Una especie animal que siempre llamó mi atención es este folívoro conocido como “perezoso”. Estos mamíferos se pasan la mayor parte de su tiempo en lo alto de las ramas de árboles ubicados en bosques de Centroamérica y Sudamérica. Duermen aproximadamente 20 horas diarias.

Llevan una vida constantemente en cámara lenta, especialmente por su dieta a base de hojas, muy baja en nutrientes. Otra razón por la cual no necesitan reacciones rápidas es porque al vivir en las alturas y durmiendo, pasan muy poco tiempo bajo amenaza.

En la película “Zootopia” aparecen una escenas muy gráficas y divertidas sobre los “perezosos”. Te dejo el link para que entres a verlo.

Así como los “perezosos”, existen muchas personas que viven constantemente a otro ritmo donde la pereza tiene gran influencia.

La pereza es la falta de motivación que limita e impide a las personas a llevar a cabo una tarea, hacer realidad los pensamientos, ideas y sueños. También se encuentra relacionada con la negligencia, flojera o descuido de los deberes u obligaciones.

La pereza y los sueños

Todos anhelamos, proyectamos y soñamos. Nos imaginamos a nosotros mismos en alguna situación diferente. Por ejemplo: recibir el título de la carrera que estudiamos; ser usados por Dios grandemente; ganar el campeonato del deporte que practicamos; ponernos de novio/a; casarnos y formar una familia; tener nuestra propia empresa, etc.

Tristemente, la pereza ocasiona en nosotros que los sueños no existan, o bien que simplemente nos quedemos ahí, en el sueño o en el simple pensamiento. Pero no avanzamos nunca. Por temor, por cansancio o por el precio que hay que pagar.

Leamos lo que dice en la Biblia al respecto.

Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño?” (Proverbios 6:9 NVI)

 El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos”. (Proverbios 13:4 NVI)

¡Perezosos, lejos!

Una dura pero real situación es que a nadie le gustan los perezosos. Lleva esa frase al ámbito que prefieras, al trabajo, al deporte, al estudio, a una relación de amistad, noviazgo, matrimonial, al servicio de Dios, etc. Es difícil realizar algo en conjunto con personas con estas características.

Una persona perezosa tiende a ser ociosa, envidiosa, irresponsable, no cumple con su palabra, no le alcanza el tiempo, critica lo realizado por los demás, no logra alcanzar metas, no siente pasión por las cosas, pierde oportunidades valiosas, deja todo para mañana. 

“Como vinagre a los dientes y humo a los ojos es el perezoso para quienes lo emplean”. (Proverbios 10:26 NVI)

El autor compara a esas personas con “vinagre a los dientes” y “humo a los ojos”. Si alguna vez hiciste un fuego, sabrás que no hay nada más molesto que el humo a los ojos. Fastidia, no te deja ver bien y hasta lastima.

¿Qué podemos hacer al respecto?

Ahora, si te sentiste identificado y te diste cuenta de que eres así, o vas en camino a serlo, tenés que saber que necesitas un cambio, y justamente en Cristo todo puede cambiar. 

Por eso, te animo a seguir los siguientes consejos:

Sé diligente

Una palabra con la debes amigarte es la “INTENCIONALIDAD”. A partir de hoy, sé intencional en poner interés y esmero en lo que hagas. Sé intencional en aprovechar el tiempo al máximo.

Mirá lo que Pablo dijo al respecto:

“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5: 15 –16 RVR1960).

Cumplí con tu palabra

Algo muy común que se está dando es que la gente no cumple con lo dicho. Como si “las palabras se las llevara el viento”.

«Para resistir a la pereza, aprendamos a cumplir con nuestros compromisos, plazos de entregas en el trabajo o estudio. Dejemos de lado la mentira, el engaño y las excusas».

Ale Schön

Jesús mismo dijo: “Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y, cuando digan “no”, que sea no” (Mateo 5:37 NVI).

Organizate

Los que me conocen saben que soy muy estructurado. Algo que necesito hacer a diario es organizar mi día. Muchas veces anoto o mínimamente lo planifico en mi mente. En todo lo que hago, intento ser organizado. En mi trabajo, en mi estudio, en el servicio a Dios. Te desafío a que lo lleves a la práctica. Hacete una agenda y obligate a cumplirla. 

Tarea para el hogar

Hagamos un ejercicio práctico

Tomá una hoja y lapicera, o bien en una hoja de texto en tu computadora. 

Analiza por unos minutos un día típico tuyo. Desde el horario en que te levantás, hasta que te vas a dormir en la noche nuevamente. Luego de ese “análisis”, hacé un listado tipo “cronograma”, hora por hora, de lo que haces.

Por ejemplo:

  • 08.00 me despierto.
  • 08.00 a 09.00 me quedo en cama mirando las redes sociales en mi teléfono celular.
  • 09.00 me levanto y me voy a bañar.
  • Continúa así, hasta el final de tu día.

Intenta separar por categorías las actividades, por ejemplo:

  • Dormir
  • Usar dispositivos electrónicos (teléfono celular, tablet, notebook, video games, etc.)
  • Estudiar
  • Comer
  • Sociabilizar (pasar tiempo con amigos, familia, Iglesia, etc.)
  • Intimidad con Dios (orar, leer la Biblia, etc.) 
  • Hacer ejercicio físico
  • Leer libros
  • Hobbies
  • Trabajar
  • Etc.

Tras realizar ese “cronograma”, sumá la cantidad de minutos y horas. Ahora, vamos un paso más, multiplica ese resultado por 7 (semana). Luego por 30 (mes). Y luego por 365 (año). Con el resultado en tu mano te darás cuenta a qué le estás dedicando más tiempo en tu vida. No solo a diario, sino semanal, mensual y cada año.

Si te has dado cuenta de que la pereza tiene lugar en vos, ahí mismo donde estás, hablá con Dios y pedile que te ayude a superarla, a proyectar y alcanzar tus sueños. A ir por esos planes tan hermosos que Dios tiene preparados para vos.