La salud mental se trata del bienestar psíquico, emocional y social que permite llevar adelante la propia vida, las relaciones y la comunidad en la que vivimos.

Según la organización mundial de la salud, los padecimientos mentales están entre las cinco enfermedades más frecuentes en América, entre ellas encontramos las más reiteradas como la depresión, ansiedad y el consumo problemático de sustancias. 

Debido a la pandemia y al aislamiento obligatorio, los casos de padecimiento mental han aumentado de una manera significativa, sobre todo en las ciudades grandes de nuestro país, donde hay mayor población y el aislamiento permaneció más estricto. La salud mental es sumamente importante, porque de diferentes maneras influye en nuestro vivir cotidiano, en nuestra manera de desarrollarnos y ver el mundo. 

En muchas ocasiones llegan pacientes a los consultorios como última opción, después de pasar por varios médicos, análisis y especialista, llegando a la conclusión que su dificultad es emocional o psicológica.

«Muchas veces tiene que ver con prejuicios o desinformación de las dificultades mentales o aun del ejercicio de los profesionales de esta área» 

En relación a la iglesia, hubo una apertura importante a la salud mental desde hace un tiempo, se permitió hablar, tratar y promover, aunque aún faltan espacios de acompañamiento para personas con dichas dificultades y para sus familiares cercanos, ya que el entorno se ve afectado. 

Muchas de las personas que padecen dificultades mentales acuden a las iglesias en busca de ayuda, encuentran consejería, hay oración y cierto acompañamiento en algunas instituciones. Pero se desconoce cómo tratar o acompañar a las personas con depresión, ataques de pánico, fobias o trastorno de bipolaridad y demás. En muchos casos hay una demonización de la persona y en vez de ayudar se dificulta el proceso de sanidad, ya que el paciente se siente desplazado y sin un lugar que pertenecer en la institución. 

Debemos trabajar con el prejuicio que hay en las patologías mentales, en cierto modo son los incomprendidos, despreciados de la sociedad, pero Dios también los ama y está interesado en que la iglesia pueda sembrar esperanza, misericordia y compasión. 

Por como se vienen dando las estadísticas por los aumento de enfermedades mentales, debemos como iglesia considerar que hay un campo nuevo y desconocido, de personas quebrantadas, que no son así porque quieren, sino que padecen una herencia de heridas, de recuerdos, pensamientos, dificultades psicológicas, orgánicas y aún espirituales, de las cuales solos no pueden salir. Necesitan ayuda profesional, el acompañamiento de su familia y la contención de su comunidad de fe. 

La iglesia debería funcionar como una red para trabajar con el que padece, la familia y la sociedad

  • Estar abiertos a hablar más de la salud mental en las iglesias, para poder de alguna forma brindar recursos y herramientas para prevenir las enfermedades, como también para que el que padece no lo esté negando, por temor a que dirán, sino que tenga la libertad de buscar ayuda profesional y de consejería. 
  • Aprender a mirar y tratar a estas personas con gracia y misericordia, a todos nos puede pasar más cerca o más lejos, en momentos de crisis poder acompañar, escuchar y brindar esperanza. En muchos casos después de su proceso encuentran la sanidad, en otros deben aprender a vivir con la enfermedad, manteniéndola estable. 
  • Poder brindar un espacio de servicio o aun de trabajo, como de ayuda profesional para poder desarrollarse en la vida de la manera más saludable que le sea posible. 
  • Algo muy necesario es el acompañamiento a los familiares en cuanto comprensión, capacitación y ayuda emocional, como tal vez en muchos casos física o económica. 

Como iglesia ¿qué estaríamos dispuestos a hacer? por esta área de la sociedad olvidada o ignorada en muchas ocasiones, pensemos que muchos de nuestros hermanos que se sientan a nuestro lado los domingos en la iglesia, podrían estar padeciendo en silencio por miedo a la culpa o el rechazo, acallan su dolor, porque no saben con quien hablar por miedo.  Según la estadística del ministerio de salud de la Argentina una de cada tres personas presentó dificultades de salud mental en alguna ocasión de su vida. Podemos seguir ignorando esta problemática o pensar ¿qué haría Cristo en estos tiempos, con los que padecen mentalmente? ¿Vos qué podrías hacer? Es posible imaginarlo tomando tiempo, abrazando, amando, perdonando y dignificando a los padecientes de estos tiempos y todo a través de su Iglesia. “Les digo la verdad, cuando se negaron a ayudar al más insignificante de estos, mis hermanos, se negaron a ayudarme a mí”, Mateo 25:45 NTV.

Ruth Benitez-cru-salud-mental

Sobre el autor:

Soy Ruth Benitez, Lic. en psicología, coordinadora de Cru en la Provincia de Misiones. Trabajo con estudiantes, profesionales y matrimonios en su desarrollo y crecimiento personal y espiritual. Ejerzo la profesión en consultorio privado, y estoy estudiando un máster en psicología cognitiva y conductual. Soy esposa de Sergio Grube y mamá de Ezequiel de siete años. Durante siete años hemos sido pastores de jóvenes y adolescentes, en la actualidad co-pastores en la I.D.C de Posadas.

Somos Campus Crusade for Christ International (ahora conocida también como Cru). Fundada por Bill y Vonette Bright en 1951 en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Dios los guió a ver el valor estratégico de los estudiantes universitarios para ayudar en el cumplimiento de La Gran Comisión. Hoy más de 25,000 coordinadores sirven con este ministerio alrededor del mundo.