Transformá tu presente en un tiempo de oportunidad para alcanzar aquello que soñas. Un año de visión y fe vale más que varios sin dirección ni sentido.
Estos meses de cuarentena obligatoria, de incertidumbre y malas noticias, fueron un cóctel explosivo para nuestras emociones. Y en mi caso fue más desafiante al tener que convivir con tres de mis hijos, dos de ellos en plena adolescencia. Pero lo estamos logrando, gracias a Dios, con la mejor voluntad de cada uno, y con la mirada puesta en aquellos sueños que quiero alcanzar.
No es la primera vez que enfrento una crisis, pero esta me está dejando muchas lecciones. Una de ellas es que puedo lograr más en un año lleno de visión y fe que varios sin dirección ni sentido. ¿Te pasó sentirte perdida en medio de una crisis? ¿Alguna vez pensaste que caminabas sin rumbo?
Muchas veces, en medio de la confusión de un tiempo que no entendemos, perdemos el foco. No sabemos qué hacer. Es como si, en nuestra ansiedad, se nos nublara la visión. El hacer, y hacer y hacer sin tener objetivos claros no nos llevará a ningún lado. Pero una visión puesta en práctica hará del futuro una decisión.
El pueblo de Israel también perdió la visión en el desierto y así le fue. Cuánta sabiduría la de Proverbios 29:18 que dice: “Donde no hay visión, el pueblo se extravía…”. Una nación, una familia, una persona se pierde.
¿Qué es una visión? Es un sueño, una mirada de ese futuro que quiero alcanzar. Es un anhelo, un ideal para nuestra vida. Te pregunto, ¿qué soñás ser dentro de diez años? ¿Dónde querés estar? ¿Lo podés describir? Bueno, eso es una visión.
La visión es tu razón de ser y te lleva a tomar pasos que te acerquen a eso. Va más allá de tu presente y tus circunstancias. Es declarar lo que querés que pase para luego comenzar a caminar hacia allí. Tener una visión de futuro nos permite aventurarnos a ejercer nuestro pensamiento creativo y no, simplemente, a responder a las circunstancias actuales.
Recuerdo cuando me preguntaron, mientras estaba estudiando Coaching Ontológico, quién quería ser al cabo de cinco años, y que comenzara a verme en esa condición. Me costó visualizar ese futuro, me tomó tiempo, pero cuando pude verme, me propusieron hablar desde ese futuro para dar pasos que me encaminarán hacia allí.
Fue todo un desafío cambiar la mirada de mi presente y darme cuenta de que cada paso que doy hoy me acerca o me aleja de ese futuro que deseo alcanzar. Entonces, la mirada de mi día a día cambió radicalmente y me propuse actuar en consecuencia con la visión que declaré con mi boca.
¿Cuál es tu visión? ¿Cómo imaginás tu futuro? Preguntate qué querés ser y cómo querés estar. Es clave que puedas identificarlo porque, entonces, darás pasos firmes hacia lo que soñás. Si no tenés una visión de vos misma en el futuro, entonces no tenés nada por qué vivir.
Peor que no tener vista es no tener visión
Helen Keller
Esta frase la dijo Helen Keller, una escritora, oradora y activista política sorda y ciega estadounidense. A la edad de diecinueve meses sufrió una grave enfermedad que le provocó la pérdida total de la vista y de la audición. Pero esa condición no la frenó, todo lo contrario.
Ella pudo superar todos los obstáculos y marcó la diferencia en su generación, influyendo desde su pluma y su liderazgo. Si ella pudo, vos también. Cuando tu visión es clara, cuando tu propósito te enciende por dentro, no hay nada que te detenga.
Ahora vamos más allá. Al sueño tenés que ponerle acción, pasión y compromiso porque si no solo quedará en eso, un sueño. El mundo está lleno de soñadores, pero solo los pueden alcanzar quienes trabajan día a día para lograrlo. Recordá que una acción sin una visión es como una flecha lanzada al viento.
Un día leí esta frase: “Visión sin acción es solo un sueño. Acción sin visión es solo pasar el tiempo. La visión con acción puede cambiar el mundo”. Te propongo que escribas esa visión y la tengas muy presente. Pegala en tu heladera, en tu computadora o en algún lugar donde siempre la veas y te desafíe.
Mirá lo que dice Habacuc 2:2 “Y el Señor me respondió: ‘Escribe la visión, y haz que resalte claramente en las tablillas, para que pueda leerse de corrido’”. Si la ves, la recordás y la declarás. Si la declarás, te dirigís a ella.
¿Qué más necesitás? Definir el tiempo en que vas a lograr la visión y enumerar los recursos que hacen falta para llegar hasta allí. Tenés que reconocer tus fortalezas para potenciarlas y que trabajen a tu favor. Y por supuesto, también pensar en los obstáculos que pueden impedir lograrla, para que no te tomen desprevenida.
Si la visión que soñás es un proceso de años, es bueno que te plantees resultados intermedios, y vayas celebrando cada avance. Como reza el conocido refrán: “Paso a paso, se llega lejos”. ¡Vamos! No te detengas, pensá en tu visión y cómo la vas a alcanzar. Hay una generación que espera por vos y Dios está de tu lado, acompañando y respaldando tu caminar.