¿Qué es la vida saludable?

La respuesta a esta pregunta puede evidenciar lo que nuestro corazón atesora como saludable. A modo entrenador, comprendo que un buen tono muscular, un porcentaje graso adecuado, un correcto descanso y una buena movilidad articular son elementos que proporcionan un ecosistema saludable al ser físico y fisiológico, pero como un entrenador cristiano, la vida saludable a grandes rasgos tiene todo y nada que ver con todo ello. Parece contradictorio, pero no es así, o al menos no desde una perspectiva por encima del sol. Déjame explicártelo en los siguientes párrafos.


A lo largo de los años, las investigaciones científicas se han esmerado en comprender cuál es la mejor fórmula para vivir más años, para envejecer con menos rapidez, etc. No hace mucho, conversando con un padre de familia, lo escuché en sus propias palabras:

“Tengo 50 años, y estoy haciendo todos mis esfuerzos por llegar a vivir cien años. Como saludable, hago ejercicio y haré lo que sea necesario para llegar bien a mi vejez”.


Aplaudo que tengamos una capacidad de resiliencia como seres humanos, pero los cristianos anhelamos algo más que salud. En nuestras vidas, anhelamos que la esperanza que brota en nuestros corazones producto de la obra del Espíritu Santo se haga evidente no solo en nuestra vida física, sino en lo que se exhibe de ella desde el corazón.


Los cristianos debemos esforzarnos en hacer todo aquello que preserve la vida. El sexto mandamiento nos enseña qué no debemos hacer, y por lo tanto que sí debemos hacer. Los cristianos debemos cuidar nuestras vidas, la de otros y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que esto sea posible.


El desarrollo de hábitos en la vida de un cristiano es diferente. El cristiano que provee hábitos saludables para “su vida saludable” lo hace con una perspectiva que está por encima del sol. Para ellos, la vida saludable no es saludable si ésta no glorifica al dador de la vida y por lo tanto de la salud, Cristo.


“Todo acto saludable que se realiza a través de un corazón alejado de la cruz, son obras de apariencia saludable para el cuerpo, pero huecas y vacías para el corazón”.

Daniel Cabús


Una verdadera vida saludable está rendida a la soberanía de Dios. La mayoría de nosotros, o mejor dicho, ninguno de nosotros, quiere enfermar. La enfermedad es una alteración de los sistemas que conforman toda nuestra existencia. Cuando estamos enfermos, nos damos cuenta de la importancia de estar sanos.

Al contrario, cuando estamos sanos, sencillamente lo damos todo por sentado. Nuestro corazón es un experto en volver lo maravilloso rutinario y lo sorprendente en algo ordinario. Pero ¿sabes una cosa? La vida saludable por encima del sol luce diferente.


Un cristiano puede estar realmente enfermo y estar realmente sano, su corazón ha dado una respuesta diferente a la pregunta ¿qué es una vida saludable?. También una persona puede estar físicamente muy sana, pero muy enferma en su corazón. Con esto en mente, déjame darte tres consejos para tener una vida saludable llena de esperanza y fuerza.


En primer lugar, una vida saludable centrada en Cristo sabe esperar. La mayoría de personas cuando comienzan un proceso de cambios de hábitos, desean fervientemente que lo que dibujan en su cabeza, en dos semanas se haga realidad en sus cuerpos. Si eres un cristiano maduro, podrás ver como un simple proceso de entrenamiento y cambio de hábitos puede ser utilizado por el Señor para exponerte el pecado que mora en tu corazón. Un par de mancuernas y varios kilos de peso, si abres bien tus ojos espirituales, podrán enseñarte que no eres tan paciente como crees. Un cristiano sabe esperar y perseverar en la paciencia de lo que espera. No hay mayor fracaso en un proceso saludable que solo cambiar los kilos en la báscula y nada en el corazón.


En segundo lugar, una vida saludable en Cristo es sabia. Ningún proceso de mayordomía de nuestros cuerpos debe ser igual al resto. Todos vivimos en contextos, necesidades y perfiles diferentes, por lo tanto, debemos reparar en los marcos de referencia que hemos consumido durante años por cómo debe lucir una vida saludable. Aparentemente luce comiendo lechuga todos los días, entrenando 2 horas de lunes a viernes, levantándose a las 5am a leer, durmiendo a las 21hrs, etc etc.

Todo esto son marcos que nos hemos autoimpuesto producto de una aparente línea a seguir de “vida saludable”. Pero probablemente seguir ese ritmo a ti no te funcione, y eso no tiene porque estar mal. Aquí es donde entra la sabiduría. Primero debemos entender que la sabiduría proviene del temor al Señor (Proverbios 1:7). La aplicación práctica de la biblia a mi vida requiere precisamente de ello, sabiduría. Debo ser sabio en el tiempo que dedicaré al ejercicio, a mis nuevas estructuras de comida, a la organización de estos procesos en donde mi familia también se verá involucrada activa o pasivamente.

Debemos ser sabios en la elección del centro donde vamos a desarrollar esa práctica deportiva, en la selección de todo lo que involucra esta área saludable: lo que veo, lo que me pongo, lo que escucho.

Todo en la vida requiere de sabiduría, solo una verdadera vida saludable anclada a Cristo puede ser sabia.

Daniel Cabús


En tercer lugar, una vida saludable en Cristo es fiel. En breve concluiremos este año, y probablemente muchos de ustedes volverán a la meta que se trazaron el pasado mes de enero: esta vez sí lo haré. La mayoría de nuestras metas de este tipo terminan en el rincón de nuestro corazón llenas del polvo del olvido y la falta de constancia y fidelidad. A ver, se supone que somos cristianos, ¿no debemos serlo también en nuestra constancia en los procesos que llevamos a cabo? Los no creyentes a menudo en ese sentido tienen mucho que enseñarnos, lo digo con todo amor y ánimo de que nuestra vida saludable realmente sea saludable. No debemos ser fiel a nuestra vida saludable, debemos ser fieles al creador del cuerpo y al dador de los beneficios, no por los beneficios sino por quién es ÉL.

Así que entrena con paciencia y sabiduría para que puedas ser fiel al creador de tu cuerpo y para que los que te vean glorifiquen a tu Padre Celestial que está en los cielos. Porque para los cristianos no puede haber vida saludable si ésta no apunta a Cristo.


Entonces, ¿qué es para ti la vida saludable? Para los cristianos es la que se vive por encima del sol.