Ya hemos compartido en otra ocasión sobre algunas de las excepcionales obras de este autor. Escritor del clásico éxito en ventas de la literatura cristiana Celebración de la Disciplina, Richard J. Foster regresa a nosotros una vez más con un nuevo refresco, la travesía hacia la profundidad espiritual continúa. Un agua que –aunque siempre satisface- nunca extingue las ganas de seguir bebiendo. Esa es la metáfora que utiliza: los ríos de agua viva. Un constante movimiento que solo culmina cuando se llega a la fuente de todo, que es Dios mismo.
Martin E. Marty, reconocido profesor luterano y una de las figuras más importantes a nivel institucional en la historia religiosa de los Estados Unidos, nos advierte en el prólogo sobre cómo el lector de Ríos de agua viva terminará aprendiendo más de quienes han sido sistemáticamente marginados, santos adelantados a su época; despreciados, ignorados y hasta en algunos casos martirizados por la causa justa. Cristianos que trasgredieron las ideas preconcebidas de la religión, reemplazando la doctrina estática con un nuevo fluir. Estos son llamados ríos de los que Foster habla.
En la introducción, se presenta al libro como una recopilación imperfecta, pero no por eso menos exhaustiva, de las distintas tradiciones (o “ríos de vida espiritual” como el autor prefiere decir) que han transcurrido a lo largo de la historia de la iglesia. Sin que se trate de silogismos humanos o hábitos supersticiosos, sino de las verdaderas corrientes de inspiración divina basadas en las disciplinas y principios bíblicos. Hablamos de la tradición contemplativa o de la vida de oración; de la santidad o vida virtuosa; la carismática o del poder el Espíritu.
«Debemos imitar la vida de Cristo y sus caminos si hemos de ser verdaderamente iluminados y liberados de la oscuridad de nuestros corazones. Que sea esto lo más importante que hagamos, entonces, al reflexionar en la vida de Jesucristo y reflejarla (Tomás de Kempis)»
Richard J. Foster
El primer capítulo titulado: “Imitatio, el divino paradigma”, hace explícita la inamovible visión cristocéntrica pretendida a lo largo de la obra: Jesús en cada uno de sus días caminando sobre la tierra, vivió y trabajó encarnando la virtud. Porque incluso en aquel entonces la cultura también era hostil, y las tentaciones muchas. El mundo ya estaba roto, y las personas también. Sin embargo, Él trajo el Reino a través de su presencia física y, más adelante, con su presencia espiritual.
«No somos los únicos que, en una cultura y era distinta, queremos imitar la vida de Cristo. Ha habido otros, miles y miles de otros, que buscaron imitarlo y traducir su vida a los tiempos y las culturas en que vivieron»
Richard J. Foster
Basándose en Juan 4:19, el autor asegura que nuestro amor hacia Dios no es de origen, sino de respuesta. La decisión de ir al desierto, adentrarse en una soledad provocada como implica la vida de contemplación no es sino una contestación a la Gracia Divina. Escoge a Antonio de Egipto y a Frank Laubach como paradigma histórico de esto. Ambos, a pesar de sus realidades y contextos inexorablemente distintos, llevaron su vida de oración contemplativa directamente hacia el mundo de la acción social. No huyeron de sus cargas ciudadanas, sino que con más razón se preocuparon y ocuparon de la sociedad necesitada que los rodeaba.
«Toda situación de necesidad en el curso cambiante de las cosas se convierte en el lugar específico para la voluntad y los mandamientos de Dios»
Richard J. Foster
Ríos de Agua Viva encarna un exhaustivo y preciso estudio histórico-teológico que soporta cada una de sus afirmaciones. Debido a ello, las secciones de apéndice al final, lejos de ser un conjunto de nominaciones absurdas y aburridas de leer, detallan con veracidad la existencia de cada una de las personalidades escogidas por el autor como representantes de su paradigma. Habiendo pasado casi inadvertidas para el mundo, son ahora honrados como pilares de la iglesia actual.
«Somos, por supuesto, reconciliados con Dios por medio de la muerte de Jesús, pero más todavía, somos «salvos» por su vida- salvos en el sentido de entrar en su tipo de vida eterna, no en algún tipo de paraíso o cielo distante, sino ahora mismo, en medio de nuestro mundo dolido y quebrantado»
Richard J. Foster
TÍTULO: Ríos de agua viva
AUTOR: Richard J. Foster
PÁGINAS: 408
AÑO: 2010