Luego de 2 notas anteriores, refiriéndonos a la relación histórica entre Argentina y el protestantismo, cómo se originó y cómo se desarrolló.
Esta historia, que he intentado resumir de manera más óptima posible, estuvieron involucrados varios actores y organizaciones. La iglesia católica, los gobernantes y la masonería, entre ellos. En este punto quiero hacer una aclaración: no se trata de echarle la culpa de lo malo que nos sucede hoy en día, simplemente consiste en hacer una pequeña revisión de lo que nos ha sucedido y ver qué podemos hacer de aquí al futuro.
Además, no somos los únicos que pasamos por esto: todos los países latinoamericanos que nos rodean, también pasaron por procesos históricos similares. Es decir, también tuvieron oposición clerical católica, grupos masones, conflictos políticos, lo que no sirvió de determinismo.
Aclarado este punto, quiero contar un poco cómo fue el siglo más cercano a nosotros.
La inmigración que trajo esperanza
Luego de 1880, cuando Argentina ya era un país establecido en cuanto a leyes y libertades, los inmigrantes comenzaron a arribar a nuestro país. La mayoría de ellos provenían del sur europeo, de mayoría católica, aunque también en esta inmigración europea vinieron personas del norte europeo protestante, como alemanes, noruegos, ingleses y daneses. Fue así que comenzaron a establecerse colonias en donde una buena parte de la población eran protestantes. La mayoría de estas colonias se establecieron en la Pampa húmeda y la Mesopotamia argentina.
Como he dicho anteriormente, a pesar de las libertades, de las organizaciones e instituciones que aseguraban la instalación y permanencia de grupos protestantes -tal como pretendía Alberdi, el “masón” pensador de la constitución argentina, que estos habitaran y establecieran granjas y fábricas-, siempre fueron minoría, rondando entre el 1 y 5%, minoría que compartían con los judíos y musulmanes.
1954: la primera campaña evangelística
Durante el segundo mandato peronista, la lucha de Perón con la iglesia católica, los militares y la situación débil económica, permitió que un pastor estadounidense realizara la primera campaña evangelística -tal como la conocemos hoy y la primera de este estilo, hasta donde he investigado-. El presidente lo permitió para darle lugar y cabida a un movimiento cristiano que no fuera de profesión católica, debido a las peleas y contradicciones que estaba teniendo con esta.
Tommy Hicks, el protagonista de esta campaña, obtuvo el permiso de realizar un acto religioso -en esa época estaban prohibidos las manifestaciones y actos que no obtuvieran permiso presidencial- primero en el estadio del Club Atlanta y luego, se trasladaron a la cancha del Club Huracán, siempre en Buenos Aires. Luego de dos meses de intensa tarea, retornó a Estados Unidos, no sin antes dejar la primera semilla del evangelio en nuestro país. Este fue un gran antecedente, aunque hasta 1960, seguía siendo el protestantismo el 1% aproximadamente de la población argentina.
La noche más oscura, el final más democrático
El año 1976 es una fecha clave creo que, a estas alturas, a nadie se le pasa desapercibido. Pues el inicio del Proceso de Reorganización Nacional -tal como se autodenominó la última dictadura- tuvo como fin “reorganizar”, según su propia visión, la sociedad, la política y la economía. En cuanto a la sociedad, esto incluía volver a ser el “Ser Nacional”, traducido, argentinos obedientes, conservadores y cristianos. El cristianismo al que hacían referencia, era el catolicismo. Un punto álgido de este tema, es que no toda la iglesia católica estuvo a favor del “Proceso”. Hubo varios sacerdotes y clérigos que también sufrieron la persecución, asesinato o exilio por parte de la dictadura. Casos emblemáticos son los de Angelelli en La Rioja o las recordadas monjas francesas.
El protestantismo también sufrió persecución, al oponerse basándose en la Biblia, a todos los atropellos que se estaban cometiendo. Algunos pastores, también sufrieron la persecución y el acoso militar -hecho que desarrollaré en una nota futura-.
1983 es el final de la “noche más oscura argentina”. Con la palabra, la democracia y las libertades recuperadas, fue el estrellato del evangelio en Argentina. Es en esta época cuando comenzó el crecimiento más significativo del protestantismo. Utilizando viejos cines que habían cerrado o abandonado, las iglesias evangélicas comenzaron a multiplicarse por todos los barrios y provincias. Es la década de 1980, más precisamente durante el gobierno de Alfonsín, fueron los años de mayor crecimiento, decayendo un poco a partir de 1990.
Los porqués de esto son varios, aunque la mayoría de los historiadores presumen de la mala situación económica que vivía el país luego de la dictadura, lo que les hizo acercarse a las comunidades evangélicas por ayuda social o económica, además de querer experimentar una nueva libertad religiosa, alejada del catolicismo que había apoyado la dictadura.
A pesar de que no estamos experimentando un crecimiento como en los años 80, el evangelismo sigue siendo una de las principales minorías religiosas de Argentina. En la actualidad, estaría rondando al 10%, resultado que es “pobre” si lo comparamos con otros países latinoamericanos, sobre todo de Centro América.
No se si habría una conclusión definitiva, sólo sé que estoy seguro que estamos frente a una oportunidad histórica de seguir creciendo. No sólo porque es la Comisión de Jesucristo, sino porque también los argentinos quieren algo diferente. En resumen, quieren ver y experimentar a Cristo.