Juan capítulo 4 es un mini manual de cómo Jesús prepara a una persona para hacerla parte de un avivamiento. Su deseo para Samaria era que fuera tocada por su poder y amor, como lo es hoy también con cada ciudad de la Tierra. Pero para su propósito con aquella ciudad Él escogió a una mujer, quizás una que no estaría siquiera en nuestra lista para dar una lección, una enseñanza. Mucho podemos aprender de la elección de Jesús, de su conversación con ella y de su resultado.
Lo primero que la futura “avivadora” oyó de la boca del Maestro tiene mucho que enseñarnos. Dice la Escritura que mientras ella se dirigía “a sacar agua” Él le dijo “Dame un poco de agua”. Creo que en aquellas palabras se “esconde” la primera lección que necesitamos aprender para poder ser un canal de bendición para otros, no estar centrados en nosotros mismos.
“Dame un poco de agua” tenía que ver con quitar los ojos de sus problemas para poder ponerlos en Jesús, quien sería el autor de la fe que no solamente traería solución definitiva a su agonía personal; sino que también impactaría minutos más tarde una ciudad entera. Una iglesia centrada en sí misma y no en Jesús no podrá ser una respuesta para las ciudades.
Ir en busca de la necesidad del otro
Claro que el Señor trató con las heridas de la samaritana, hubo un tiempo para eso, pero luego aquella mujer “dejó su cántaro” y fue en busca de la necesidad. Dios está despertando una generación que no cae en el engaño de centrarse en sí misma, haciéndose ineficaz para llevar las buenas nuevas. Sino que más bien pone sus ojos en aquel que al mirarnos nos hace llamas de fuego, para así ir y ser una respuesta para nuestros barrios, ciudades y naciones.
Escuchemos al Señor diciéndonos “dame un poco de agua”. Tal vez alguno preguntará ¿cómo le doy agua al Señor? Bueno, Él mismo dijo que si lo hacemos con un pequeñito se lo estaríamos haciendo a Él. ¿Qué acciones concretas podríamos hacer esta semana para no ser el centro de nuestra vida? ¿Qué representaría para nosotros en un día normal darle agua a Jesús?
Si ponemos los ojos en Aquel mismo que habló con la samaritana, permitiendo que nos enciendan el corazón y respondemos a su amor por las personas y las ciudades, el avivamiento será inminente. ¿Responderemos a la petición de Jesús? ¿Aprenderemos de su lección? ¿Responderemos a la necesidad de quienes nos rodean? Jesús vino a nuestro encuentro para hacer historia a través de nosotros.