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¿Cómo salimos de la desmotivación?

“Puesto que en Él vivimos, nos movemos y existimos”.

Hechos 17:28

¿Qué es lo que te motiva? ¿Cuál es la pasión que mueve tu vida?

La motivación es un pilar importantísimo del comportamiento humano. Es una fuerza que nace en el interior del corazón. Es aquello que nos anima a actuar de una manera determinada. La palabra motivación viene del latín motivus y motus y significa ‘causa del movimiento’.

Algunos especialistas la definen como el “conjunto de factores internos o externos que determinan en parte las acciones de una persona” y señalan que “la motivación despierta, inicia, mantiene, fortalece o debilita la intensidad del comportamiento”.

Hay diversas teorías que explican el funcionamiento de la motivación humana, pero podríamos definirla como aquello que nos impulsa a realizar ciertas acciones y a mantener firme una conducta para llegar a cumplir nuestras metas.

Daniel Goleman, uno de los más altos exponentes en el tema de inteligencia emocional, dice: “la motivación y las emociones asociadas a ella determinan aquello a lo que prestamos atención y nos impulsa a alcanzar nuestros objetivos movilizando nuestra energía».

Así, si una persona está muy motivada en alcanzar una meta, será más fácil que descubra formas de aproximarse a ella, y trabajará más y mejor para alcanzarla”. Como señala el especialista, la motivación o ausencia de motivación traen aparejadas emociones y, por lo tanto, conductas.

Y vos ¿te preguntaste alguna vez qué es lo que te motiva? ¿Te pasó alguna vez sentirte desmotivado? ¿Experimentaste esa sensación de desánimo y falta de expectativas que acompaña a la desmotivación?

En momentos así, tuve que enfrentarme, no, con los demás, no, con las circunstancias, sino conmigo misma. Porque —no sé si a vos te pasó alguna vez como a mí— cuando uno está desmotivado, no importa lo que te digan, no importa si las situaciones a tu alrededor se modifican, no importa si desde afuera te animan (aunque siempre ayuda); en momentos así, es evidente que necesitamos poner en orden nuestro mundo interior y dar nosotros mismos el paso para generar cambios, para encontrar impulso y fortaleza, dando lugar a que el Espíritu Santo nos ministre de adentro hacia afuera.

En tiempos como estos, es productivo observarnos y preguntarnos: ¿Cuál es la raíz? ¿Desde cuándo me siento así? ¿Hubo algo puntual a partir de lo cual el desánimo y la desmotivación fueron ganando terreno en mi vida? ¿Qué pasos puedo comenzar a dar para el cambio? Porque coincidirás conmigo en que la falta de motivación nos limita, bloquea nuestro potencial y detiene la concreción de los sueños que Dios quiere llevarnos a alcanzar.

Encontrar la motivación central de nuestra vida, sin duda, es una cuestión de FE.

¿Cuántas personas corren en busca de algo que los motiva por un tiempo, y cuando lo alcanzan, otra vez aparece la sensación de vacío o insatisfacción? ¿Alguna vez te pasó?

Si bien, como leímos, la motivación es lo que nos impulsa, lo que determina nuestras acciones y es un ingrediente necesario para alcanzar metas y objetivos, ¿Cuántos se mueven en la vida por motivaciones erróneas? ¿Cuántos se esfuerzan e invierten su tiempo, sus relaciones, sus finanzas, etc., motivados por cuestiones que en el fondo terminan siendo egoístas, vacías y hasta artificiales? ¡Es que no se trata únicamente de “estar motivados” sino también de que esa motivación sea correcta!

¿Y cómo sería una “motivación correcta”? El apóstol Pablo distingue a los hermanos de la iglesia de Tesalónica como portadores de la motivación correcta que los impulsaba a servir con fe y constancia. Él les dice:

“Los recordamos constantemente delante de nuestro Dios y Padre a causa de la obra realizada por su fe, el trabajo motivado por su amor, y la constancia sostenida por su esperanza en nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonisenses 1:3).

La versión PDT lo traduce así:

“Agradecemos a Dios, nuestro Padre, porque su fe y su amor los ha animado y los inspira a trabajar. También damos gracias a Dios porque la esperanza que tienen en nuestro Señor Jesucristo los mantiene constantes”.

Qué importante es que el motor que nos impulsa a hacer lo que hacemos esté fundamentado principalmente en el amor, activado por la fe y la constancia sostenida en la esperanza en Cristo.

Para vivir motivados e inspirados por el amor al Señor, nos resultará clave  aprender a detectar cuáles son los agentes que alimentan la desmotivación, observar si están presentes en nosotros y ¡enviarles urgente la “orden de desalojo”! ¿Con cuáles de estos batallás?

El pesimismo: un agente limitante que nos neutraliza, nos lleva a enfocarnos en los obstáculos, en la “contra” de cada cosa, aparece en escena cuando antes de comenzar algo,  ya estamos declarando: “va a ser difícil”, “esto no es para mí”, “no voy a poder”. Nos hacemos una idea negativa preliminar y acomodamos nuestros pensamientos, emociones y actitudes en torno a esto.

La insatisfacción constante: cuando nos gana el perfeccionismo y nada nos llena o satisface. Pensamos: “esto se podría hacer mejor”, “no me puedo equivocar”, “nunca es suficiente”, “si no lo hago yo, todo sale mal…”, etc.

Las relaciones tóxicas: cuando nos rodeamos de personas que no edifican nuestra vida, la crítica, la queja y la comparación nos desaniman. La Biblia nos alerta claramente respecto al efecto nocivo de las relaciones de este estilo:

“Júntate con sabios y obtendrás sabiduría; júntate con necios y te echarás a perder” (Proverbios 13:20).

Un buen punto de enfoque para retomar el rumbo y seguir avanzando sin que la desmotivación nos detenga es responder estas tres preguntas:

¿Por qué estoy haciendo lo que estoy haciendo?

¿Para qué lo estoy haciendo?

¿Para quién lo estoy haciendo?

¡Que tu motivación sea más grande que el desaliento y más fuerte que los obstáculos!

Mayra Djimondian
Mayra Djimondian
Licenciada en Orientación Familiar, Coach Ontológico y escritora. Mediante sus libros, conferencias y talleres, capacita, potencia y activa a mujeres y familias desde un abordaje integral para desarrollar ser su mejor versión y vivir en plenitud. Es mamá de tres hijos y, junto a su esposo, pastorea la iglesia Tierra de Avivamiento, CABA.

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