Voy camino a la facu, bondi lleno, hace frío pero hay solcito y Dios me tocó el corazón mientras leía este fragmento de Lucas 7:
“Ser consciente de cuánto Él nos ha perdonado, es vital para devolverle una adoración sincera y profunda.”
Historia de una mujer pecadora:
”Uno de los fariseos invitó a Jesús a cenar, así que Jesús fue a su casa y se sentó a comer. Cuando cierta mujer de mala vida que vivía en la ciudad se enteró de que Jesús estaba comiendo allí, llevó un hermoso frasco de alabastro lleno de un costoso perfume. Llorando, se arrodilló detrás de él a sus pies. Sus lágrimas cayeron sobre los pies de Jesús, y ella los secó con sus cabellos. No cesaba de besarle los pies y les ponía perfume. Cuando el fariseo que lo había invitado vio esto, dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría qué tipo de mujer lo está tocando. ¡Es una pecadora!».
Entonces Jesús respondió a los pensamientos del fariseo:
—Simón —le dijo—, tengo algo que decirte.
—Adelante, Maestro —respondió Simón.
Entonces Jesús le contó la siguiente historia:
—Un hombre prestó dinero a dos personas, quinientas piezas de plata a una y cincuenta piezas a la otra. Sin embargo, ninguna de las dos pudo devolver el dinero, así que el hombre perdonó amablemente a ambas y les canceló la deuda. ¿Quién crees que lo amó más?
Simón contestó:
—Supongo que la persona a quien le perdonó la deuda más grande.
—Correcto —dijo Jesús.
Luego se volvió a la mujer y le dijo a Simón:
—Mira a esta mujer que está arrodillada aquí. Cuando entré en tu casa, no me ofreciste agua para lavarme el polvo de los pies, pero ella los lavó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me saludaste con un beso, pero ella, desde el momento en que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no tuviste la cortesía de ungir mi cabeza con aceite de oliva, pero ella ha ungido mis pies con un perfume exquisito.
Te digo que sus pecados que son muchos han sido perdonados, por eso ella me demostró tanto amor; pero una persona a quien se le perdona poco demuestra poco amor.
Entonces Jesús le dijo a la mujer: «Tus pecados son perdonados».
Los hombres que estaban sentados a la mesa se decían entre sí: «¿Quién es este hombre que anda perdonando pecados?».
Y Jesús le dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado; ve en paz».“
Creo que con esto Jesús se refería a que mientras más conscientes seamos de nuestro pecado, de nuestra caída, nuestras faltas hacia Él y nuestra incapacidad humana para alcanzar la santidad, más valoraremos la obra redentora de la cruz.
Este pasaje me lleva a preguntarme: ¿estoy entendiendo lo que verdaderamente hizo Jesús por mí?
¿Soy consciente de lo mucho que yo necesitaba esa cruz?
¿Soy consciente de mi pecado? ¿En qué momentos he tenido una actitud de “superación” como la que tuvo Simón?
Él era nuestra única salida a la eterna condena, y brindó un medio para llevarnos a la salvación, demostrando el amor de Dios en su máxima expresión.
Él brindó un medio para reconciliarnos con Él mismo, para perdonarnos, y no sólo para redimirnos, si no para restaurarnos a nuestro diseño original, transformándonos en hombres y mujeres perfectos en santidad que aman como Él ama, con Su amor sin fallas.
Oro cada día para enamorarme más y más de Él, pero hoy el Señor me llevó a reflexionar en que no puedo expresarle tanto amor a Dios si primero no me hago consciente de lo mucho que necesito de Él, y para notarlo, es necesario hacerme consciente de cuán imperfecta soy.
¡Esto duele! He tenido noches llorando desolada por sentir la culpa de los pecados con los que he luchado y lucho, y aunque la culpa no se siente nada bien, esta me ha ayudado a notar cuánto necesito de Jesús. Él vino para alivianar esas cargas en mí, para hacerme ver que cuando yo no puedo ser perfecta, Él ha sido perfecto por mí, y por ende yo lo soy si estoy en Él.
La culpa puede llevarnos a dos situaciones:
1. Vergüenza y escondite: En esta situación me he encontrado múltiples veces. Luego de pecar, le doy lugar a pensamientos como “Dios está decepcionado de mí”, “no soy suficiente”, “no soy hija”,“he perdido mi relación con Él”… etc.
2. Arrepentimiento y cobijo: En esta situación también he tenido pensamientos de insuficiencia luego de pecar, la diferencia es que estas ideas las erradico con unos nuevos: “yo no soy suficiente pero Jesús SI lo es”. Esta situación me lleva a orar, arrepentirme y buscar Su cobijo. Esta situación me impulsa a reflexionar en Su obra y sentirme mucho más agradecida y motivada a seguirlo porque menos mal que Jesús hizo lo que hizo en esa cruz, de otra manera, no tendría salida.
Y este es Su plan, que mientras esperamos Su regreso, nos ocupemos en conocerlo cada día más, estudiando intensamente Sus enseñanzas, notando nuestras faltas, haciéndonos conscientes de nuestro pecado, siendo transparentes con Él y llorando cuando hay culpa y vergüenza, pero alegrándonos y adorándolo porque Él hizo lo que hizo para darnos perdón, para recibirnos y limpiarnos, y cada día perfeccionarnos. Por consecuencia, nos llenaremos del perfume de Su esencia, para que en el día de nuestro encuentro, Jesús vea a su amada novia sin mancha, la iglesia.
”…no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir la misericordia y encontrar la gracia que nos ayuden oportunamente.“
No pases a la siguiente actividad sin reflexionar en esto y orar por tu entendimiento del Evangelio.