los impulsos de comprar, también aumentan las insatisfacciones; lo que se acaba de comprar pierde rápidamente su valor respecto al nuevo deseo de compra, y así sucesivamente.

Todo esto me lleva a recordar esa vieja fábula del burro que corría detrás de la zanahoria, la misma decía que para que un burro tire de un carro había que ponerle una zanahoria ni muy cerca, ni muy lejos, sino a la distancia suficiente para que el burro crea que puede alcanzarla, sin embargo, por más esfuerzo que haga, la zanahoria siempre seguirá estando a un paso de distancia.

¿Te sentiste alguna vez como ese burro? Haciendo un esfuerzo impresionante para tratar de alcanzar algo que para otros podría ser una simple ilusión, pero que, para vos, era como esa hermosa y sabrosa zanahoria que estaba ahí, justo frente a tus ojos y eso te llevaba a desearla tanto, que te hacía esforzar un poquito más para poder alcanzarla.

Deseos ilimitados

Si vivimos pensando en la cantidad de cosas que nos faltan, en todo lo que la cultura actual nos quiere imponer como necesario e imprescindible para poder vivir, siempre estaremos insatisfechas, porque las necesidades que tenemos no son realmente ilimitadas, lo que muchas veces no tiene límites son nuestros deseos, nuestros pensamientos o la idea que tenemos de lo que necesitamos para ser feliz.

Me llama la atención ver cómo diversos estudios indican que, para ser felices en este tiempo, necesitamos poseer muchas cosas más que las que necesitaban nuestros antepasados. Ha calado tanto esta creencia que esto mismo lo podemos ver reflejado en la conducta de los niños que, cuántos más juguetes tienen, más juguetes quieren y menos juegan con ellos.

El descontento, la mayoría de las veces, nos hace tomar malas decisiones financieras. Nos hace estar siempre corriendo detrás de la zanahoria que nos falta y estar más pendiente de lo que no tenemos que de todas las bendiciones que hemos recibido.

¿Sabías que mucho antes de que se escriba esta fábula del burro y la zanahoria el Rey Salomón se dedicó a estudiar e investigar todas las búsquedas inútiles de esta vida? Su conclusión fue que nada tiene sentido. Después de darle muchas vueltas al asunto escribió:

Observé todo lo que se hace bajo el sol y concluí que nada tiene sentido. Todo es como atrapar el viento, Eclesiastés 1.14.

Por eso, gastar nuestra vida corriendo detrás de las zanahorias que “nos ponen» delante de nuestros ojos es un sin sentido, es un absurdo, es como querer atrapar el viento.

Cuando entendemos que en Dios está todo lo que necesitamos para ser mujeres felices y plenas, podemos ser verdaderamente libres de toda vana búsqueda de satisfacción personal, misma que caracteriza a muchas personas. Solo en Dios podemos encontrar plenitud y verdadero descanso para nuestro ser.

Contadora Pública Nacional (UNLP). Casada con Ezequiel Rossini y Mamá de Isidro y Francisca. Junto a su esposo forman parte del equipo pastoral de la Iglesia Vida Sobrenatural de la ciudad de La Plata y administra hace más de 10 años la Gerencia Comercial de una empresa de servicios de salud.