No podemos dormirnos al volante, somos nosotros, como padres, los que debemos guiar a nuestra casa, nuestra esposa y nuestros hijos.

Nuestra sociedad hoy está evidenciando comportamientos inusuales como resultado de personas que fueron dañadas por un padre (ausente, violento, abusador, indiferente, etc.). Un gran porcentaje de las personas que están hoy privadas de su libertad tuvieron problemas con su papá. Las cárceles, centros de rehabilitación, marchas feministas y de otros colectivos, están llenos de personas a las que les faltó un modelo paterno.

El padre define la sexualidad y la identidad sexual de su hijo o hija. ¿Cómo lo hace? Con su ejemplo, con su presencia, con su amor, con su consejo. El padre presente es el que forma el carácter de sus hijos. Para tener acceso a formar ese carácter debemos ganar el oído de ellos.

Necesitamos ser amigos de ellos. Así se gana su oído, pues los hijos escuchan a los amigos.

Como hombres debemos entender la tremenda responsabilidad que fue puesta por Dios para que hagamos su tarea. ¿Qué tarea? La de representarlo en su casa. Amar a sus hijos, ganarse su corazón, protegerlos, disciplinarlos y mostrarles amor. Enseñarles a caminar y dar dirección:

Dirige a tus hijos por el camino correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán” (Proverbios 22:6, NTV).

Debemos orientar a nuestros hijos para que sean personas responsables, íntegras, respetuosas. Muchos ignoran este compromiso. Pero somos responsables de la vida de nuestros hijos, y no de la pesca, del fútbol, del asado con los amigos y tantas otras actividades menos trascendentes que desarrollamos.

Si como padres vivimos para nosotros mismos desperdiciaremos la oportunidad de dejar un legado eterno a la próxima generación.

Hoy debemos dedicar nuestros días en amar a Dios, y esperar que nuestros hijos sigan nuestro ejemplo más que nuestras palabras.

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Nadie hará nuestro trabajo

Muchos miran para otro lado, como por la ventanilla, y se duermen al volante, creyendo que el sueño que está en su mente es la realidad, y todo lo demás se va a acomodar por arte de magia. 

Estamos equivocados si creemos que otros harán nuestro trabajo; estamos equivocados si esperamos que en la escuelita bíblica les enseñen a amar a Dios; estamos equivocados si confiamos en el sistema educativo para que genere personas con valores y principios. 

No nos dejemos engañar más, somos nosotros, como padres, los que debemos guiar a nuestra casa, nuestra esposa y nuestros hijos. Yo, como padre, le enseñaré a mi hijo a seguir a Cristo, y le enseñaré a mi hija que no hay nadie en este mundo que puede faltarle el respeto y forzar su voluntad. 

Yo seré la persona más cercana que ellos tengan ante la primera dificultad.

Yo seré el abrazo, la palmada en su espalda, el que dé una palabra de Dios y consejos a su vida, yo seré su líder y su pastor. Si entiendo que esta tarea me corresponde a mí, nunca más voy a echarles la culpa a los demás por cosas que yo tenía que haber hecho en casa.

Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo: ‘¿Dónde estás?’” (Génesis 3:9).

Como responsables de nuestros hijos, como parte activa de un matrimonio, como miembros de una sociedad, no podemos seguir durmiendo al volante y esperando que el simple hecho de seguir una ruta nos lleve como familia al destino que queremos llegar. Se nos ha encomendado una tarea, y por eso debemos guiar, mostrar y estar atentos durante el viaje para instruir a nuestros hijos. ¿Estás dispuesto a asumir este compromiso?

Jorge y Cecilia Libutzki
Pastores del Centro Familiar Cristiano, de Eldorado (Mnes., Arg.). Desde hace 10 años trabajan en el liderazgo, especialmente enfocados en a las familias. Buscan fortalecer a los matrimonios, ayudándolos a desarrollar un ámbito familiar sano.