En las ediciones anteriores estuvimos trabajando el ordenamiento de las finanzas y el ahorro. Entendimos que el plan de Dios para cada una de sus hijas es que alcancemos la libertad financiera y para eso reflexionamos en la importancia de armar un presupuesto y de cómo generar ahorros.
Hoy quiero hablarte de otro tema fundamental, las deudas. El endeudamiento es uno de los principales problemas que actualmente está atravesando la clase media argentina. Hace unos meses leí un artículo que decía que más del 70% de las familias de clase media están endeudadas (este porcentaje se incrementó casi en un 10% respecto del año pasado, según revelan las cifras de la consultora D’Alessio Irol).
La poca educación financiera y el alto nivel de consumo que nos ofrece la cultura en la que estamos inmersas han llevado a muchas familias a vivir endeudadas como un estilo de vida. Saliendo de una deuda para entrar en una nueva, teniendo las tarjetas de crédito al rojo vivo y haciendo malabares para tapar los baches financieros que van dejando mes a mes.
Lamentablemente, las crisis económicas no solamente afectan las cuestiones financieras del hogar, sino que muchas veces esos problemas financieros no resueltos repercuten en crisis matrimoniales, problemas para conciliar el sueño, alteraciones en el humor o crisis de ansiedad.
Sin embargo, el apóstol Pablo nos deja un consejo en la palabra de Dios, simple pero cargado de sabiduría, «no tengan deudas pendientes con nadie» (Romanos 13.8 NVI).
Esto nos evitará grandes dolores de cabeza y nos permitirá disfrutar de la libertad financiera que Dios soñó para cada una de nosotras. Lo que ocurre cuando nos endeudamos, es que nos convertimos en esclavos de nuestros acreedores (Prov 22.7 NVI), y ninguna de nosotras fue creada para vivir en esclavitud.
“No te olvides que el ahorro será la llave que te permitirá alcanzar la libertad financiera”.
Por eso, hoy quiero dejarte algunos consejos que pueden ayudarte a salir de las deudas:
- En primer lugar, entregale el total control a Dios de tus finanzas y pedile sabiduría para salir de todas y cada una de tus deudas. Si vivís con tu familia, hablá con ellos, ya que todos tienen que tener el mismo objetivo y tienen que ser intencionales en esto. Recordá que hay un enorme poder en el acuerdo.
- Hacé una lista de todas tus deudas, podés organizarlas por orden de prioridad, puede ser que comiences saldando aquellas deudas más antiguas o ser un poco más estratégica y elegir saldar primero aquellas que tengan una tasa de interés más alta (por ejemplo, si venías pagando el mínimo de tu tarjeta).
- Es fundamental que trabajes con un presupuesto actualizado y que tengas bien identificados todos tus ingresos y todos tus gastos.
- Fijate cuáles son aquellos gastos de los cuales podés prescindir, elegí recortarlos con el fin de saldar deudas vigentes y procurá, hasta que saldes todas tus deudas, no tener gastos innecesarios y mucho menos no generes nuevas deudas (si es necesario guardá tus tarjetas de crédito por un tiempo o rompelas para no seguir en el mismo círculo vicioso). Si trabajás en relación de dependencia podés destinar el aguinaldo o cualquier ingreso extra que aparezca para saldar las deudas. Si es necesario, considerá vender algún bien que tengas para cancelar las deudas. No te olvides de ser racional con el uso del dinero y mantenerte firme en tu objetivo de salir de las deudas.
- Armate un plan de pagos, real y que se adapte a tu situación actual (algo que puedas cumplir y mantener en el tiempo). Hablá con tus acreedores para refinanciar tus deudas.
- Y, por último, no te olvides de celebrar y agradecer a Dios por cada deuda que dejes atrás.
Una vez que logres salir de todas tus deudas, te animo a que puedas tener una economía ordenada, libre de deudas y que puedas cambiar el hábito de tomar deudas por el hábito del ahorro.
Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud. Gálatas 5:1 NVI. Decidí no huir de tus deudas y afrontarlas de una manera responsable, que honre a nuestro Padre Celestial. Dios quiere hacerte verdaderamente libre, incluso de tus deudas financieras.
¡Dios te bendiga!