La metafísica es una corriente que trata de explicar científicamente aquello que sucede más allá de lo físico, vinculando así el mundo físico con lo no físico. Siguiendo esta idea, algunos de los que pertenecen a esta ideología sostienen que somos nosotros mismos los que creamos nuestra propia realidad, a través de lo que pensamos y decimos.
En esta oportunidad, no vengo a dar cátedra de metafísica y física cuántica, sino a desmitificar una idea que está ganando muchos adeptos en la actualidad, aquella que presenta a Jesús como uno de los primeros grandes metafísicos de la historia.
Una de las personas que sostienen esta equivocada noción es el autor del libro La voz de tu alma, Laín García Calvo. Entre otras cosas, utiliza enseñanzas bíblicas para explicar principios de la metafísica y expone a Jesús de Nazaret como uno de sus grandes referentes.
No es de extrañar que Jesús despierte la admiración de muchas personas, no solo de los cristianos; por algo fue el líder más grande de la historia. Pero hay que tener cuidado con lo que estamos afirmando y creyendo.
Incluso en otras religiones no cristianas creen en Jesús, pero lo limitan a la posición de gran líder, profeta o notable predicador. Pero Cristo es mucho más que eso: es el hijo de Dios. Y cualquier corriente que lo tenga como referente, pero no como hijo de Dios, es antibíblica.
Jesús no fue un coach (o entrenador) emocional, ni usaba el poder de la mente para sanar personas. Lo suyo no fue poder mental, sino poder de Dios. Tratar de explicar los milagros a través de la física cuántica es una herejía sin sentido.
Hoy en día, existen muchos libros que enseñan cómo volverse millonarios a través de la mente, pero los únicos que se vuelven millonarios son los que te venden el libro.
Mientras nosotros corremos detrás de nuestros intereses terrenales (amor, dinero, prosperidad, éxito), en contraste, a Jesús le interesa más las cosas que pertenecen al Reino de Dios. Véase que en varias oportunidades después de sanar Jesús dijo “Tu fe te ha salvado”, y no “tu fe te ha sanado”, dado que Él está más interesado en nuestra eternidad que en lo pasajero de nuestra vida terrenal.
En tanto que la Biblia nos anima a poner nuestra confianza en Dios, el mundo te dice: “Confía en ti mismo y lograrás todas las cosas”. Estas corrientes, como la metafísica, tratan de imponer la idea de que somos pequeños dioses y que podemos hacer y deshacer a nuestro antojo. Este pensamiento egocentrista proviene de Satanás, quien trata de alejarnos de nuestra dependencia de Dios y de que intentemos igualarnos a Él. Desde Génesis, vemos cómo el enemigo tienta a Adán y Eva con esta idea.
Pero no debemos olvidar que por encima de nosotros está la voluntad de Dios. Ni siquiera Jesús osó moverse por encima de la voluntad del Padre. El Señor pidió que, de ser posible, le pasara de largo la copa amarga, pero la respuesta fue negativa. Si Jesús se aferraba a la voluntad de Dios, cuánto más nosotros debiéramos alinear nuestros pensamientos con Él.
Para pasar en limpio:
- Jesús no prometió el éxito personal; en cambio, la Palabra dice que sufriremos persecución por causa de la fe.
- Jesús no andaba detrás de las riquezas; por el contrario, dijo que difícilmente un rico entraría en el Reino de los cielos.
- Jesús no dice que debemos repetir lo que queramos hasta que se cumpla; más bien, exhorta a no hacer vanas repeticiones.
Te invito en este espacio a poner tu confianza en Dios, el único Creador de todas las cosas y quien tiene el mundo bajo su control. Aprendamos a menguar para que Él crezca y encomendemos nuestros sueños, planes y anhelos al Señor.
Él sabe mejor que nosotros lo que necesitamos, y si Dios provee incluso a las aves del cielo de sustento, ¡cuánto más nos proveerá a nosotros que somos sus hijos!
Que Dios te bendiga, refresque tu conocimiento y andes en espíritu y en verdad.