El testimonio íntimo de una de las hermanas del evangelista.
Luego de que Luis Palau fue promovido a la eternidad, La Corriente dialogó con Matilde, y detalló cómo fueron los últimos días del evangelista en los que recibió el amor de la familia y continuó compartiendo su fe y la fortaleza con su entorno.
«Aún estando en coma en la casa, todos sus hijos y nietos alababan y adoraban en el cuarto donde se encontraba postrado», describe Matilde sobre el cuadro de situación final del evangelista, quien a pesar de que no poder hablar ni ver «podía oírnos, podía percibir la atmosfera espiritual que se gestó en la casa y era algo muy lindo».
La hermana de Palau reconoce que «él no dejaba que nadie que fuera a visitarlo, sean parientes, amigos, médicos o empleados; todos debían escuchar el mensaje de salvación. A cada persona que pasaba por su lado, Luis le predicaba de Cristo».
La última vez que Luis salió de forma consciente del hospital «a forma de despedida, citó a cada uno de los diez nietos, para confirmarlos en el Señor», cuenta Matilde y agrega que su hermano «siempre tuvo la carga por que cada miembro de la familia esté conectado con Jesús. Así que, después de estas charlas, se quedó tranquilo por que pudo explicarles a todos la importancia de permanecer en Cristo».
El relato de esta mujer coincide con el que muchos atribuyen del evangelista, dando mérito de su gracia y amor por las personas, predicando siempre la gracia de Dios. Y fue esto, más allá de su extensa trayectoria, lo que más impactó e impacta a la generaciones de pastores, predicadores y evangelista: su conducta intachable.
Los últimos momentos Luis se encontraba acompañado por su esposa, hijos y nietos, quienes le expresaron su amor y compartían alabanzas a Dios, mientras permanecía en coma. Durante los últimos tres años Palau peleó contra los síntomas del cáncer de pulmón, manteniendo su fe de manera muy esperanzadora y predicando el Evangelio a tiempo y fuera de tiempo.