Este libro es una recopilación de una serie de mensajes que pronunció en la misma ciudad, realizados en los primeros meses del año 1940.
Watchmann Nee, o Nee To-sheng en su nombre original, fue uno de los tantos mártires cristianos en la China comunista de la época de los 50. Fue escritor y predicador sin contar con estudios teológicos, solamente un insaciable celo por la Palabra de Dios. Mientras estuvo en libertad, él fundó iglesias en comunidades rurales y dictó conferencias en Shanghái.
“Dios no espera encontrar ‘buenas personas’ que no tengan necesidad de Su trato; él sabe bien que no existen tales individuos. El escoge gente común, como tú y como yo, para ser vasos de su Gracia inmerecida”.
La Biblia habla de Abraham como “el padre de la fe”. Sin embargo, él no fue el primer ser humano sobre la tierra ni mucho menos un creyente devoto. Abraham era un idólatra. No había nada especial en él que lo hiciera merecedor de semejante llamamiento, pero Dios lo escogió. Watchman Nee utiliza la vida del primer patriarca como un paralelo de la nuestra: somos encontrados por el Padre, y lo único que podemos hacer después de ese momento es seguir a un Dios al que iremos conociendo en el camino.Todo cristiano que comienza a transitar por la senda de Jesús, debe tener una fe como la de Abraham.
“Nuestra salvación es enteramente de Dios; no hay virtud alguna en nosotros que nos capacite para la salvación. Y si esto es cierto de nuestra salvación, lo es también de todo lo que se desprende de ella”.
La segunda parte del libro, siguiendo el orden de las tres generaciones más significativas del Antiguo Testamento, toma como eje a la persona de Isaac. El autor pone en manifiesto bajo una lectura atenta de las Escrituras cómo estas nos cuentan del carácter simple de Isaac. Contrario a su padre, su historia no detalla aventuras, ni descubrimientos. Isaac disfruta la herencia de Abraham. Habiendo vivido como “resucitado de entre los muertos” luego de aquel sacrificio para el cual el Señor proveyó un sustituto, Isaac ejemplifica una segunda etapa que como creyentes debemos experimentar: la liberación del pecado que acompaña la muerte en Cristo Jesús no como doctrina, sino como herencia.
“Algunos creyentes se esfuerzan por hacer cosas que no quieren hacer y tratan de vivir una vida que de hecho no pueden vivir por sí mismos; ellos piensan que dichos esfuerzos ganarán el favor del Señor. Eso dista mucho de la vida de Isaac”.
Por último, la tercera parte del libro abarca la escabrosa historia de Jacob. Un hombre que nos sirve de buen ejemplo solo hacia el final, pero que demuestra de forma exacta nuestras falencias. Su vida reitera la huida constante, la autosuficiencia y el engaño. Sin embargo Jacob termina siendo un vaso moldeado por las manos de Dios, un siervo apto para predicación de su Gracia. Y es así como debiéramos llegar a la cúspide de nuestra peregrinación: completamente transformados por la obra de Dios, debilitados por una dependencia absoluta hacia Él.
“Todo el fruto manifestado en Jacob fue el resultado de la disciplina de Dios en él. Dios tocó su fuerza natural y como resultado él se convirtió, con el paso del tiempo, en un vaso de honra”.
En esta obra, Watchman Nee nos ofrece una mirada fresca hacia los patriarcas. Aquellas historias distantes dejan de ser tradición vacía para convertirse bajo una mirada bíblica, en práctica y ejemplo de lo que como creyentes debemos hacer. Dejarnos encontrar, vivir de la herencia, y ser transformados bajo la del Espíritu, es lo que Abraham, Isaac y Jacob hicieron. La plenitud estará en experimentar estas tres etapas. No nos conformemos con vivir menos.
Título: Transformados a su imagen
Editorial: Clc
Año:2017
Páginas: 147