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Una iglesia autóctona en los días de la iglesia pop

Somos Iglesia. Tenemos que partir desde este concepto para entender la particularidad del Pueblo de Dios. Siempre busco verla a través de los ojos de Jesús y una de las formas sería definirla como una piedra preciosa que tiene como único mérito reflejar una luz que no es propia y que su mayor riqueza radica en las muchas caras y diferentes facetas que posee. 

Cada una de esas caras es una expresión única y diversa de una misma Iglesia. Esta idea de un Dios apasionado por la variedad y que ejerce exclusivamente el control por medio del Espíritu Santo en todas sus formas, nos tiene que llevar a comprender que no puede existir una brecha entre las modas que expresa aquella y la formación de un carácter propio, único y original.

El llamado de cada iglesia local es a construir una comunidad de fe que haga discípulos que multipliquen el Reino de los cielos en la Tierra.

Maximiliano Gianfelici, Pastor Centro de Alabanza

Este llamado está muy ligado al espacio geográfico que aquella ocupa, a su historia, a las personas que la componen, a sus éxitos y fracasos. Estas circunstancias hacen que cada congregación tenga un carácter e identidad única que enriquecen al Cuerpo de Cristo en general. 

Creo que es por eso por lo que Juan define la voz de Dios en Apocalipsis 1:15 como “el estruendo de una catarata” (“estruendo de muchas aguas”, RVR1960). Diferentes sonidos pero una sola voz. Diversas corrientes pero una misma fuente y destino. 

Es de vital importancia que como congregaciones desarrollemos ese carácter de autóctonos, que nos atrevamos a profundizar en la búsqueda de nuestra identidad en Cristo como comunidad.

Maximiliano Gianfelici, Pastor Centro de Alabanza

Que recibamos del Espíritu Santo una canción propia que nos lleve a adorar a Dios con sonidos y acciones genuinas. Que nos animemos no solo a darle forma a la congregación, sino que a través de ella seamos influencia a la comunidad y a las naciones.

La cultura pop es algo con lo que hemos crecido en esta generación, pero no puede definir de ninguna manera una tendencia en la identidad de la iglesia. Dios no es un Dios de modas, es un Dios de generaciones. Las formas y los paradigmas cambian, pero la esencia que nos sustenta es eterna. El mandato para nosotros es hacer discípulos y no fans o adeptos. En la era de los seguidores, amigos virtuales y fanáticos, el carácter distintivo de la iglesia es que su gente multiplica la persona de Jesús. 

El Espíritu Santo es un creador de tendencia, es Él quien modela la Iglesia interna y externamente, despertando avivamientos, generando nuevos movimientos de adoración, encendiendo nuevos niveles de compasión, trayendo nueva revelación de su Palabra, manifestando a Jesús de una manera más fresca y profunda. Por eso si hablamos de una iglesia pop pensando en el Espíritu Santo como el mayor influencer, entonces ¡seamos súper pop!

Generar más conflictos que nos dividan es entrar en un contexto al que no fuimos llamados. Hay un punto exacto donde todos somos uno y es en su gracia. Ni la religión ni el libertinaje. El equilibrio justo es esa gracia que nos permite crecer y disfrutar del carácter de Cristo en su Iglesia y así cumplir el deseo más profundo de su corazón que es que ninguno se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento.

Cada congregación debe encontrar su mejor versión para servir al Señor

La pandemia creó una nueva oportunidad para el Cuerpo de Cristo en las naciones, ha demostrado lo esencial de la Iglesia como comunidad, asistiendo a la necesidad y levantando el nombre de Jesús aun en los contextos más críticos. Esto nos desafía a multiplicar nuestro esfuerzo en el desarrollo de fortalecer las raíces y cultura propia de cada comunidad. 

Como iglesia local hemos invertido mucha de nuestra pasión, recursos y tiempo en interpretar cómo el Señor quiere darnos la forma más conveniente para el cumplimiento de su propósito y desarrollar así una influencia mayor que nos permita hacer discípulos de Jesús en todos los ámbitos de la sociedad. 

El deporte, la educación, la política, la salud, el arte son campos misioneros que requieren de una iglesia autóctona y profunda en Dios para llegar a cada uno de ellos. De la misma manera los pequeños poblados rurales, las grandes ciudades y las naciones que Él pone en el corazón de una comunidad local requieren de una forma única de expresión que debe ser desarrollada desde ella misma.

Creemos que hay una revelación de Jesús en el lugar en el que vivimos

Maximiliano Gianfelici, Pastor Centro de Alabanza

Atraparlo y canalizarlo como herramienta de evangelismo y discipulado no solo nos enriquece como congregación, sino que produce transformación en la comunidad. 

Cito algunos ejemplos de la nuestra: Deportivo CDA es una área de la iglesia que incluye: fútbol masculino y femenino; escuela de iniciación deportiva; vóley y automovilismo. Actividades que son esenciales en nuestra ciudad, que hoy son alcanzadas y desarrolladas desde la congregación. 

Academia Nueva Cultura es un espacio donde se desarrolla el arte, la creatividad y la música de formas diversas, por ejemplo se enseñan instrumentos, danzas folclóricas, idioma, teatro. De la misma manera hemos canalizado el trabajo con los profesionales de la salud, la participación en la política local, la tarea social, el desarrollo de contenidos audiovisuales, entre otras cosas, como una herramienta de discipulado.

Nuestro mayor desafío como Iglesia es aprender a interpretar el corazón de Dios. Ella es esa piedra preciosa atesorada y comprada por su sangre. Jesús viene pronto a buscarla. Que nos encuentre con fe siendo uno en Él y con un carácter puro, genuino y original.

Maximiliano Gianfelici
Maximiliano Gianfelici
Pastor. Esposo de Dany papá de Cata, Valen y Bella. Escogido como parte de una generación de avivamiento.

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