No prestar atención a nuestra vida espiritual es desenfocarnos de lo que Jesús logró, y desenfocarnos puede llevarnos a perder el rumbo (Hebreos 2:1). La salvación que el Señor nos otorgó es un regalo que necesita ser cuidado, y más entendiendo la realidad espiritual del mundo. Cuando lo aceptamos en nuestra vida, nuestro trabajo se vuelve la adopción y el mantenimiento de un estilo de vida que nos ayude a vivir en Cristo a través de cada temporada.
Sin ánimo de asustar, sino más bien de advertir, el escritor de Hebreos llama la atención respecto a cómo nos puede ir por descuidar semejante salvación. El castigo por rechazar la salvación es algo de lo que Jesús mismo habló: Juan 12:47-48. En pocas palabras, el castigo no viene por un deseo de Dios, sino por nuestra elección respecto a la verdad que Él deposita en nuestras vidas.
Veamos de manera sencilla un incentivo que puede traernos luz sobre cómo permanecer en Jesús, basados en Hebreos 2:1-9.
Lo que nos puede hacer retroceder
Al encontrarnos en un mundo caído, los problemas inevitablemente son parte. El proceso de restauración de todo comenzó con la obra redentora de Jesús a través de su Reino, pero se completará con el establecimiento pleno de este, en su regreso. La cuestión está en el “todavía”.
El escritor de Hebreos se esmera por que tengamos el panorama completo: Dios sometió todas las cosas a Jesús, pero “todavía no vemos que todo le esté sujeto” (v. 8). ¿Qué significa? Significa que el enemigo todavía hace de las suyas, y puede querer desanimarnos ante alguna circunstancia negativa que nos toque pasar. Esto es, en otras palabras, lo que Jesús dijo acerca de las aflicciones que encontraríamos en el mundo. Pero qué bueno es recordar que siempre nuestra seguridad es su victoria (Juan 16:33).
Que “todavía” todo no le esté sujeto no significa que todo está fuera de sus manos. Por eso el apóstol dijo que “Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman” (Romanos 8:28). Y con “todas”, ¡se refería en especial a los problemas!
El enemigo intentará utilizar las cosas difíciles que nos pasan para que “perdamos el rumbo” (v. 1), pero Él nos ofrece herramientas para que salgamos fortalecidos de cada desafío.
Lo que nos ayuda a sostenernos
Cuando leemos Hebreos 2:4, vemos que el testimonio de quienes experimentaron la salvación fue ratificado por “señales, prodigios, diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo”. En otras palabras, lo primero que nos ayuda a encarar cada desafío de este mundo de aflicción es el poder sobrenatural que Él puso a disposición de sus hijos.
Me encanta este pasaje porque es contrario a quienes piensan que los hechos sobrenaturales solo se restringieron a Jesús. Dios ratificó el testimonio de quienes oyeron la salvación a través de estas obras que, claramente, primero se evidenciaron en nuestro Señor.
¿A dónde quiero llegar? Su poder sobrenatural no solo puede venir a nosotros para destruir la obra del enemigo que está afectándonos, sino que también confirma que nuestro Evangelio de salvación es mucho más que palabras bonitas. El poder de su Espíritu en nosotros es la misma vida de Cristo vivificándonos.
Pero, en segundo lugar, el escritor de Hebreos da otra clave fundamental para sostenernos: nuestro enfoque. Por eso, aunque veamos que no todo le esté sujeto “todavía”, no permitamos que el enemigo use eso para que dejemos de ver a Jesús.
Cuando dejamos de ver a Jesús, dejamos de estar en Él, y perdemos el rumbo. La idea de no perder el enfoque del Señor está más clara unos capítulos más adelante:
Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.
Ver a Jesús es primeramente ver su ejemplo de sufrimiento. Él no renunció en el “todavía”, a pesar de lo difícil que pudo ser la contrariedad. Nosotros, por nuestra parte, necesitamos imitarlo. Sin importar lo que atravesemos, su ejemplo es una inspiración para persistir confiando en la voluntad del Padre. Pero, en segundo lugar, sabemos que “la muerte que Él sufrió resulta en beneficio de todos” (vs. 9), por lo tanto, si sabemos que resucitó, ya venció, y hoy está sentado en lugares altos reinando, necesitamos mirarlo en todo tiempo, confiados en que su victoria nos sustentará ante cualquier desafío.
El apóstol Pablo también llama nuestra atención sobre el sostenimiento de la salvación en un pasaje muy conocido:
“… que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).
Todas las versiones de este pasaje nos llevan a una misma conclusión: la confesión de que Jesús es el Señor, y creer en la obra redentora que lo levantó de entre los muertos, está en presente continuo. Y que esté en presente continuo significa que la salvación está vinculada a la permanencia en Jesús todo el tiempo. En mi presente confieso en Jesús y creo en su victoria.
Esto lo exime de ser un acto limitado al pasado, y me ayuda comprender que la persona de Jesús necesita ser el foco de mi atención diariamente. Esto es, en otras palabras, no dejar de mirarlo y reconocer en Él un señorío sobre todo, y en cualquier circunstancia que atravesemos.
En el “todavía” miremos a Jesús, y caminemos en esta salvación, sustentados por la sanidad, los milagros y los diversos dones que nos da el Espíritu. Nuestra fe en Él nos da herramientas de sobra para las batallas de la vida. ¡En Cristo ya tenemos victoria sobre todo!