¿No tienes tiempo para el cuidado intensivo de la piel? Todavía puedes protegerla siguiendo los conceptos básicos. Es muy importante que la cuides, no solo por una cuestión estética, ¡sino porque nos protege del mundo exterior!
Hoy, junto a la dermatóloga Belén Macula, te contamos cómo con cuidados simples puedes recuperar la salud dérmica y todos los beneficios que te trae. Pero primero lo primero…
¿Por qué es tan importante proteger tu piel?
Según la doctora Macula, esto es crucial porque es el órgano más extenso, que funciona como barrera de defensa contra todos los agentes que pueden infectarnos o colonizarnos. Además nos protege del calor y del frio, nos ayuda a tener un apoyo mecánico del resto de los órganos y, como si esto fuera poco, una piel sana también nos puede servir de alarma ante otras patologías, presentando manchas, protuberancias y marcas que nos llamen la atención.
De esta manera nos damos cuenta de la importancia de cuidarla y mantenerla saludable. Sobre todo en verano, nuestra piel sufre muchos cambios, principalmente como consecuencia de la exposición al sol. Durante esta temporada nuestra dermis puede inflamarse, se acelera el envejecimiento y se activan los radicales libres (que pueden dañar otros tejidos).
Por eso, es sumamente importante el uso de protector solar con alto factor de protección UV (la doctora nos recomienda +50) que será la primera barrera de resguardo que podemos sumarle a nuestro cuerpo. Además, complementamos el outfit de cuidado con anteojos de sol, gorro o visera y ropa clara para no atraer los rayos solares.
Aunque no lo creas, también el estrés no controlado puede hacer que la piel se vuelva más sensible y provocar brotes de acné y otros problemas en ella. Para fomentar una piel sana —y un estado de ánimo saludable—, es necesario tomar medidas para controlarlo. Se recomienda seguir una rutina de sueño saludable, establecer límites razonables, acortar tu lista de tareas pendientes y tomarte el tiempo para hacer las cosas que disfrutas. Los resultados pueden ser más notorios de lo que esperas.
Para que la piel esté sana y pueda realizar todas sus funciones es imprescindible que esté correctamente hidratada.
Es recomendable utilizar sérums y cremas adecuadas a las características de tu piel dos veces al día, que cubran sus necesidades tanto de agua como de lípidos. A la hora de aplicarlas lo ideal sería hacerlo al tiempo que realizamos un pequeño masaje con ambas manos. Y no te olvides de hidratarte “por dentro”: ¡agua, agua y más agua!
Por último, no te olvides de ser cuidadoso con tu órgano más extenso: trata a la piel con suavidad. Limita la duración del baño ya que el agua caliente y las duchas o baños prolongados eliminan los aceites naturales de la piel. Intenta usar agua tibia.
Evita los jabones fuertes y en su lugar, usa limpiadores suaves. Si usas navajas de afeitar, aféitate con cuidado. Para proteger y lubricar la piel, aplica crema, loción o gel de afeitar antes de hacerlo y siempre aféitate en la dirección en que crece el pelo, no a contrapelo.
Secado suave: después de lavarte o bañarte, sécate la piel suavemente con una toalla dando pequeños toques para que quede algo de humedad en la piel.
La doctora Macula, además nos recuerda que es importante realizar un chequeo anual con un dermatólogo para que podamos controlar que todo esté en orden y recibir consejos sobre qué cuidados específicos estamos necesitando. Quienes posean lunares o pecas quizás deban tener dos controles anuales para descartar cualquier tipo de patología dérmica.