Los primeros habitantes de la Tierra ya se habían apartado de Dios cuando eligieron romper la única restricción que tenían que respetar. 

Acto 2 – El exilio

La tensión y el conflicto se introducen en la historia cuando Adán y Eva deciden seguir su propio camino y descubrir su propia sabiduría. Por culpa de la mujer o por culpa de la serpiente, o por propia culpa, la situación no podía ser peor. Escuchan la voz engañadora del enemigo de Dios, Satanás, y dudan de la credibilidad de Dios. Deciden vivir apartados de la palabra que el mismo Dios les ha dado. Deciden crearse su propia ley.

La respuesta inmediata de Dios fue la expulsión del Jardín del Edén, y lo escondió de la mirada de quienes lo desobedecieron.

Pero también es el puntapié inicial de un proceso que sigue creciendo aún en nuestros días. Un proceso que separa a la humanidad de la divinidad, y de los beneficios de una relación íntima y saludable con Dios, entre sí mismos y con el resto de la Creación. Un hecho de consecuencias devastadoras. La conciencia de la desnudez, el rompimiento de todas las relaciones posibles y conocidas hasta el momento. En consecuencia, el humano deberá convivir con la vergüenza, la desolación, el dolor, la soledad… y la muerte.

El cielo y la tierra —el dominio de Dios y el dominio nuestro— eran para que estuvieran unidos. Dios deseaba claramente desde el principio vivir con nosotros en el mundo que había creado. Pero ahora Dios está escondido. Ahora es posible estar en nuestro mundo sin conocerlo a Él, sin experimentar su presencia, ni seguir sus caminos, ni vivir en gratitud.

Infructuosamente la humanidad busca volver al Jardín del Edén, donde comenzó su historia y donde la enemistad del creado con su Creador puso un abismo entre ellos. Porque desde entonces el hombre busca separarse de Dios creyendo que es mejor que acercarse al trono de la gracia de Dios. Negándolo en todos los aspectos posibles.

Inventarán toda clase de filosofías y religiones tratando de darle sentido al mundo caído.

Ahora están condenados a muerte. No hay forma de volver al estado original. Y el pecado crece y tapa cada vez más el sendero de la vida que el hombre pretende dominar, pero que no es suya, sino del Creador. 

¿Podrá removerse la maldición que pesa sobre la creación y restaurarse la relación de Dios con la humanidad? ¿Pueden los cielos y la tierra unirse de nuevo? ¿O pudieron los enemigos de Dios terminar eficientemente el plan y desquiciar la historia?… ¿cuál es la solución a todo este desajuste al comienzo de la historia de la humanidad?

Cuando todo se descubrió Dios le habló a la serpiente y le dijo:

Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón. Génesis 3:15.

De esta manera marcó el rumbo y una pequeña esperanza: la primera promesa de un plan alternativo frente a la desgraciada situación. Un plan que sería la demostración más grande de amor que la humanidad jamás haya recibido, y del que hablaremos en la próxima entrega de esta serie.

Esteban Fernández
Nació en la ciudad de Lobos de la provincia de Buenos Aires. Es esposo, padre y abuelo. Lleva 36 años de casado con su amada esposa, Patricia. Tiene cinco hijos. Es un siervo que lleva el periodismo en su sangre. Tiene una licenciatura en Teología; un grado de Doctor Honorario en Literatura Sagrada, del Logos Christian College, y otro académico en Ministerio, Organizacion y Liderazgo de Faith Theological Seminary.