Esta es la historia de un hombre radical, apasionado y ferviente por el Señor Jesús. Fue un regalo de Dios para su iglesia que persiste en el transcurso de la historia. Es que su testimonio lleno de la vida de Cristo nos salpica de lleno en nuestras caras y nos pone frente a un espejo, que nos empuja a reflexionar sobre qué clase de cristianos estamos siendo en lo individual y en lo corporativo.
Esta biografía no pretende contar toda su vida, ya que hay libros biográficos bien extensos y detallados sobre quien fue y que hizo, pero acompáñanos a repasar algunos eventos importantes en su historia para inspirarnos y desafiarnos a un nuevo nivel de madurez y entrega total al Rey y su reino.
Fiel a su llamado desde su niñez
Dietrich Bonhoeffer nació en Breslau, Alemania, en el seno de una familia de la alta burguesía pursiana que integraba la élite cultural berlinesa. A la edad de ocho años vivió los horrores de la primera guerra mundial, en la que mueren uno de sus hermanos y tres primos.
A los 14 años Bonhoeffer le anunció a su familia que quería convertirse en pastor y estudiar teología, determinación que no fue bien recibida en el seno del hogar. De todas maneras, Dietrich se graduó de la Universidad de Berlín como teólogo a los 21 años de edad y se doctoró con distinción summa cum laude. Su tesis “Sanctorum Communio” fue considerara como un milagro teológico por Karl Barth.
“La gracia barata es predicar el perdón sin requerir arrepentimiento, bautismo sin disciplina eclesiástica, comunión sin confesión”.
Dietrich Bonhoeffer
Luego de haberse recibido se trasladó a Barcelona para asumir la vicaría de la Iglesia Luterana en Barcelona, posteriormente vuelve a Berlín y presenta en 1930 su tesis de habilitación que se tituló: “Acto y ser: filosofía trascendental y ontología en la teología sistemática”.
Como era muy joven para ser ordenado pastor aprovechó para viajar ese mismo año a Nueva York para tomar algunos cursos de especialización en el Union Theological Seminary.
Finalmente, el 11 de noviembre de 1931, a la edad de 25 años, es ordenado como pastor luterano.
En 1933 el dictador alemán asumió como canciller de Alemania y sus acciones antisemitas se intensificaron. Muchas iglesias apoyaban al mandatario; “Hitler es el camino del espíritu y la voluntad de Dios para que el pueblo alemán entre en la iglesia de Cristo”, había declarado el pastor alemán Hermann Grunner.
Hermann Grunner, pastor nazi.
Resistencia contra el nazismo
Sin embargo, cuando Hitler asumió el poder en Alemania, Bonhoeffer, junto a otros pastores y teólogos, organizaron la “iglesia confesante” que anunció públicamente su única lealtad a Jesucristo en su declaración de Barmen (1934): “Rechazamos la falsa enseñanza de que la iglesia puede y debe reconocer a otros acontecimientos y poderes, personalidades y verdades como revelación divina junto a esta única Palabra de Dios”.
Después de estar pastoreando dos iglesias protestantes en Londres volvió a su país para encabezar un seminario ilegal para pastores de Iglesia Confesante en Finkenwalde, donde recibió el apoyo incondicional de la condesa Ruth von Kleist Retzow y conoció a quién sería su prometida.
Si bien hizo un nuevo viaje a Estados Unidos para enseñar la palabra como pastor invitado, se rehusó a quedarse y regresó a su patria natal para poder seguir predicando y salvando a los judíos que el régimen nazi perseguía.
«He cometido un error al venir a Estados Unidos. Tengo que vivir este período difícil en nuestra historia nacional con el pueblo cristiano de Alemania. No tendré derecho a participar en la reconstrucción de la vida cristiana en Alemania después de la guerra si no comparto las pruebas de este tiempo con mi gente», le escribió a su colega y teólogo Reinold Niebuhr.
La Gestapo le clausuró el seminario en 1937 y le prohibió predicar, enseñar y hablar en público. Esto no detuvo al determinado Dietrich Bonhoeffer y durante la segunda Guerra Mundial desempeño un papel clave el acaudillamiento en la «Iglesia Confesante» que se oponía a las políticas antisemitas de Hitler.
Doble agente Nazi
Se inscribió en el servicio secreto alemán para servir como agente doble mientras viajaba a conferencias de la iglesia en Europa. Se suponía que debía recopilar información sobre los lugares que visitaba, pero, en cambio, estaba tratando de ayudar a los judíos a escapar de los nazis.
Una vida llena de la Gracia
En medio del desarrollo de la pre segunda guerra mundial, Dietrich escribió “El costo del discipulado” que se imprimió en 1937. Este libro es un clásico que permeó a miles de cristianos hasta el día de hoy. Es que su escrito es un llamado a una obediencia más fiel y radical a Cristo. En cada hoja es una exhortación a dejar el cristianismo cómodo y volverse un verdadero discípulo de Cristo.
“La gracia barata es gracia sin discipulado, gracia sin cruz, gracia sin Jesucristo, vivo y encarnado”.
Dietrich Bonhoeffer
Una tarde de abril de 1943 dos hombres lo capturaron en un Mercedes Benz Negro y lo trasladaron eventualmente a una prisión en Tegel y luego a un campo de concentración en Flossenburg.
Un mes antes de que Alemania se rindiera, fue ahorcado con otros seis miembros de la resistencia. Una década más tarde, un médico del campo que presenció el ahorcamiento de Bonhoeffer habló sobre su experiencia:
“Los prisioneros fueron sacados de sus celdas, y se les leyeron los veredictos del consejo de guerra. A través de la puerta entreabierta en una habitación, vi que el pastor Bonhoeffer, antes de quitarse la ropa de la prisión, se arrodilló en el suelo orando fervientemente a su Dios”.
“Me conmovió profundamente la forma en que oró este adorable hombre, tan devoto y tan seguro de que Dios escuchó su oración. Volvió a decir una oración y luego subió los escalones hacia la horca, valiente y sereno. En los casi 50 años que he trabajado como médico, nunca he visto morir a un hombre tan completamente sumiso a la voluntad de Dios».
La correspondencia que escribió durante su período en prisión fue finalmente editada y publicada como Letters and Paper from Prison (cartas y documentos desde la cárcel). Este hombre de fe, no se conformó a una vida de un creyente regular, sino que por causa de Cristo y el amor a su prójimo crucificó su vida y fue participante de los sufrimientos de nuestro Señor para dejar un legado sobre el verdadero costo de ser un discípulo.