Ubicada a cincuenta y cinco minutos de Jerusalén, Betania era un lugar al que se podía llegar mediante una caminata, atravesando el Monte de los Olivos. Fue un lugar importante en el ministerio de Jesús: allí vivían sus grandes amigos, Marta, María y Lázaro. 

A este último se lo rememora en uno de los milagros más grandes del Mesías: su resurrección. Como todo lo que sucedió en la vida de Jesús —en realidad, como muchas cosas que ocurrieron hace miles de años—, en la actualidad no se sabe la ubicación exacta de la tumba de Lázaro, aunque hay varias iglesias dedicadas en su honor. 

Caminando por Tierra Santa. Betania, paso obligado

Antes no había autos. No es una novedad, todos lo saben. Esto, que puede parecer obvio, no lo era para las personas de la Antigüedad, que tenían que recorrer largas distancias caminando o a lomo de burro. Este es el caso de Jesús. Casi todos los lugares de su ministerio, Galilea, Jerusalén, Jericó, Nazaret, entre otros, distaban a más de 40, 50 o 60 kilómetros por recorrer. 

Una de las localidades más cercanas era Betania. Fue así como, por ejemplo, cuando Él “[visitó] la región de Judea, además de la capital espiritual de los judíos, Jerusalén, Jesús visita la cercana Betania (detrás del Monte de los Olivos), donde resucita a Lázaro y es hospedado, acude a Efraím para protegerse y conoce a Zaqueo el recaudador de impuestos en Jericó.

Cualquier dibujo de una ruta de Jesús partiendo de los evangelios canónicos tiene un valor relativo dado que por medio de la combinación de estas narraciones…” (Ochoa, J.: Atlas Histórico de la Biblia Nuevo. Testamento, Madrid: Acento Ediciones, 2004). 

Como se ve, muchas ciudades eran recorridas por el ministerio de Jesús, en una realizaba un milagro, en la otra predicaba, pero generalmente posaba en Betania debido a sus amigos. 

Como dice el mismo autor, a la vuelta de Betania, el panorama que se encontraba era el siguiente: “El peregrino judío solía llegar a Jerusalén por Betania y cuando llegaba al Monte de los Olivos contemplaba la imponente masa del muro oriental del Templo y la ciudad más grande que jamás hubiera visto.

Entrando por la ciudad baja, se refrescaba del agotador viaje en la fuente de Siloé y se adentraba en el laberinto de casas y tiendas subiendo por el valle del Cedrón, donde encontraba una amplia oferta de habitaciones en alquiler para su estancia”. Por lo tanto, el ir y venir a esa ciudad, no era nada extraordinario. Por el contrario, era algo familiar y común. 

El lugar de los tres hermanos: Marta reprendida, María elogiada y Lázaro resucitado. Jesús, ungido

 Seis días antes de la pascua llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume” (Juan 12:1-3).

En su casa, María, seis días antes de que Jesús fuera a Jerusalén a morir, derramó el nardo y perfumó los pies del Mesías. 

Estos tres hermanos habitaban en Betania y eran amigos íntimos de Jesús. En otro de los evangelios, Lucas, se nombra lo que le sucedió a Marta, quien prefirió afanarse con los quehaceres de la casa, en lugar de dedicarse a escuchar las enseñanzas del Maestro. En cambio, su hermana María, fue elogiada por elegir la mejor parte.

“Marta, Marta, —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará (Lucas 10:41-42).

La historia más compleja de estos tres hermanos, quizás, la protagoniza Lázaro. En la historia relatada en los evangelios, se clarifica cómo el Maestro está recorriendo otros lugares o aldeas, y tarda su visita a Betania a propósito. Al entrar a la aldea, las dos hermanas corren a recibirlo, junto con todos los que estaban intentando consolarlas. 

Es allí donde también se produce el versículo más corto de la Biblia: “Jesús lloró” (Juan 11:35). Es así como esta aldea —en ese momento— representa la amistad, la familiaridad y los sentimientos más sensibles del ministerio de Jesús.

La tumba de Lázaro: piedras, ruinas e iglesias

Según el Comentario arqueológico de la Biblia de Báez-Camargo, a mediados del siglo XX se realizaron distintas excavaciones en Betania que pudieron haber encontrado la verdadera tumba donde fue sepultado Lázaro. Por ello, entre la década de 1940 y 1950, se construyó una iglesia en honor a san Lázaro. Pero, como siempre decimos, no se sabe la ubicación exacta de todo lo que aconteció en la Biblia. 

Es más, alguno de esos lugares, no se encuentran en la realidad, ni siquiera hay rastros de ellos. Al visitar la Tierra Santa, es probable que solo se vean “piedras, ruinas o edificios caídos”. Es la importancia del cristianismo y la fe en Jesús la que le brinda un aspecto más espiritual al lugar. 

Como fuere, creo que Betania debe representar esa cercanía con nosotros. Muchas veces fuimos “Marta”, otras veces “María” o quizás hasta “Lázaro”, pero hay algo que es cierto: Jesús siempre estuvo cerca. 

Guido Márquez
Soy de Mendoza, Argentina. Profesor de Historia y casi Licenciado en Turismo. Espero que en mis notas no encuentres respuestas, sino preguntas. Que puedas mirar al pasado para enriquecerte, no para aburrirte.