En la Gran Comisión el Señor Jesucristo dijo: “He recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por lo tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones”, Mateo 28:19.

Durante mucho tiempo hemos pensado el discipulado como un asunto para jóvenes, adultos y ancianos. Al verlo de esta manera, es que muchas veces hemos hecho la gran «omisión» con los niños.

Cuando leemos la etimología de la palabra discípulo podemos leer que es aquél que aprende o se deja enseñar. El que está empujado a un aprendizaje.

Los niños tienen una capacidad de aprendizaje sorprendente y extraordinaria. Es precisamente en la niñez donde se ponen los cimientos, es decir, aquellos aprendizajes que marcarán el resto de su vida.

Como padres y familia hacemos muchos esfuerzos para que nuestros niños asimilen los aprendizajes escolares; sin embargo, debemos prestar mucha atención y poner nuestro esmero a fin de que el corazón de los hijos sea moldeado con las enseñanzas de nuestro Padre Dios.

Es clave entender que el entrenamiento de nuestros niños es responsabilidad de los padres, y no pensar que son los maestros o colaboradores en la congregación los responsables del trabajo de instruir y formar. Ellos son colaboradores con quienes podemos hacer un gran equipo. ¡Todos aquellos que sirven al Señor entre la niñez tienen mi respeto absoluto y el aplauso del cielo!

Entrenamiento significa acción, que se va a mover, está pensado para obtener conocimientos habilidades y capacidades, es por eso que cuando tomamos la firme decisión de entrenar a nuestros hijos estamos buscando el desarrollo de habilidades.

Debemos ser completamente intencionales en la tarea de que la palabra oída se convierta en palabra que vivamos en nuestro diario andar. De esta manera los niños verán, en el ejemplo que damos, aquello que queremos enseñar. Recuerde que el ejemplo no es una manera de enseñar, sino la única manera de enseñar.

Vivimos en tiempos donde el ataque del sistema es a la mente, y es un ataque feroz que tal vez nosotros no vivimos de esa manera en nuestra infancia. El ataque es fuerte a través de ideologías que buscan crear incertidumbre y apagar la fe, como así también a través de todo el mundo sensorial que no les da tregua y busca robar la infancia lo antes posible.

El desafío es para todos y es en nuestras casas. Es allí donde comienza el entrenamiento y donde el Espíritu Santo nos mostrará las cosas que debemos tratar de que aprendan mientras crecen.

El entrenamiento que hagamos en nuestras casas dará fruto si no descuidamos la disciplina de entrenarlos en la Palabra, y con la guía del Espíritu de Dios podremos ver la realidad de que a través de sus vidas se manifestará el Reino no solo cuando sean mayores, sino desde la temprana edad.

Si ponemos atención al leer en San Marcos 16:15 las palabras fueron: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura”, podremos asumir el encargo de que aun las criaturas de pequeña edad reciban el Evangelio y lo vivan plenamente.

Cristian y Noemí Antoniazzi
Nacidos en la ciudad de Córdoba, Argentina. Padres de Josías y Joshua. Desde hace varios años formamos parte del equipo de trabajo de la fundación Manantial de Vida. Dedicados a la enseñanza y pastoreo, creyendo firmemente que cada niño tiene una corona de gobierno para manifestar el Reino de Dios. Autores del libro Pequeños Gigantes.