Una alarmante tendencia de persecución cristiana está surgiendo en América Latina, una región donde los cristianos representan más del 90% de la población. Según el informe de Mercator, los ataques al cristianismo están aumentando en las naciones latinoamericanas de izquierda.
En Centro y Sudamérica, tanto actores estatales como no estatales están apuntando a la Iglesia. Los gobiernos condenan a la Iglesia, aprueban leyes que restringen sus actividades y arrestan o expulsan a pastores. “Las organizaciones criminales, incluidas pandillas, grupos paramilitares, cárteles y guerrillas armadas, perciben a la Iglesia como una amenaza a su control”, señala el informe.
Como resultado, estas entidades a menudo intimidan o eliminan a figuras religiosas que hablan en contra del tráfico de drogas y otras prácticas ilegales. Entre los países más afectados se encuentran Cuba, Nicaragua y Venezuela. México es considerado el país más peligroso para los sacerdotes católicos, mientras que Colombia está clasificada entre los 50 peores lugares del mundo para ser cristiano.
En Cuba, los sacerdotes católicos y otros líderes religiosos son frecuentemente acosados y arrestados. Estas acciones están impulsadas por el deseo del gobierno comunista de mantener un control estricto sobre la población y reprimir cualquier tipo de disidencia. La Ley de Comunicaciones Sociales de 2023 prohíbe las críticas al gobierno, incluso en contextos religiosos, y está dirigida a líderes religiosos que critiquen al régimen o apoyen a activistas de derechos humanos. «Esta legislación da lugar a acoso, detención y vigilancia estatal de figuras religiosas», explicó un analista.
Un caso emblemático es el del pastor Lorenzo Rosales Fajardo, encarcelado desde 2021 por participar en una protesta pacífica. Además, el gobierno impone estrictas restricciones a las actividades religiosas, censura las publicaciones y prohíbe la venta de Biblias en las librerías. Se ha detenido a personas por orar por el fin del régimen y a las madres de presos políticos se les impide orar por la libertad.
En México, un sacerdote fue encontrado asesinado a tiros en mayo en el estado de Michoacán. Unos días antes, un arzobispo de Durango sobrevivió a un intento de apuñalamiento en la sacristía de la catedral después de misa. Entre 2010 y 2020, más de 30 pastores fueron asesinados en México, muchos de ellos por denunciar a los cárteles. “Las personas religiosas se han convertido en objetivos específicos de los cárteles, y la mayoría de los asesinatos relacionados con estos grupos han quedado impunes”, informó un líder religioso.
El padre Alberto Gómez Sánchez, que dirige un hogar para inmigrantes en Chiapas, expresó su esperanza de que la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reduzca el poder de los cárteles y proteja a los sacerdotes. Sin embargo, ha declarado que seguirá las políticas del expresidente Andrés Manuel López Obrador, que fueron ineficaces para controlar los cárteles y negaron la violencia contra los sacerdotes.
Nicaragua también ha destacado negativamente en los últimos meses por su incesante persecución a los cristianos. El país ha sido añadido a la lista de Países de Particular Preocupación (CPC) del Departamento de Estado de EE.UU. por “violaciones particularmente graves de la libertad religiosa”. Bajo el régimen socialista de Daniel Ortega, el gobierno ha atacado a los líderes eclesiásticos que critican las políticas estatales o apoyan los movimientos de protesta. Entre 2018 y 2020 hubo 190 ataques a iglesias en Nicaragua. “El gobierno también ha estado restringiendo las actividades cristianas, incluyendo la prohibición de eventos religiosos públicos”, destacó un representante de la comunidad cristiana local.