No sabía lo que era una relación personal con el Padre, solo lo que había visto en mis familia desde niño. Pero Dios tenía otro plan: una relación verdadera que me traería misión de vida.
Dios nos creó con talentos y habilidades para movernos, correr, saltar, nadar, patear, lanzar, atrapar, etc. Y además el deporte se realiza en comunidad, para el beneficio de otras personas, ya sean compañeros, rivales o aficionados.
Hace un año, y sin saber que estaba a un par de meses de quedar encerrado en casa solo a causa de la pandemia, me embarqué en una aventura. Fue tan solo una semana, pero con un montón de momentos memorables.
Ser padres nos recuerda más sobre Dios, su fidelidad y amor para con nosotros, por el privilegio y responsabilidad que recibimos para amar, criar, educar y liderar bien a nuestros hijos
En los años de trabajo en el ministerio nos encontramos con diferentes historias de vida que nos han llevado a plantearnos y pensar: ¿Cómo veo a los niños?, ¿Sobre qué fundamento estamos parados cuando nos relacionamos con ellos?, ¿Sigo condicionado por las experiencias de mi infancia?
La palabra “verdad” en el siglo XXI tiene una connotación que dista de su real significado y está sometida a los criterios individuales de cada persona.