La jugadora de voley nos compartió su experiencia de cómo conoció a Jesús luego de sufrir dos lesiones que amenazaban con impedirle volver a jugar.
Stefania Pellegrino nació en Capital Federal, Buenos Aires, hace 27 años. Practica el deporte desde los 11 años, hizo inferiores en el club Ferrocarril Oeste, a donde regresó este año luego de estar viviendo en la provincia de Formosa. Actualmente está estudiando Contaduría Pública en la Universidad Nacional de Formosa.
Luego de realizar sus primeros juegos en Ferro, fue a San Lorenzo y después fue jugadora de San Martín de Formosa, además de tener un breve paso por algunos equipos de Paraguay.
Stefania conoció a Jesús en el “peor momento de su vida” según su descripción. “Tenía todo lo que quería, vivía a mi manera y creía que era feliz, pero en realidad por dentro estaba vacía, como incompleta, por eso es tan hermoso poder contar con Él, incluirlo en mis actividades diarias, iniciar el día agradeciendo por poder estar viva, por la salud, por la familia”.
“en mis entrenamientos o cuando siento que no puedo más, es ese amigo que siempre está dispuesto a escucharme, a ayudarme sin juzgarme ni burlarse, siento esa necesidad de estar cerca de Él todo el tiempo, consultarle y compartirle todo”.
La relación de Stefanía con el Señor en el ámbito deportivo “¡Es más que un plus! Me refugio mucho en Isaías 40:29 ‘Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna’ y es el que me capacita cuando no me siento humanamente capaz, el que me levanta los brazos cuando quiero aflojar. También es el que me ayuda a mantener la calma y a ser perseverante, el que me ayuda a cuidar mi conducta y mi carácter respecto a mis compañeras”, agregó la voleibolista.
Hizo una pequeña reflexión de cómo funciona la mente humana sobre su acercamiento a Jesús, “tenemos una imagen equivocada cuando no conocemos a Jesús, pensamos que Él nos va a condenar o juzgar por lo que hayamos hecho y que por nuestros pecados no va a recibirnos o va a amarnos menos, cuando es todo lo contrario”.
“Justo cuando me fui a jugar a Formosa no estaba en un buen momento y quería dejar de jugar pero también fue justo ahí cuando conocí verdaderamente al Señor, digamos que tuve el verdadero encuentro, antes algo sabía pero igual vivía a mi modo», comentó.
«tuve dos lesiones en particular y la pasé muy mal, al punto en que podría no haber vuelto a jugar más, pero Dios se glorificó”.
“La primera vez tuve complicaciones en la espalda, hernia de disco en la zona lumbar, lo que trajo todo tipo de complicaciones en el isquiotibial; y la segunda fue algo raro, una inflamación en el pericardio, estaba entrenando y me empecé a sentir mal de repente. Realmente el señor se glorificó mucho ya que en ambas me habían dicho que no podía volver a jugar más, estuve fuera un año y medio aproximadamente”.
Además agregó “todo fue una experiencia porque en todo momento fui procesada. Obviamente él sabía de qué manera debía hacerlo y justo me sucedió en esa área de mi vida que era tan importante para mi y se me vino el mundo abajo, no veía la manera de seguir, estaba muy triste, no quería hacer nada realmente. Pero fue la manera en que llegué a sus pies. El que hoy esté jugando es la evidencia más clara de su mano sobre mi vida, sin mencionar todo lo que trató interiormente conmigo”.
La bonaerense dejó un gran consejo para aquellos que están junto a Jesús y quieran practicar un deporte, “les diría que no es fácil, que cuesta bastante pero es hermoso. Nunca es una pérdida de tiempo y que siempre va a valer la pena jugársela por Él, nuestra tarea es que seamos siempre lo más parecido a Jesús hasta en lo más mínimo, porque a través de nosotros es que mucha gente lo verá y llegará a Él”.