Jesús no consulta tu pasado para poder determinar tu futuro. A Él le interesa tu corazón.
Parte de mi testimonio tiene que ver con la infinidad de errores que cometí en mi juventud antes de que Cristo Jesús llegara a mi corazón. Para resumir, era un joven vacío, sin aspiraciones, que vivía en pecado, pero por el contexto en el que me desarrollaba creía que era normal, a diario tenía muchos problemas familiares, hacía de todo para sentirme aceptado por algunas personas, entregué pedazos de mi corazón en muchas relaciones amorosas que duraban 3 meses.
Mi vida era una completa basura. Un par de veces, en estado de completa ansiedad, intenté quitarme la vida. Vivía, pero no sabía para qué, así que me acostumbré a eso y poco a poco mi contexto me fue definiendo al grado de sentirme sin valor, lleno de defectos y sin algún propósito por el cual vivir.
Hasta que un día decidí acercarme a la iglesia de mi madre y escuché que un tal Jesús había sido herido, escupido, humillado y crucificado por amor a mí, al principio me reí y no le tomé valor y seguí con mi mediocre vida, pero el sermón que escuché aquel domingo me acompañaba día y noche en mis pensamientos.
Como estaba tan cansado de la vida que llevaba decidí darme una oportunidad de saber por qué ese tal Jesús había hecho tal cosa por mí.
Yo era un pecador, con fallas, defectos, con un pasado tormentoso, pero descubrí que el propósito de su sacrificio era darme una segunda oportunidad de ser redimido, de vivir con propósito; no lo podía creer. Mi incredulidad y las dudas aumentaban cada vez que me recordaba esta verdad; no podía creer que alguien tan perfecto y sin conocer mi pasado estuviera dispuesto a invertir en mi presente para determinar mi futuro.
Era como si tuviera el boleto ganador de la lotería. Yo necesitaba un cambio sustancial, así que recuerdo que mi pastor hizo un llamado esa misma mañana y pareciera que sus palabras eran directas para mí, él dijo: “Yo no sé lo que has vivido, yo no sé qué es lo que te ha definido, yo no sé cuál es tu pasado, pero sí sé que si aceptas a Jesús en tu corazón tu vida cambiará”. Sin pensarlo, pasé al frente, repetí una oración y 5 años después puedo decirte que mi vida cambió, ahora llevo el evangelio por todo el mundo ganando almas en lugares desolados, utilizando las redes sociales como un instrumento para alcanzar personas y, sobre todo, dando el mismo mensaje de que Jesucristo da segundas oportunidades.
Y cuando sea que leas esto, déjame decirte que tus fallas no te definen, ni fuera ni dentro del cristianismo. Lo único que puede definirte es el amor de Dios, la Biblia dice en Juan 1:12-13: “Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre”. Dios te llama hijo, no por tus errores, no por tu pasado, no por tus defectos, no por tus días malos, no por lo que hiciste. Dios te llama hijo por amor.
En Cristo eres una nueva creación (2 Corintios 5:17). Te conviertes en tu verdadera identidad en Él. Eres amado y perdonado, ya no estás condenado, es por eso que permitir que la culpa sobre el pasado te defina conduce a una mutilación espiritual, y para sanar esto es útil entender la diferencia entre culpabilidad y convicción.
La culpa por los pecados del pasado o el presente te pesa, te inhabilita y te lleva a la vergüenza. Pero la convicción del Espíritu de Dios es alentadora, porque conduce al arrepentimiento y a la libertad.
Déjame decirte que Dios ya no recuerda tu pecado. Jesús no consulta tu pasado para poder determinar tu futuro, tu pasado no puede ser cambiado, pero tú puedes cambiar. Incluso las consecuencias de las elecciones pasadas pueden usarse para la gloria de Dios cuando le pides que transforme tu mente y corazón. De hecho, tu difícil pasado podría ser la misma herramienta que Dios usa para ayudarte a alentar a los demás a no caminar su dolorosa jornada.
Dios quiere usar la historia de tu pasado doloroso y tu vida redimida para su gloria. Deja que tus acciones sean ahora afirmación de tu testimonio. Defínete por el amor de Dios en tu vida, por la fe y la obediencia. Y Si Satanás te recuerda tu pasado, TÚ RECUERDALE SU FUTURO.
Dios tiene planes y propósitos eternos para tu vida, y recuerda esto: Si Dios te dijo que eres su hijo, no permitas que tus fallas te hagan creer lo contrario.