Ella es futbolista desde sus 10 años, comenzó a jugar con amigos en el barrio y terminó siendo una de las jugadoras de Vélez Sarsfield. Nacida en San Nicolás de los Arroyos, Buenos Aires hace 21 años. Actual lateral derecha del equipo y anteriormente convocada al seleccionado argentino Sub-20, nos cuenta su experiencia con Jesús y su relación diaria con él.
Su inicio en el deporte fue implantado en su vida desde muy pequeña, viene de una familia deportista,comentó: “Mis papás son ambos boxeadores y siempre me inculcaron lo deportivo como un valor en mí, se podría decir que siempre estuve relacionada en el ambiente del deporte. Desde muy chica practicaba taekwondo, tenis, natación, boxeo, hasta que por fin me terminé quedando con el fútbol. A pesar de que antes era mal visto para la mujer practicar fútbol. Pero gracias a Dios en la actualidad cambió eso y las niñas pueden jugar y divertirse libremente sin estereotipos”.
La pasión por el deporte la comparte con su hermana melliza también jugadora de Vélez, Candela Andino. Ella nos comentó que iniciaron su trayectoria federadas, sus primeros pasos por AFA (Asociación del Fútbol Argentino) fueron en River, equipo donde permanecieron durante todo el 2016, para luego pasar al Club Camioneros durante dos años, en mitad del 2018 fueron traspasadas a UAI Urquiza, para finalmente desde el 2019 defienden los colores del club de sus amores: Vélez Sarsfield.
“Con mi familia somos hinchas de Vélez, gracias a mi mamá ya que representa al club en el ambiente del boxeo. Así que mi vínculo con Vélez fue desde que tenía 8 años más o menos. Recuerdo andar por el estadio e ir a ver los partidos del plantel masculino y en ese entonces no había fútbol femenino en Vélez. ¡Pero los tiempos de Dios son perfectos!. Él tiene siempre el plano completo, porque más allá que no estuvimos vinculadas con el club, cuando llegamos, comenzó el torneo femenino donde logramos el ascenso a la B”.
Su relación con Jesús tuvo lugar desde muy temprana edad, “Gracias a mi mama conozco el camino del Señor, ella fue la intermediaria entre él y yo. A los 13 años me entregué a Cristo. Por más que yo ya había aceptado al Señor y ya estaba bautizada, decidí ser bautizada nuevamente para ser nueva criatura en él y seguir su camino, ser como él fue aquí en la Tierra, ser la versión de Jesús viva, seguir sus pasos y todo lo que la palabra nos enseña”.
Además nos comentó por qué tomó la decisión de bautizarse nuevamente, ya que explica “yo me encontraba en mi etapa de adolescencia, y tanto como deportista e hija de Dios, uno tiene que seguir un camino recto. Decidí bautizarme otra vez y seguir a Cristo porque quería cambiar mi vida, quería una transformación. Tomé esa decisión porque sabía que no estaba bien, pasaba Un momento de depresión. ¡Que con el tiempo lo entendí!”.
Camila revela que “uno como deportista nunca quiere llegar a ese momento de su carrera, pero tiene que hacerse fuerte y dejar todo en manos de Dios por eso mismo Filipenses 4:13 es muy importante para mi por que me hace recordar que el Señor me dio las fuerzas para seguir hacia adelante ante la adversidad. Gracias a Él y a mi familia pude salir adelante. En ese momento entendí que Solo Dios es quien llena ese gran vacío interior que no lo llena nada ni nadie” .
“Yo creo que mi intimidad con Dios comenzó de muy chica ”
La deportista detalla “tengo a mi familia que es creyente. Pero recuerdo un momento que fue muy especial, fue cuando en la iglesia estábamos alabando a Dios. En ese momento de alabanza se manifestó el Espíritu Santo y se transformó en una atmósfera de adoración donde uno no entendía por qué lloraba, empezó a llorar uno y empezamos a llorar todos. ¡Fue hermoso! Sentía tanto amor, tanta paz. Se sentía la presencia del Señor” afirmó Camila sobre su inolvidable encuentro con Cristo.
Además agregó, “por eso mismo es muy importante ir a la iglesia para seguir aprendiendo la palabra. Eso me lleva a un versículo muy conocido que dice “¡No solo del pan vivirá el hombre sino también de la palabra de Dios!” Pero uno como deportista debe ser realista ya que es muy difícil congregarse, al tener los tiempos tan limitados. Por eso uno se busca siempre el tiempo para tener intimidad con Dios, ya sea escuchando adoración, leyendo la palabra, compartiendo con la familia de él. Todo eso te instruye como hija de Dios”.
Cuando aún jugaba en UAI Urquiza, Camila comentó que le tocó compartir y entrenar con jugadoras de Selección y fue en ese momento donde tuvo la oportunidad, junto con su hermana, de participar en una convocatoria a la sub-20, “Con mi hermana habíamos ido a probarnos a la Selección, nos habían dividido en etapas porque éramos muchas chicas que habían ido a la prueba, nos vieron y ahí íbamos pasando de etapas, cuando terminamos nos fuimos. En la semana cuando me tocó volver a los entrenamientos con el equipo, le llega un correo al club diciendo que estábamos convocadas las dos, y fue un momento inexplicable, obviamente agradecida con el Señor porque él nos dió las fuerzas para seguir”.
Además agregó, “luego cuando llegamos a la convocatoria, nos tuvimos que hacer unos nuevos chequeos médicos porque supuestamente teníamos un soplo en el corazón que finalmente no era, gracias a Dios. Y a la semana nos sumamos a los entrenamientos y fue hermoso, estábamos representando al país, además de conocer nuevas compañeras. No hay palabras que expliquen lo que es vestir la celeste y blanca. Se lo pedí tanto a Dios que escuchó mis oraciones”.
Luego de este momento único en sus vidas, a Camila le tocó pasar un momento duro en su vida deportiva, “ser deportista no es fácil pero te enseña valores que podes trasladar a la vida. Como jugadora me tocó vivir una etapa muy dura de mi carrera donde la fe, el apoyo de la familia y la disciplina fueron el motor en mi vida para seguir luchando por lo que amo. Cuando me incorporé a Vélez, llegué con la ilusión de sumarme al equipo, pero me tocó vivirlo desde otro lugar”.
“Comienzo en Vélez a mis 18 años, y el DT decidió que jugaría reserva, yo quería demostrarle que estaba a la altura. Tuve que entrenar 2 años con mucho sacrificio y perseverancia con el plantel de reserva. Hasta que por fin, fuí convocada a la primera de Vélez. Tengo un sentido de pertenencia por este club enorme, es mi segunda casa, había muchos sentimientos colmados de expectativas positivas donde sentía que se me iba a dar la oportunidad de demostrar mi juego. Esa vez, fui convocada por única vez y me tocó ir al banco” comentó Andino.
Aunque también le tocó pasar momentos aún más duros en su corto camino hasta el momentos en el club, “sufrí discriminación y exclusión por parte de mis compañeras. Fue uno de los momentos más difíciles de mi carrera, donde pensaba ¿Qué hice mal? ¿Por qué me tratan de esa manera? Reiteradas veces se me pasó por la cabeza dejar el fútbol. No quería jugar más”.
“Me preguntaba ¿Cuándo voy a jugar? Si voy todos los días a entrenar y nunca falte. En este momento es cuando me pongo a pensar y me digo. ¡No quiero que las chicas pasen por esto que pase! Y cuando veo una situación similar por la que pase trato de hablarlo con ellas y hacerles saber que no está sola. Sé que con la ayuda de Dios, en un futuro cercano cuando me toque dirigir transmitir estos valores que marcan la vida no solo como deportista sino como persona. Es así que Nunca perdí la esperanza y esto me hizo más fuerte”.
Finalmente, “este año fue totalmente diferente con entrenador y plantel nuevo. A lo mejor ya nos conocemos desde la reserva pero nunca nos tocó trabajar juntos como equipo. Y por fin debuté y pude cumplir mi sueño tan anhelado gracias a Dios. Siento al Señor hablándome, está conmigo siempre, me llena todos los días de mi vida y mi objetivo es experimentar cada día el amor del Señor, conocer todo de Él. Hay momentos que me largo a llorar y siento su presencia, me rodea por completo, es el único que llena ese vacío en mi corazón. ¡Bienvenida la prueba que nos acerca cada día cada día más a cumplir nuestros propósitos!”.