Todos en algún momento de nuestras vidas llegamos a anhelar la grandeza. Puede que tratemos de reprimir el sentimiento o puede que nos desviemos hasta el extremo más remoto. Pero todos queremos ser grandes en un buen o mal sentido.
Los discípulos se preguntaban quién sería el mayor de ellos; y Jesús, sin reprimirlos por tal aspiración, recalibró su definición de grandeza ampliando el panorama más allá del terreno de lo visible. Chip Ingram toma este pequeño pasaje para comenzar a hablar de esto. Deshaciéndose por completo de nociones mediocres de falsa humildad y limitaciones antibíblicas de un cristianismo sin pasión alguna. “Fuimos diseñados para ser grandes a los ojos de Dios”. Pero ¿cómo llegar a ello sin confundirnos en el camino?
“El mundo ha de ver lo que Dios hará con, para, a través de, en y por el hombre que está completamente consagrado a Él”.
Chip Ingram
Lejos de las recetas milagrosas, el autor identifica en una reducción didáctica diez prácticas que todos los grandes cristianos tienen sin importar género ni edad. Enfatiza en el hecho de que no se trata de seguir un orden o buscar desesperadamente cumplir con cada paso, sino que la experiencia y testimonio de personas que han dejado una huella indeleble y transformado el ambiente en donde se movieron, demuestran ciertos hábitos en común a lo largo de la historia.
Estos principios prácticos tienen sus bases en las Escrituras y revelan madurez espiritual. A través de anécdotas personales y ejemplos de cristianos el autor presentará una serie de hábitos ineludibles para quienes aspiran a una vida de profundidad en la fe.
“Un discipulado proactivo -que desea ser grande a los ojos de Dios-producirá mayor madurez y fruto que un discipulado reactivo. La Biblia y la experiencia son claras en ese punto. Dios nos exhorta repetidamente en Las Escrituras a ser diligentes en cuanto a las disciplinas y prácticas que conducen a la excelencia, madurez e impacto”.
Chip Ingram
En el primer capítulo se habla de los pensamientos. Aunque pensar a veces pareciera ser una cosa de la cual no tenemos control, la Biblia en más de una ocasión enseña sobre lo fundamental que es incidir estratégicamente en lo que pensamos. Vivimos en base a ello, ya que cada pensamiento implicará una acción, cada acción un hábito, cada hábito un carácter, y cada carácter un destino. Pensar en grande (en sentido divino) irremediablemente nos transportará a sitios que sobrepasan la mera capacidad humana, porque inevitablemente conllevará la presencia e intervención de Dios en cada momento.
“Una mirada elevada acerca de Dios realza sus palabras en tu mente y edifica en ti la fe para creerlas”. Chip Ingram
El segundo consejo que el autor da —tanto como muchos otros próceres de la fe también comparten— es el hábito de leer buenos libros. Dios mismo pareciera confirmarnos esto al elegir las Escrituras como método para revelarse. Es a través de ellos que podemos ver el maravilloso poder del Espíritu transformando hombres y mujeres ordinarios en cajas de resonancias de su santa voluntad. A través de los libros aprendemos, y también somos confrontados. Y es tal la magnificencia de la sabiduría divina que cada lector será interpelado en un universo diferente. Nadie que lee volverá a ser jamás igual a como había sido antes de comenzar a hacerlo.
Acabaremos con el tercer paso (aunque todavía queden siete sin mencionar). En esta parte, se hablará del elemento fundamental de las buenas relaciones. Aunque mucho se hable de tener grandes mentores, ¿Qué sucede con las personas que particularmente no elegimos para que estén en nuestras vidas?
Chip Ingram enseña sobre esto: ninguna situación inicial, por muy hostil que parezca, será impedimento para que Dios nos enseñe a través de ella. Sea de forma consciente o no, Dios siempre utiliza las relaciones como catalizadores de enseñanza. Deberemos ser lo suficientemente sabios para ver más allá de la superficie.
“Si vas tras de las grandes lecciones -sean ellas pocas o muchas- de la gente que Dios puso en tu vida sin tu consentimiento, entonces estarás bien equipado para seguir a grandes personas por tu propia elección”.
Chip Ingram
“De bueno a grandioso a los ojos de Dios” no es un postulado de requisitos a cumplir. Parte del hecho de que somos amados incondicionalmente y “buenos” ante los ojos del Creador. Pero lejos de quedarnos quietos, la reciprocidad de tal afecto desemboca siempre hacia dimensiones que desbordan nuestro pequeño paso por la tierra. Dios no solo es bueno. Dios es grandioso. Y todo lo creado por sus manos refleja la inmensidad de lo que Él es.
“[…] Dios me ama tanto en este momento, como siempre me ha amado y me amará. Mi desempeño no va a cambiar eso. Es cierto tanto en los días buenos como en los malos. Hay bendiciones que vendrán por causa de la obediencia, por supuesto, y con la desobediencia vienen consecuencias, pero el amor de Dios no cambia. Soy tan amado ahora mismo como siempre lo seré y nada apagará su amor”.
TÍTULO: De bueno a grandioso a los ojos de Dios
AUTOR: Chip Ingram
PÁGINAS: 252
AÑO: 2010