Toda mentira y engaño de la serpiente tiene por propósito desviarnos de la obediencia sincera, la fidelidad a Cristo y su verdad (una vida incorruptible).
“Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó [corrompió o sobornó] a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 11:3).
El resultado de la aceptación de tales engaños es el deterioro integral del ser humano: la corrupción de la personalidad.
Al comprender que Cristo es el Señor del cielo, el ámbito de eterno gobierno de nuestro Señor, y al ser UNO con Él en el espíritu, entendemos que el cielo está en nuestro espíritu renacido y regenerado, donde también están todas las bendiciones dadas en Cristo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3).
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible [inmarchitable, incorruptible o indestructible], reservada en los cielos para vosotros (1 Pedro 1:3-4).
Por medio de la resurrección de entre los muertos de Jesucristo, nuestro Salvador, Dios nos ha dado la esperanza viva de “una herencia incorruptible e incontaminada e inmarcesible [inmarchitable] reservada en los cielos” (en mi espíritu). ¡Qué gran privilegio tenemos al haber experimentado “un nuevo nacimiento” mientras estamos todavía en la carne! Es decir, se nos otorga la posición de hijos espirituales de Dios, nacidos de semilla reproductiva incorruptible, mediante la palabra del Dios vivo y duradero.
Profundicemos aún más en el siguiente proceso de ¨las obras de la carne en oposición a la obra del espíritu¨.
“el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia” (Romanos 2:6-8)
“Pagará a cada uno según sus obras”: esto no tiene nada que ver con nuestro criterio de bueno o malo; no se trata de servicio (como algo bueno a premiar) o pecado (algo malo a castigar).
1. Las obras de la carne son obras muertas:
Son las buenas obras de un muerto, son las obras de los que obedecen a su yo aunque estas sean buenas cosas, eso también es obediencia a la injusticia. porque todo lo que siembra en la carne segara en corrupción. Gal 6:8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
2. Las obras del espíritu son obras vivas delante de Dios:
Son aquellas obras que pertenecen a la obediencia a la fe y la verdad. Eso es obediencia a Cristo.
Se les llama obras de justicia. No son las cosas buenas que podamos hacer sino las que hacemos en obediencia a Cristo, de todo corazón.
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella” (Hebreos 11:4).
Solo es reconocido un acto de fe cuando hay primero obediencia a una verdad, y a ese acto de obediencia a la verdad, se le llama fe.
La fe que nos hace justos no es hacer algo que quiero para Dios, sino, más bien, corresponder a una verdad revelada. Eso mismo fue el sacrificio de Abel.
Las buenas ideas de los hombres carnales, apoyadas y fortalecidas con versículos bíblicos, han constituido un impedimento para el avance del Reino de Dios. La única razón por la que vivimos y estamos en la Tierra es para obedecer al Señor. Eso es adoración y servicio. Obediencia es la expresión de ser uno con el Señor y uno en el Señor. Esta es la verdadera comunión con Él, y la comunión entre nosotros es por obediencia a su amor.
“… presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros” (Tito 2:7-8).
Esto buscan los que aman al Señor de todo su ser. “La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén (Efesios 6:24). Qué gloriosa despedida para cerrar una carta.
Comparémoslo con la mayor cantidad de sinónimos que nos sean posibles para el manantial de sabiduría que esconde esta maravillosa palabra:
Inalterable: incorruptible, inconmovible, inquebrantable, invariable, inmutable, inamovible, intacto, estable, permanente, indestructible, firme, constante, continuo, entero o completo.
Lamentablemente, pasaron algunas décadas y en la misma Iglesia de Efeso, a la cual Pablo dirigió tan maravilloso saludo de despedida, ahora, en los escritos de Apocalipsis, se observa una alteración. El peligro, cuando el amor a Cristo se corrompe, es que se altera.
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor (que era inalterable). Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
Otros pasajes de referencia:
… disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (1 Timoteo 6:5).
“Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también estos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe” (2 Timoteo 3:8).
Ruego que consideremos seriamente este consejo y lo llevemos a constante oración: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12).
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos (Efesios 4:22).
“Pero estos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales” (Judas 1:10).
“Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen (Romanos 1:26-28).
… siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba (marchitable), Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.