La vida del apóstol no ha sido sencilla, tuvo que enfrentar distintos momentos de gran dificultad, especialmente al declarar su fe en Cristo.
Durante dos años Pablo estuvo preso en Cesarea, y al no poder condenarlo reclamó su ciudadanía romana. Como resultado, fue enviado a la ciudad de Roma para ser juzgado. Mientras navegaban por el Mediterráneo en un navío lleno de presos, a causa de una gran tormenta el barco naufragó, y aunque vivieron una situación horrible, todos fueron salvos y lograron llegar a las costas de Malta. Allí muchos conocieron a Jesús, gracias a la palabra y su testimonio.
Finalmente llegó a Italia, y lo enviaron a la cárcel de Roma. Ya en la prisión, lo encadenaron a dos soldados de la guardia pretoriana, uno a su lado izquierdo y el otro al derecho. En ese contexto, el apóstol le escribió a los filipenses diciéndoles:
Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados. (…) Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:1; 4-7).
Cuando Pablo escribió estas palabras, no lo hizo desde un hotel, una playa o un spa, sino desde una cárcel romana. Pero asombrosamente sus palabras no eran de queja ni de suplicio, sino de ánimo. Él les decía: «Estad firmes en el Señor. Regocijaos. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos».
Las vivencias que Pablo había atravesado y aún estaba viviendo le otorgaban la autoridad para decir esto:
Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros (Filipenses 4:9)
A través de estas palabras animaba a los filipenses a recordar lo que “aprendieron” y “recibieron” de él. La palabra “recibir” en el idioma original es lambano, que significa “apropiarse”. Ellos debían apropiarse de lo que aprendieron, no solamente de lo que oyeron, sino también de lo que vieron como modelo a seguir. Y agrega: “esto haced”, porque si practicaban lo que les había enseñado, y se lo apropiaban, entonces el Dios de paz estaría con ellos.
He aprendido
Pero no se detiene allí, el apóstol continúa instruyendo a los filipenses, diciendo:
En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad (Filipenses 4:10-12).
Pablo declara: “he aprendido a estar contento”, y agrega “por todo estoy enseñado”, que es lo mismo que “por todo he aprendido”. Continúa: “No lo digo porque tengo escasez”. Él agradece previamente el cuidado y la ofrenda que los hermanos filipenses le habían hecho llegar. Agradecía la bendición que le habían enviado, pero en verdad el apóstol estaba agradecido porque “había aprendido…”
En este texto, la palabra “aprendido” es muy específica, muy puntual, y proviene del término misterium, de donde surge la palabra “misterio, secreto”. Por lo tanto, Pablo declara: “he aprendido”, que literalmente significa “he sido iniciado en un secreto”.
Cristo me fortalece
Algunos cristianos creen que pueden ir por la vida golpeándose el pecho como Tarzán, diciendo: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Pero deben saber que habrá cosas que NO podrán hacer. No podemos hacer “todo” desde nuestras propias fuerzas.
“Todo lo puedo (fuerza) en Cristo que me fortalece (poder explosivo)” (Filipenses 4:13).
La palabra “puedo” en el original es el término “fuerza”. La palabra “fortalece” es dunamis, que significa “poder explosivo, poder milagroso”. Lo que Pablo está queriendo decir en este versículo es: “soy fortalecido para vencer cualquier dificultad, porque Cristo está conmigo y porque Él me fortalece, me infunde la habilidad y el poder para vencer ante cualquier situación. Porque estoy en Cristo, el Señor está cerca, está conmigo”.
¿Cuál era su secreto?
Desde esa oscura prisión, encadenado a dos soldados, en medio de un escenario del cual no quisiéramos participar, Pablo revela el gran “secreto” escondido en sus palabras a los filipenses: “yo aprendí, fui iniciado en el secreto de contentarme cualquiera sea mi situación”. Aprendí “a contentarme”, a sentirme satisfecho.
«El gran secreto del Apóstol Pablo fue el de estar agradecido porque la verdad de Dios le había sido revelada a través de la cual podía decir: ‘puedo estar contento y satisfecho en cualquier situación que esté viviendo'».
Pastor David Greco
El apóstol aprendió que “todo lo podía en Cristo” porque estaba “unido” a Cristo, porque era uno con Él. Porque “Él está en mí, y yo estoy en Él”. No olvides la promesa que Jesús nos hizo: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin”.
Su secreto fue aprender a “contentarse”, a estar contento aún en medio de las pruebas que estaba viviendo. Él “había aprendido” que, cualquiera sea nuestra situación, podemos estar autosatisfechos porque estamos en Cristo.
Pero cuando dijo: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, el apóstol ya había aprendido el secreto por el cual fue “iniciado” desde el principio de su ministerio y el cual estaba enseñando a los demás desde su ejemplo: puedo estar bien y vencer cualquier situación, porque Cristo me fortalece.
El secreto que quiso transmitirles a los filipenses y ahora a nosotros, es que podemos estar contentos, autosatisfechos, regocijándonos en el Señor cuando hay abundancia, plenitud y bendición, pero también cuando no la hay. Porque nuestra alegría y contentamiento no está en lo que tenemos, sino en lo que somos en Cristo. Porque estamos unidos a Él, porque disfrutamos de nuestra relación con Cristo. Porque Él es suficiente en nuestra vida.
¿Te encuentras atravesando un tiempo difícil, de adversidad? ¿Te sientes encarcelado, sin salida? Aprende el secreto que Pablo nos enseñó, y repítele a tu alma las mismas palabras con las cuales animó a los filipenses: «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!», porque solo en Él tenemos contentamiento.