“Faraón le dijo a Jacob: ¿cuántos años tienes?… Jacob respondió: pocos y desgraciados han sido los años de mi vida”, Génesis 47:8-9, BLPH.
Jacob expresó haber tenido una vida corta y llena de problemas. Y era verdad. Sufrió mucho, pero la mayoría de las veces innecesariamente. Su desdichada vida comenzó el día en que engañó a su padre, robándole la primogenitura a su hermano. Desde entonces Jacob nunca fue feliz. Su hermano lo odió al punto de querer matarlo, su madre nunca más volvió a verlo y anduvo como fugitivo lejos de su familia por muchos años.
Imagina lo que debe haber sufrido ‘el niño mimado’ de Rebeca. El hijo del hombre más poderoso y rico de la región durmiendo sobre piedras en las heladas noches del desierto. Además, se convertiría en esclavo trabajando gratis en la casa de su tío por catorce largos años. Como si fuera poco, desafiando las leyes de Dios, terminó casándose con cuatro mujeres. Las consecuencias negativas por tales decisiones resultan imposibles de calcular. Con razón sus días fueron “pocos y malos”.
¿Qué errores cometió Jacob que nosotros deberíamos evitar?
1) Hacer diferencia entre los hijos. Jacob tuvo doce hijos, pero tuvo una clara preferencia por sus hijos menores, José y Benjamín. De José dice la Biblia: “Jacob amaba a José más que a sus otros hijos”, Génesis 37:3 (NTV). Benjamín también era su debilidad. Lo dejó bien en claro el día en que no le permitió ir a Egipto con sus hermanos “porque tenía miedo de que le sucediera alguna desgracia”, Génesis 42:5 (TLA). Más adelante expresó: “Mi hijo (Benjamín) no irá con ustedes. Su hermano José está muerto, y él es todo lo que me queda. Si algo le ocurriera en el camino, ustedes mandarían a la tumba a este hombre entristecido y canoso”, Génesis 42:38, NTV.
Ese favoritismo estropeó la relación entre los hermanos causando malestar y resentimiento. Jacob repitió el error de sus padres: “Isaac amaba a Esaú… pero Rebeca amaba a Jacob”, Génesis 25:28 (NTV). Jacob nunca se sintió amado por su padre, por lo tanto buscó aceptación en las cosas. Se aprovechó de su hermano y obtuvo su primogenitura. Luego engañó a su padre quedándose con la bendición. Pero nada de eso lograba hacerlo feliz.
Luego se obsesionó con una mujer, Raquel. Y la tuvo, pero las cosas seguían sin fluir; entonces pensó que si se convertía en un exitoso ganadero sería reconocido y obtendría el aplauso del hombre. Jacob obtuvo todo lo que quiso, pero nunca disfrutó de lo que tenía y se pasó la vida huyendo y buscando valoración fuera de Dios. Jacob debería haber roto con esa maldición generacional. Pero no lo hizo. Cometió el mismo error de sus padres mostrando preferencia por algunos de sus hijos y, por supuesto, con las mismas consecuencias. Rompe con toda herencia generacional de maldad y abre un futuro esplendoroso en la vida de tus hijos amándolos por igual. Si “Dios no tiene (hijos) favoritos” (Romanos 2:11, TLA) ¡tú tampoco deberías tenerlos!
2) Colocar a los hijos por encima de Dios. “Los hijos son un regalo del SEÑOR”, Salmo 127:3 (NTV). Sin embargo, la bendición nunca debe alejarnos del bendecidor. Jesús dijo: “El que ame a hijo o a hija más que a mí no es digno de estar conmigo en el reino de los cielos”, Mateo 10:37 (MH-DuTillet). Por un tiempo Jacob se olvidó que Dios lo había llamado para ser padre de naciones y se convirtió en padre solo de José y Benjamín. ¡Cómo deben haber sufrido el resto de sus hijos! Pero en la postrimería de la vida de Jacob vemos un gran cambio: estableció correctamente el orden de prioridades.
¿Cómo sabemos que Jacob definitivamente amó a Dios por encima de sus hijos? Por la decisión que tomó el día en que José lo mandó a llamar desde Egipto. El antiguo Jacob, dominado y gobernado por el “yo” hubiera salido corriendo detrás del objeto de su amor, sin consultar a Dios, como tantas otras veces. Pero el nuevo Jacob, sumiso y obediente, no quiso viajar a Egipto sin saber cuál era la voluntad de Dios. No dio un solo paso sin consultar a Dios. Jacob estaba decidido a agradar al Señor, cualquiera sea su voluntad. Por eso dijo: “Y si yo tengo que verme privado de mis hijos, pues que así sea”, Génesis 43:14 (BLPH).
Jacob recordó que su abuelo Abraham había sufrido grandes dolores de cabeza cuando descendió a Egipto sin la dirección del Señor. Aunque un poco tarde, Jacob aprendería de los errores de sus antepasados: es mejor consultar a Dios que sufrir innecesariamente. Y, ¿cuál fue la respuesta del Señor? “No tengas temor de descender a Egipto, porque allí haré de tu familia una gran nación… Entonces Jacob salió… y sus hijos lo llevaron a Egipto”, Génesis 46:3-5 (NTV).
Jacob terminó sus días en absoluta dependencia del Señor. Dios le permitió ir al encuentro de su amado hijo José en Egipto, y por ello fue enormemente bendecido. Es más, su familia fue restaurada en ese tiempo. Consultemos a Dios antes de tomar decisiones importantes en la vida. Aprendamos a esperar en Dios y nos evitaremos muchos sufrimientos. Pon a Dios en el primer lugar de tu vida y tu familia será realmente bendecida.
La pregunta es: ¿aprenderemos nosotros antes de que sea demasiado tarde? El día en que Jacob consultó a Dios recibió revelación y supo el camino que debía tomar. ¡Y todo le salió bien! Y así de bien te saldrán las cosas si sigues el ejemplo de Jacob y buscas la dirección del Señor en cada aspecto de tu vida. Y lo sabemos porque “Desde el principio del mundo, ningún oído ha escuchado, ni ojo ha visto a un Dios como tú, quien actúa a favor de los que esperan en él”, Isaías 64:4, NTV.