Gente llorando, largas filas de automóviles, flores por doquier, preguntas sin respuestas y una sensación de incredulidad ante la inesperada noticia de que el corazón como órgano vital de alguien se detuvo y que el último aliento de vida quedó difuminado en el cielo. 

La muerte llegó sin ser invitada. ¿Te suena familiar? Todos nos hemos enfrentado o presenciado alguno de estos tristes condimentos que no dejan más que un sabor amargo a este viaje llamado vida.La palabra muerte a lo largo y ancho del mundo tiene diversas interpretaciones, hay culturas que le dan un peso más trágico, y otras que la ven solo como un paso fronterizo a un nuevo lugar.

Pero independientemente del idioma que la mencione, su significado es universal. Es imposible no pensar en la muerte como un final, como la finalización de una vida terrenal. Para muchos, esta palabra se convierte en la peor de sus pesadillas, o en un gigante llamado miedo. Frente a esto, no caben dudas que la muerte es una circunstancia inevitable de la vida, todos nos dirigimos a ese punto, es lo más seguro. 

Pero si vamos un poco más allá, nos encontramos con otro escenario donde hay quienes experimentan la muerte como una condición del corazón más que del cuerpo. Personas que caminan, respiran, hablan, incluso sonríen, pero, de hacer un viaje a lo profundo de sus almas, solo nos encontraríamos con seres que, como si fueran actores de reparto de The Walking Dead, se mueven en este mundo como “muertos vivientes”. 

Personas que conviven a diario con pensamientos autodestructivos de inferioridad, con pecado, ansiedad, pánico, falta de perdón, una autoestima sepultada bajo complejos o palabras del pasado que siguen resonando con fuerza, falta de motivación o ganas de vivir, entre miles de razones más.Coincidimos en el hecho que la muerte como tal, es inevitable.

«Sin embargo, el corazón puede evitar un trágico final si se encuentra con el desfibrilador del cielo«.

Para recibir ese shock de corriente que puede darle pulso sobrenatural a nuestro ser, necesitamos encontrarnos con la fuente de esa corriente que tiene por nombre Jesús. ¿Cómo puedo llegar a esa conclusión? Públicamente, ante una gran cantidad de testigos quedó en claro que Jesús, lejos de quedarse como un cuerpo inerte en una tumba resucitó y le dio un giro de 180º a la historia de la humanidad. Solo Cristo pudo enfrentarse a la muerte y no solo atravesarla, sino que derrotarla. 

“Oh muerte, ¿dónde está tu victoria? Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?”1 Corintios 15:55 NTV

«Lo más interesante es que venció a la muerte con un símbolo de muerte: La cruz«. 

La cruz era uno de los elementos de tortura más efectivos, porque no solo generaba dolor y asesinaba lentamente, sino que era una herramienta generadora de vergüenza para su víctima y para el entorno de ella. La cruz cultivó una catastrófica reputación, abrazando y matando a miles y miles de personas hasta que Jesús fue abrazado por ella, y las cosas no volvieron a ser la misma.

La pregunta que conmueve mi corazón: ¿Cómo es posible que un símbolo de muerte, que tiene una terrible historia, hoy es un exponente de vida en todo el planeta? La respuesta es simple, solo bastó que Jesús pase por ella para darle un nuevo significado. Pudo haber matado a muchos, pero con Cristo se convirtió en símbolo de salvación. Porque cuando Jesús toca algo/alguien no solo cambia su significado, sino que lo potencia.

Esto me lleva a pensar en lo significativo e importante que es el encuentro entre nuestras vidas y su presencia. Podemos esforzarnos mucho en cambiar nuestra reputación o valor, pero solo Jesús tiene la capacidad de resignificar nuestra existencia. ¿Podría salir algo bueno de Nazaret? ¿de esa familia, ciudad o pasado? Por supuesto, siempre que Cristo sea el protagonista, aun el peor escenario puede ser sanado, restaurado y transformado

A la luz de esto, queda claro que, si Jesús resignificó la cruz como símbolo de muerte y aun la muerte misma, puede resignificar la muerte en nuestro corazón. No importa si estamos sin pulso, la mejor técnica de RCP la tiene Él, quien entregó todo por nosotros para que hoy podamos disfrutar una vida llena de vida y una eternidad con el generador de vida en persona.

“Pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores”. Romanos 5:8 NTV

Esta nota es una cita de Dios con corazones muertos en vida. Si sientes que ésta es tu realidad, es el momento para que Jesús resignifique tu existencia, todavía hay tiempo. ¡Nuevas son sus misericordias cada mañana!

Nací en Misiones y tengo 24 años. Soy creador de contenido en redes sociales. Disfruto predicar y escribir. Soy estudiante de counseling. Estoy casado con Ailen y junto a ella pastoreamos el Ministerio Impacto Cristiano IEC en la ciudad de Aristóbulo del Valle, Misiones.