Llevaré este mensaje lo más cerca posible de la realidad, no intentaré mostrarte un estereotipo ni modelo de cristiano sino que te hablo como joven que cree en Dios y que ama seguir a Jesús, sin importar nada más.
Hace unos días pensaba en dos pasajes que daban respuesta a interrogantes que me hago a veces. El primer pasaje responde a la pregunta más importante que podemos hacernos: ¿con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Salmos 119:9.
Este pasaje habla de limpiar el camino, lo que definitivamente nos está revelando que podemos encontrar suciedad, contaminación o basura a lo largo del viaje. Sin embargo, si entendemos la Palabra como si fuésemos viajeros, la Biblia es nuestro mapa, o si fuésemos pilotos, miraría la Palabra como una brújula.
No podemos ubicarnos en el mapa si no lo abrimos, no podemos orientarnos mientras volamos si no miramos las agujas de la brújula, no podemos limpiar nuestro camino si no leemos su Palabra. ¿Entiendes esto?
Ahora, supón mientras estás en el recorrido que alguien te pregunte ¿en dónde queda tal calle, barrio o altura?, ¿cómo podrías responder a la pregunta si no has abierto el mapa? Esta pregunta me acerca al pasaje que te hablé al principio:
En Hechos 8:30
Felipe le preguntó al eunuco etíope
—¿Entiendes lo que estás leyendo?
El hombre contestó:
—¿Y cómo puedo entenderlo, a menos que alguien me explique?
Este diálogo es tan real hoy, necesitamos entender como jóvenes que Dios no nos pide una licenciatura en comunicación ni doctorados en homilética para hablar de Él; en quien creemos y por quien vivimos.
Y si te estás preguntando: ¿Por qué debo compartir la Palabra de Dios? ¿Qué cosas de todas las que leo en la Biblia debo hablar con los demás? Ciertamente, cuando algo bueno nos pasa o cuando nos enteramos de noticias buenas no las guardamos para disfrutarlas solos. ¡Claro que no! Las alegrías se comparten y ése es el mensaje, es esperanza y victoria para todos los que creemos en Él.
Aun así, hay muchas más razones, iremos a la palabra misma, porque la Biblia habla por sí sola, observa lo que dice Romanos 10:14: Pero, ¿cómo van a buscar la ayuda de alguien en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en alguien de quien no han oído hablar? ¿Y cómo van a oír de él si no se les habla?
Es un pasaje que debe sacudirnos desde el interior. Mi intención solo es darte un empujoncito y que lo hagas desde lo cotidiano, desde los pequeños hábitos. Porque hablar de Dios no es solo pararse en las peatonales con un micrófono, no es el modelo genérico. Hoy debemos entender que nuestras vidas hablan y predican, yo quiero animarte, joven, a que seas la mejor versión de la Biblia que otros puedan leer, escuchar y ver. Pero cuidado, no cambies el mensaje, vive lo que lees.
Mira lo que dice 1 Timoteo 4:12: No permitas que nadie te desprecie por ser joven. Al contrario, trata de ser un ejemplo para los demás cristianos. Que cuando todos oigan tu modo de hablar, y vean cómo vives, traten de ser puros como tú. Que todos imiten tu carácter amoroso y tu confianza en Dios.
Esto nos revela que muchos conocerán a Dios desde nuestra persona. Porque lo estaremos mostrando en nosotros. ¿Crees que esto es mucha responsabilidad? Lo es. Aun así, no lo fuerces, esas características que menciona Pablo a Timoteo son frutos que fluyen naturalmente cuando amas su palabra y hacer la voluntad de Dios.
Considero que la Biblia es sumamente atractiva, es clara, profunda y verdadera. Sin embargo, no todos se acercarán a abrirla. Primero nos mirarán a nosotros, los que decimos ser cristianos, los que vamos a la iglesia y los que servimos activamente en una congregación, claro que es una responsabilidad, porque tu vida será estímulo para que otros se acerquen a Dios y en consecuencia habrá fiesta en los cielos. Por eso hoy quiero orar porque nuestra conducta sea digna de imitar.
Acompáñame en esta oración poderosa:
Permítenos el honor de ser imitadores de ti, Jesús. Gracias por tu palabra, gracias por tu mensaje y por mostrarnos el camino. Queremos vivir conforme a todo lo que está escrito y que seamos reflejo de tu persona, queremos ser luz en este tiempo y para las próximas generaciones. Danos entendimiento cada vez que abramos las Escrituras y revélanos lo que hay en tu corazón.
Como jóvenes queremos vivir una vida conforme a tu corazón, entender la importancia y el poder de tu mensaje, así diremos como decía el salmista: Tus enseñanzas son más valiosas para mí que millones en oro y plata. Salmos 119:72
¡En tu nombre, inmenso Jesús, amén!