Recibimos en nuestro estudio a Christopher Shaw, escritor de los reconocidos devocionales “Dios en Sandalias”, “De Día y de Noche” y “Alza Tus Ojos”, en una charla dinámica y reflexiva que exploró distintos temas que forman parte de la Iglesia y nuestra comunión personal con Dios.
El escritor y predicador conversó con Sebastián Liendo sobre la importancia de entender a la comunicación con el Padre como algo diario e indispensable para una vida llena de aprendizaje, y dejando que Cristo sea formado en nosotros.
Dejarse encontrar por Dios
Sebastián Liendo: La verdad es que conocemos mucho de vos. Te vemos en los clips que estás sacando en este tiempo sobre reflexiones diarias, devocionales que llegaron a la mayoría de las casas de lo que estamos hoy en día acá. Y yo te he escuchado decir una frase que dice que “el desafío de la vida cristiana no es encontrar a Dios, sino dejarse encontrar por Dios”. Y creo que le da un cambio de fuente. ¿Cuál fue el momento en que te dejaste encontrar o cómo fue tu experiencia de dejarse encontrar?
Christopher Shaw: Yo creo que nosotros tendemos a ubicarnos en el rol de protagonistas en nuestra propia historia. Y cuando yo leo el texto y el relato de la palabra acerca del trabajo que Dios hace con nosotros, el protagonista claramente es el Señor. Entonces, en algún momento empezás a reflexionar sobre textos que hablan más del interés que tiene Dios de conectarse con nosotros que del interés que nosotros tenemos de conectarnos con Él.
Cuando yo descubro o medito en el hecho de que Dios está más interesado en relacionarse conmigo y que Dios sale a mi encuentro, mucho del esfuerzo que estoy haciendo en la vida cristiana y espiritual, no la tengo que hacer más, porque la mitad de la batalla ya está ganada con un Dios que sale a buscarnos antes de que a nosotros se nos ocurra empezar a buscarlo a Él. Y me parece que eso me ayuda a relajarme y entender que la vida espiritual no depende tanto de lo que yo estoy haciendo, sino de prestar atención a lo que Él está haciendo.
Dios está activo todo el día y se mueve en los espacios donde yo me muevo. Y mi desafío es, de alguna manera, estar atento. Hay una frase que uso que es “vivir distraído”, porque creemos que la vida espiritual es para ciertos momentos del día. Entonces ando por la vida distraído. Cuando logro resolver esa distracción y entender que en cualquier lugar y cualquier momento Dios puede acercarse y hablar conmigo, empiezo a andar por la vida con otra atención y descubro, para mi sorpresa agradable, que Dios se cruza conmigo, me dice cosas, me anima, me orienta, me corrige en el andar cotidiano. Es maravilloso.
Dios me incomoda
SL: Mientras escuchaba, se me venía a la cabeza cuando dice que el “Cordero fue inmolado antes de la fundación del mundo”. Que eso es increíble. Nosotros no habíamos ni siquiera abierto los ojos, y Cristo ya había muerto en la eternidad. El Cordero había sido inmolado. Y fuimos escogidos ahí antes de todo y hasta antes de la caída. Porque fuimos escogidos ahí antes de la fundación del mundo.
Y cuando te escuchaba hablar, pensaba que es un cambio de fuente constante ¿no? Pero lo podemos ver en las cartas, por ejemplo, en las charlas entre Pablo y Pedro, cuando empiezan a hablar del problema de que algunos de la iglesia volvían a guardar los sábados y empieza a explicar a Timoteo y le dice “Ojo con esto, ojo con aquello”.
¿Por qué el ser humano necesita merecer algo? O sea, ¿por qué necesita constantemente que “hacer” sea más importante que el “ser” o el disfrutar el hacer de Dios?
CS: Creo que cuando empiezo a caminar con ese Dios que está activo y que me está buscando a mí, Dios me incomoda porque me saca el control de mi vida, y de alguna manera me indica “yo no respeto ni tus horarios ni tus espacios, no hay lugares sagrados para que yo me acerque a vos”.
El lugar sagrado es el espacio donde nos encontramos con Dios. Puede ser en la parada del bus o cuando estoy en el supermercado, cuando estoy manejando o cuando estoy caminando por la calle o estoy en una conversación. Entonces ese Dios me incomoda a mí, porque irrumpe en mi vida en los momentos menos esperados y a nosotros no nos gusta vivir mucho con la incomodidad. Entonces creo que empezamos a crear estructuras, ciertos espacios y decidir nosotros cuáles van a ser los momentos en el cual nos conectemos con Dios para darle un elemento más predecible a la vida.
Yo creo que lo que Dios quiere hacer es desordenar eso un poquito y ayudarnos a entender que Él no nos llama a estar cumpliendo con una serie de requisitos, sino que nos invita a ser partícipes de una relación. Y una relación tiene dinámicas que son difíciles de definir y tengo que prestar atención a esa relación, la tengo que cultivar y la tengo que trabajar continuamente. No es que ya hice lo que tenía que hacer y ya está. Esa relación y ese elemento de relación tiene que ver más con lo que yo soy que con lo que yo estoy haciendo.
Volver a convertirnos todos los días
Tengo una frase que es “volver a convertirnos todos los días”. Pero volver a convertirnos no es abrazar la salvación, para mi es convertirnos de las imágenes erradas que tenemos acerca de quién es Dios. Y me parece que una de las funciones centrales de la persona de Jesús, es visibilizar al Padre invisible para los discípulos, de tal manera que cuando está terminando su ministerio, les dice a los discípulos: “Y me vieron a mí, vieron al Padre”.
Continuamente, lo que los discípulos ven en Jesús los descoloca y es parte del trabajo que tiene el Señor de limpiarnos o de quitar las malas interpretaciones acerca de quién es el Padre realmente y ayudarnos a acercarnos al verdadero Padre. En este proceso, no solamente Dios nos habla a nosotros personalmente, sino que lo hacemos también en la riqueza de la comunidad, es decir, otras personas que son parte de la comunidad de fe, me ayudan también a mí a identificar distorsiones que tengo acerca de quién es nuestro Padre Celestial, para que cada vez más mi caminar sea con el Dios verdadero, porque es el encuentro con Él el que a mí me transforma.
He hablado con pastores sobre lo que llamo el Dios domesticado, que es un Dios que es parecido a nosotros, pero un poquito mejorado. Es una versión mejorada de nosotros mismos. Y yo digo “ese Dios domesticado nos entretiene pero no nos transforma”. Yo tengo que estar dispuesto a abrazarme a un Dios que es misterio, que es enteramente diferente a todo lo que yo pueda imaginar. Un Dios cuyos caminos no son mis caminos, sus pensamientos no son mis pensamientos, y continuamente está purificando mi percepción de quién es Él para que yo me acerque al Dios verdadero y abandone por el camino las falsas imágenes de Dios que he sacado del entorno donde yo estoy, porque tendemos a atribuirle a Dios las características de los padres que hemos visto a nuestro alrededor.