mail

Suscribite a nuestro boletín

Transiciones

“Por la Fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba”. Hebreos 11:8

¿Sabías que en un parto natural hay una etapa que se denomina “transición”? Se describe también como ”fase activa” y es el momento más trabajoso o difícil, cuando las contracciones aumentan en cantidad y duración, esto se da justo antes de que nazca el bebé. Para muchas mujeres coincide con el famoso ¡No doy más! que habitualmente dura pocos -pero a su vez eternos- minutos y es la antesala del alumbramiento.

En ese momento de transición no te podés escapar, aunque hay muchas que fantaseen con la idea, la vida misma empuja desde tu interior y se abre paso. Es entonces querida amiga, digamos en criollo que,“no te queda otra”. Sería extraño pensar en postergar este momento tan único, es imposible excusarte y dejarlo para otra ocasión, no habría forma de evitar ni retrasar esta transición. Aunque quisieras retener el bebé y saltearte esa parte del proceso tampoco sería factible.

No sé si a vos te pasa como a mí, pero este ejemplo me ayuda a interpretar y amigarme con las emociones encontradas que acompañan a las transiciones en distintas temporadas de la vida.

Transición significa “etapa no permanente entre dos estados”. No estás donde solías estar, pero todavía no llegaste a tu siguiente destino. Es el “mientras tanto”. Simboliza el camino hacia lo nuevo, representa un lugar que no está diseñado para habitar, sino que es “un lugar de paso”.

Llevando el ejemplo inicial al plano de nuestra mentalidad, o de las decisiones, relaciones, trabajo, familia, desarrollo personal, espiritual, ministerio, etc, es curioso que frente a determinadas transiciones, intentemos “retener el bebe”. Qué difícil resulta a veces “pujar”, atravesar los procesos complejos o dolorosos con perseverancia o hacer los ajustes necesarios para seguir avanzando hasta dar luz aquello que se venía gestando en nuestro interior.

Génesis 12.1 nos relata que: “El Señor le dijo a Abram: Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré.Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre  y serás una bendición”.

¿Cuál pudo haber sido el primer pensamiento que cruzó por su mente ante semejante situación? ¿Qué consideró como lo más difícil? ¿Quizás dejar ciertas cosas?¿La incertidumbre de lo que vendría? ¿Las preguntas sin respuestas inmediatas que pudieran surgir en su corazón?

¿Te sentiste así alguna vez? Por un lado experimentando el entusiasmo de que Dios te habló, te diera dirección, proyección, palabra, promesas; por otro, con mil preguntas rondando tus pensamientos. Tal vez, te sentiste invadida por una mezcla de ansiedad, temor, perplejidad y un toque de nostalgia, aunque al mismo tiempo estabas determinada a la obediencia. Con el ímpetu de avanzar por fe, intacta y con la convicción de creerle a Dios pero por otro lado, también, conviviendo con dudas. Pensás “¿y cómo sigue esto?” “¿por dónde tengo que ir?”,pero a su vez segura de que Dios te indicará el siguiente paso.

¡Cuánta inspiración y aliento encuentro en las transiciones de Abraham! Su experiencia de fe en medio de la incertidumbre me resulta desafiante. Me llena de expectativa y paz; la luz que arrojan las Escrituras al describir sin reparos: sus vivencias, altibajos, emociones, errores, decisiones, incertidumbre, fe, victoria, desencuentros, dolores, sabiduría, humanidad. Pero, en medio de todas esas estaciones vemos a Dios traer una nueva revelación en el momento oportuno.

Cuando el Señor lo llamó y declaró sobre Abraham su propósito y promesa, comenzó un proceso de profunda transformación.  No solo le cambió el nombre, también su lugar de residencia. Todo aquello que le había dado identidad y estabilidad hasta el momento, quedó  atrás.  Abraham obedeció dispuesto a salir de donde estaba pero sin saber a dónde iba. Dejó lo conocido, se desprendió de lo seguro, fue descubriendo que no solo atravesaría ésta, sino muchas  otras transiciones mediante las que Dios trataría con su fe y carácter.

En tiempos de transición, puede que no haya mapas o que el GPS del “cómo deberían ser las cosas” nos falle; puede que no tengas tan en claro cuál es el Norte, pero cada paso que das, confiando y en obediencia, es un acto de fe que abre caminos.

Lo anterior me recuerda la forma en que las águilas enseñan a sus crías a volar. Al principio les muestran a sus pichones lo que ellas hacen, extienden sus alas y dan vuelos cortos cerca del nido para que vean y aprendan. Son tiempos en que los pichones están cómodos y seguros, recibiendo la comidita en sus buches, sin embargo, aunque ellos no lo esperan, se aproxima el momento de salir del nido y enfrentar la inmensidad del entorno.

En el tiempo señalado y ante el desconcierto de los aguiluchos, la mamá los empuja fuera del nido para que mientras caen al vacío experimenten lo que por naturaleza fueron creados para hacer, volar. Es solo en ese momento, cuando sus alas se despliegan fuertes, vigorosas, saludables que ellos se abren a un nuevo mundo de posibilidades. Uno que jamás hubieran conocido si se quedaban estáticos en el confortable nido.

Durante las transiciones incómodas, Dios sigue siendo nuestra fuente de motivación y paz.  De la misma manera que las águilas impulsan a sus pichones porque  saben que del otro lado del nido hay un mundo lleno de posibilidades impensadas, podemos confiar como Abraham, en que ese aparente vacío llamado transición, no es más que un ambiente propicio para desplegar alas que hasta el momento quizás ni sabíamos que teníamos.

Puede que en “los mientras tanto” de la vida, no sepamos del todo lo que viene, pero qué sanador es tener la certeza de que Dios sí lo sabe y  mientras tanto vivamos conectadas a Él, nuestra única fuente. Así que amigas quiero decirte que un paso de fe nunca será un salto al vacío, aún sin comprenderlo todo, sino que a su tiempo nuestra obediencia dará frutos en victoria y bendición.

Mayra Djimondian
Mayra Djimondian
Licenciada en Orientación Familiar, Coach Ontológico y escritora. Mediante sus libros, conferencias y talleres, capacita, potencia y activa a mujeres y familias desde un abordaje integral para desarrollar ser su mejor versión y vivir en plenitud. Es mamá de tres hijos y, junto a su esposo, pastorea la iglesia Tierra de Avivamiento, CABA.

Otras

CRISTIANAS

hola
Enviar Whatsapp
error: Gracias por interesarte en las publicaciones de La Corriente, para su uso o difusión, por favor escribirnos a [email protected]