Cuando un joven toma decisiones sobre su sexualidad, estableciendo límites ante tentaciones o reorientarando sus prácticas, lo primero que se me viene a la mente es: ¡qué valiente! En una época donde pareciera que todo gira alrededor de la inmediatez y de “seguir lo que sientes”, tomar un camino diferente no es sencillo.
Pero ojo, esto no significa que renuncien a su sexualidad o que tengan que reprimirla como si fuera algo malo. Es todo lo contrario: están aprendiendo a ordenar y gestionar una parte maravillosa de su humanidad.
La sexualidad no se reduce a lo que pasa en un cuarto oscuro (o iluminado, dependiendo). Es una dimensión espiritual que incluye emociones, relaciones, valores, espiritualidad y cómo una persona se ve a sí misma. Cuando un joven decide poner límites, no está negando su sexualidad, sino definiéndola a su manera. Ayúdales a entender que su decisión es un acto de conciencia, no una renuncia.
La sexualidad no es el enemigo
La sexualidad no se reduce a lo que hacemos con nuestros cuerpos; incluye cómo pensamos, sentimos y nos conectamos con otros. Si alguien decide pausar ciertas prácticas, no está dejando su sexualidad atrás, solo está tomando las riendas. Es como si estuviera diciendo: “Yo decido cómo quiero vivir esto, y no al revés”.
No se trata de apagar el deseo o hacerse de piedra. ¡Eso ni es sano ni es posible! El deseo es natural, es parte de lo que somos. Lo importante es entenderlo, reconocerlo y decir: “Ok, esto está aquí, pero yo tengo el volante”. Porque si solo vivimos en automático, el deseo puede terminar manejándonos a nosotros.
«En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas». Gálatas 5:22-23
Gestionar, no reprimir
Es normal que el deseo sexual sea un desafío, sobre todo cuando se decide no actuar en función de él. El deseo no es un problema que hay que erradicar, sino una energía que se puede canalizar hacia actividades que construyan en lugar de desgastar. Ayúdales a entender y gestionar lo que sienten. La clave está en acompañarlos para que no se sientan culpables por desear, sino orgullosos por elegir cómo expresarlo.
La clave está en aprender a gestionar el deseo, no en aplastarlo o fingir que no existe. Cuando surge, es útil detenerse un momento y pensar:
- ¿Esto es solo deseo o hay algo más detrás?
- ¿Me siento vulnerable, aburrido/a, solo/a?
- ¿Qué puedo hacer con esta energía?
El cuerpo no necesita siempre “acción sexual” para procesar el deseo. Puedes hacer ejercicio, dedicarte a algo creativo o incluso tomarte un tiempo para reflexionar. A veces, es tan simple como canalizar esa energía en algo que te llene y no te deje vacío/a después.
La cercanía con alguien no siempre tiene que ser sexual
En nuestras relaciones, a veces confundimos intimidad con sexo. Pero hay muchas formas de estar cerca de alguien que no pasan por lo sexual. ¿Qué tal un abrazo largo, una conversación sincera o incluso un buen rato compartiendo algo que aman? Las relaciones profundas no necesitan “acción física” para ser auténticas y llenas de amor.
Libertad, no miedo
Si decides tomar un camino diferente a los impulsos que tu sexualidad produce, no lo hagas desde el miedo o la culpa. Dios no te pide que vivas con terror a equivocarte. Él no es un policía esperando para multarte, sino alguien que te ama y quiere que vivas con propósito. Esto no va de ser perfecto, sino de avanzar con intención y aprender en el proceso.
La sexualidad no es algo de lo que debas escapar o esconderte, sino un regalo para vivir con sabiduría, creatividad y amor. Es parte de ti, y puedes decidir cómo quieres expresarla de forma que refleje lo que crees, lo que sientes y lo que sueñas.
Lo que de verdad importa
Al final, no importa tanto “lo que haces” sino quién decides ser. Estas decisiones sobre tu sexualidad pueden ser un acto de libertad y amor propio, siempre y cuando las tomes desde la paz, no desde la presión. Porque vivir tu sexualidad de forma positiva es celebrarlo desde la perspectiva eterna, en donde esta fue creada y pensada.