Una casa de retiros cristianos en Tangkil, Cidahu, Java Occidental (Indonesia) fue atacada violentamente el pasado 27 de junio, cuando una turba de unas 200 personas irrumpió al grito de «¡Quemadla!», lanzando piedras, arrancando cruces y destrozando el mobiliario.
Fragmentos del ataque circularon en redes sociales, mostrando cómo el lugar quedó bajo asedio inmediatamente después de la oración del viernes.
69 estudiantes y 15 mentores lograron evacuar
En el interior de la vivienda se encontraban 69 adolescentes y niños junto a 15 mentores, quienes participaban de un retiro cristiano. Gracias a la rápida intervención de las fuerzas de seguridad, todos pudieron ser evacuados antes de que la situación pasara a mayores.
Rita Muljartono, una de las mentoras presentes, relató:
«Estábamos celebrando un retiro con adolescentes y niños. No era una iglesia, sino una casa privada de un conocido. En plena sesión de juegos oímos golpes y gritos en la puerta. De pronto empezaron a lanzar piedras y nos ordenaron salir. Todo pasó tan rápido que los niños no alcanzaron a recoger nada. Mientras escapábamos, los coches fueron apedreados, rayados y destrozados. Fue una experiencia profundamente traumática».
Además de los destrozos a los vehículos y al edificio, los participantes quedaron marcados por la experiencia.
Autoridades locales advierten sobre tensiones religiosas
El jefe de policía de Cidahu, AKP Endang Slamet, declaró que Tangkil es una comunidad mayoritariamente musulmana y que actividades religiosas no autorizadas pueden provocar tensiones. Por este motivo, se pedirá al propietario de la vivienda confirmar que no volverá a usarse para el culto cristiano en Indonesia.
Persecución a cristianos en Indonesia
Este incidente refleja la creciente hostilidad que enfrentan las comunidades cristianas en Java Occidental y otras regiones de Indonesia, donde los ataques a iglesias, casas de oración y actividades juveniles han generado preocupación entre los defensores de la libertad religiosa.
Organizaciones internacionales han denunciado que la falta de permisos o la oposición de comunidades vecinas suele ser utilizada como excusa para frenar reuniones cristianas, dejando a miles de creyentes expuestos a situaciones de violencia y persecución.